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En la azotea con matilde

SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
editado octubre 2014 en Narrativa



Al atardecer, los dos holgazanes descansaban en la azotea. Daba gusto contemplarlos durmiendo con placidez sobre la hamaca. El pelo ondulado de Matilde confundido con la melena rubia del afgano. Antes de que ella abriera los ojos su perro gruñó. No debe ser fácil compartir a su dueña conmigo.

Matilde y yo estamos en esa difusa frontera inicial entre la amistad y el a lo mejor. Los dos sabemos que este incierta nebulosa no durará mucho, le damos largas al asunto porque nos encanta dilatar portales, también azoteas.


—Tienes un calcetín verde y otro marrón. Anda, quítatelos y túmbate un ratito aquí a mi lado— lo dijo sin cambiar de postura, con los ojos semi cerrados y la voz soñolienta. No se me ocurre otro sitio del universo donde estar mejor que junto a Matilde.


Siempre me he liado con la gama de colores. Dicen que a los perros les pasa lo mismo, aunque al de ella le da igual destrozar mis calcetines sean del color que sean; su escala de valores pasa por la trufa de su nariz, no por sus pupilas. Me guarda un poco de inquina y un mucho de celos, seguro que no entiende que lo destrone de la hamaca con un “fuera fuera”, por eso mastica uno de mis calcetines con el pie todavía dentro y no se digna ni mirarme, sacude su larga melena, luego se queda contemplando el horizonte del muro de la azotea. Un perro orgulloso.


Ahora le ha dado por la poesía asonante, al afgano no, a Matilde, y no tengo valentía para decirle que la única asonancia es su pésima pluma. ¿Cómo puedo decirle, sin herirla, que el verso de trastabilló en el sendero índigo de las dalias mientras las golondrina rasparon mi ventana son un tremendo atentado?


—Prueba a escribirlo de manera menos ampulosa, por ejemplo:tropezó con las macetas de dalias…

—Pero no tenemos dalias —me interrumpió, y yo hice todo lo posible para que el comunal “no tenemos dalias” no me desbocara el corazón de alegría, claro que enseguida pensé que quizá se refería al chucho y a ella. En fin, no quiero hacerme demasiadas ilusiones, aunque estoy loco por compartir dalias, golondrinas y senderos índigos con ella.


Voy a besarla ahora pensé, pero no moví ni un sólo músculo. El perro dejó de mirar el vacuo horizonte para mira rmis pensamientos. Movió la cabeza hacia un lado, luego hacia otro, levantó una de sus orejas y seguro que sacó la conclusión de que soy un infeliz que balbucea. Un pobre enamorado.

Matilde huele a gloria bendita. Levanta los brazos. Su ligerísimo olor a sudor me vuelve loco, no soporto las mujeres perfumadas. Mi excitación es tan evidente que sonríe y recita parte de la sátira de una nariz señalando con los ojos a mi entrepierna:

Érase un elefante boca arriba

Un espolón de una galera

Una pirámide de Egipto…

Un naricísimo infinito —completé yo.


Nos amamos con ganas hasta que el sol se fue de la azotea. Nos amamos con cierta crudeza, y
con cierta torpeza también. El afgano, encerrado dentro de la casa, no dejó de ladrar ni un solo momento.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2014
    Como es que no invitan al perrito:)
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    hay ocasiones en que 3 son multitud

    Amparo, aprovecho para decirte que siempre se me queda la letra chica, lo intento editar, con la pestaña de tamaños, pero nada, ni caso.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2014
    Ahí no te puedo ayudar, por que seguramente te desaparezco el escrito, cuando dimiga esté disponible le digo para que agrande la letra, aunque esta no me parece tan pequeña, pero tú diràs:)
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    amparo bonilla escribió : »
    Ahí no te puedo ayudar, por que seguramente te desaparezco el escrito, cuando dimiga esté disponible le digo para que agrande la letra, aunque esta no me parece tan pequeña, pero tú diràs:)


    No es cuestión de que me lo arreglen, sino de que me enseñen como hacerlo para no estar dando la lata.
  • Bar ImperioBar Imperio Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2014
    Brillante por donde se lo mire. Fijate que en la historia, esencialmente, no sucede nada. Bueno, bah, un encuentro amoroso. Sexo entre dos seres humanos, nada más. Sin embargo en el lenguaje pasa de todo. Esa calidad increible que tienes para poner en segundo plano a que quien relata en primera persona! Y la dosificación, casi química de los adjetivos, y la azotea como fantástico escenario, y el perro afgano y la aparición sobre el final del famoso soneto de Quevedo, que de algún modo me ha desorientado un poco. Capolavoro señora. Y no quiero seguir poniéndole adjetivos calificativos laudatorios, como los que usted merece, porque voy a terminar escandalizando al foro.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Pintas la escena con una gracia y un humor que me resultan muy atractivos. Leyendo, he pensado en una viñeta y he imaginado a los personajes como dibujados. El afgano, como personaje, es genial con su afán por comerse los calcetines ( con pie dentro) y sus celos...
    Precioso, Suina.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Me ha recordado a mi historia con la chica bohemia (la que relato en mi hilo de Confesiones); la chica que tenía un perro (odio a los perros y a los animales de compañia en general, pero mejor dicho lo que me parece aberrante es que se tengan animales encerrados en pisos...en fin, de todos modos eso no me ha impedido tener novias con perros, pájaros, gatos...), bastante desarreglada siempre...y que me causó una fascinación especial...de hecho el mejor recuerdo de ella es estar una tarde en la azotea, bordeando el crepúsculo, nos había dejado por fin mi amigo Raúl (si, el pintor del relato mío del otro día existe!) que se había ido a algún asunto privado y por fin ella y yo estábamos solos y empezamos a hablar con la cabeza agachada, muy juntos. En frente se veía el Guadalquivir, hacía calor, ella me hipnotizaba con su cabellera azabache...y yo casi temblaba de emoción...hubiera sido más bonito si yo en ese momento no tuviera novia...pero así es la vida...:rolleyes:

