Cruzo los dedos de mis manos,
cruzo los dedos de mis pies,
cruzo las lágrimas que no han brotado
y pido que algo suceda,
suplico en verdad que no suceda
y no sé cómo hacerlo.
Sé que el destino no existe o deja de existir
porque yo crea o deje de creer,
y sé que no puedo hacer…
nada.
Sé que te acercas, te siento.
Puedo cerrar los ojos y negarte,
pero cuando los abra
estarás ahí,
con tu mirada fría,
vacía,
inescrutable.
Con ese ‘y por qué no’
en el que se estrella mi ‘por qué’
Y sé que contra tí
no puedo hacer…
… nada.
.
Comentarios
Nada me recordó a un poema engañoso de José Hierro, titulado VIDA.
José Hierro ejercitaba sus poemas a pie de bar, junto a una mesa de mármol y una caña con aceitunas verdes en platitos ovalados blancos y muchas servilletas de papel tiradas por el suelo.
Cuando su muerte, fui uno de los primeros en comprar su libro Cuaderno de Nueva York a la librería de Puerta de Toledo.
Para cuando me dé la real gana, editaré algún poema del susodicho de los años 60.
Los muertos nacen, se reproducen y muerden.:rolleyes:
.
.
.
dedos brotan
manos lágrima
sucede la verdad
suplico existir
creer o dejar
poder hacer
&
da>na(e)
sentir ojos
negarse?
cerrar, abrir, estar
mirar el vacío
frío!
volverse inescrutable
porque?
estrellarse
Dejo un silencio de palabras... me faltan...
Sonrisas
Todos y cada uno de ellos.
Tú eres mi regalo.
Trata bien a cada uno de tus días,
y no la mires.
Feliz destino.
Gracias a todos por comentar: a Estrofa por su íntimo silencio, al gato por su corazón, al emboscado por estar siempre al acecho y saber desnudar de esa forma un texto para hacer con lo esencial un nuevo poema, y a los demás por acompañar.
Saludos.