    Y aunque fue un momento muy bonito, no puedo mentirme, palidece comparado con los momentazos bonitos que vivía con mi novia...esa es la verdad.:rolleyes2:

    Yo también le doy cinco estrellas a tu relato, a todo esto.:D
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Bar Imperio escribió : »
    Brillante por donde se lo mire. Fijate que en la historia, esencialmente, no sucede nada. Bueno, bah, un encuentro amoroso. Sexo entre dos seres humanos, nada más. Sin embargo en el lenguaje pasa de todo. Esa calidad increible que tienes para poner en segundo plano a que quien relata en primera persona! Y la dosificación, casi química de los adjetivos, y la azotea como fantástico escenario, y el perro afgano y la aparición sobre el final del famoso soneto de Quevedo, que de algún modo me ha desorientado un poco. Capolavoro señora. Y no quiero seguir poniéndole adjetivos calificativos laudatorios, como los que usted merece, porque voy a terminar escandalizando al foro.

    Querido Nestor, brillante eres tú, no solo medido, sino comedido, digno alumno de Borges. No es correspondencia, es la pura verdad.
    Un beso.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Francesca escribió : »
    Pintas la escena con una gracia y un humor que me resultan muy atractivos. Leyendo, he pensado en una viñeta y he imaginado a los personajes como dibujados. El afgano, como personaje, es genial con su afán por comerse los calcetines ( con pie dentro) y sus celos...
    Precioso, Suina.

    Gracias Cesca, sé que aprecias mis ligeros toques de humor, no sé si ácidos, pero humor al fin. Tú también tienes un heladero que sacas a pasear alguna vez, que lo he visto. :rolleyes2:
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    ¡Qué sería de mí sin ese heladero!


    Y hoy más aún, te agradezco que me hayas sacado una sonrisa porque acabado de escribir un cuento triste, "Tus manos".
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    CarlosSerrano escribió : »
    Me ha recordado a mi historia con la chica bohemia (la que relato en mi hilo de Confesiones); la chica que tenía un perro (odio a los perros y a los animales de compañia en general, pero mejor dicho lo que me parece aberrante es que se tengan animales encerrados en pisos...en fin, de todos modos eso no me ha impedido tener novias con perros, pájaros, gatos...), bastante desarreglada siempre...y que me causó una fascinación especial...de hecho el mejor recuerdo de ella es estar una tarde en la azotea, bordeando el crepúsculo, nos había dejado por fin mi amigo Raúl (si, el pintor del relato mío del otro día existe!) que se había ido a algún asunto privado y por fin ella y yo estábamos solos y empezamos a hablar con la cabeza agachada, muy juntos. En frente se veía el Guadalquivir, hacía calor, ella me hipnotizaba con su cabellera azabache...y yo casi temblaba de emoción...hubiera sido más bonito si yo en ese momento no tuviera novia...pero así es la vida...:rolleyes:

    Y aunque fue un momento muy bonito, no puedo mentirme, palidece comparado con los momentazos bonitos que vivía con mi novia...esa es la verdad.:rolleyes2:

    Yo también le doy cinco estrellas a tu relato, a todo esto.:D

    ya tengo un firmamento con la multitud de ellas que me has regalado.
    De confesiones he de confesar que solo he leido 2 o 3 capítulos ( doscientos tres no), no porque no me gusten, que me interesan, sino que el formato largo, los numerosos comentarios con los que afortunadamente cuentas ( tienes muchos lectores), me desconcentran un poco. Me ocurre lo mismo con quienes postean todo seguido, la bitácora de Francesca, y algún compañero más por ahí. En papel no me cansa, pero la atención y el ojo por este medio, al menos a mi, me cansa.
    Ya te diré cuando termine de leerlos Carlos.
    Un abrazo.
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Francesca escribió : »
    ¡Qué sería de mí sin ese heladero!


    Y hoy más aún, te agradezco que me hayas sacado una sonrisa porque acabado de escribir un cuento triste, "Tus manos".

    Ahors mismito voy a leerlo :)
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Al atardecer, los dos holgazanes descansaban en la azotea. Daba gusto contemplarlos durmiendo con placidez sobre la hamaca. El pelo ondulado de Matilde confundido con la melena rubia del afgano. Antes de que ella abriera los ojos su perro gruñó. No debe ser fácil compartir a su dueña conmigo.

    Me he dado cuenta, de que las primeras frases de mi relato son todas demasiadas cortas, y no me gusta abusar de ellas. Me gustan las de recorrido medio, intercalar alguna larga y complicada, y algunas muy muy cortas para romper el "tempo".

    Lo he corregido en mi formato Word, y ha quedado así:

    Al atardecer, los dos holgazanes descansaban en la azotea, daba gusto contemplarlos durmiendo con placidez sobre la hamaca: el pelo ondulado de Matilde confundido con la melena rubia del afgano. Antes de que ella abreira los ojos su perro gruñó, no debe ser fácil compartir a su dueña conmigo.

    Siiii, ahora sí que sí. ;)


  • BLADERUNNERBLADERUNNER Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado octubre 2014
    Muy tierno relato. Me gusta esa referencia inicial del cabello ondulado de Matilde que se confunde con el pelaje rubio del afgano.

    Saludos
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