¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

My way.

FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
editado enero 2015 en Narrativa
Introducción.

Quería, desde hace tiempo, tener un lugar en el que recopilar mis relatos cortos sobre las personas con las que me he ido cruzando durante mi vida.
Suina llamó al primero, "Juanillo el Loco", "personaje esquinado", y pensé llamar así a esta sección: "Personajes esquinados", marginados, arrumbados. Pero me di cuenta de que no todos lo son.


Durante días tuve a los míos pensando nombres y baraja como posibles a la mayoría de ellos. La palabra "camino", aparecía varias veces. Mi hija, esta mañana, me dijo:


- Mamá, hazlo a tu manera.


Manera, camino.
Recordé a Sinatra cantando My way, "A mi manera", pero también significa "camino", en inglés.


Pido perdón por el anglicismo, pero en español no encontré un término con las dos acepciones, como éste.


Así que, voy a por la primera, aunque no se trate de una persona, realmente.
«13456789

Comentarios

  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Yo nunca voy al Zoo. No me gustan los zoos. Más bien los detesto. Me duelen las entrañas al ver esos ojos tristes, esas testas cabizbajas como de bestia acorralada.


    He mentido, he ido a algún zoo. En Almería, donde antes se rodaban los "Spaguetti- western", hay un zoo con parcelas al aire libre y con un aspecto menos carcelario que otros. Pero un oso, cabeceando con un hilo de baba colgando del belfo, catatónico, ido y acabado me quitó las ganas de ir de visita a esos centros durante años. Pero te llega la hora de ser madre y te ves obligada a hacer cosas que juraste por Snoopy que no harías en tu vida ( como subirte en el Dragón Khan, por ejemplo, mientras juras y perjuras que te llevaron engañada).
    Un día de primavera, durante las vacaciones de Semana Santa, los niños pidieron ir al Zoo con los primos. ¿Quién tiene la sangre fría y el cuajo suficiente para cerrarse ante esos morritos e ignorar los ojos llenos de lágrimas - más falsas que Judas, por supuesto-? Yo, no.


    Así que, estaba aquella mañana, cargando mi coche como para ir con Balboa a descubrir el Pacífico: mochila con pañales y papillas para la pequeña, nevera repleta de filetes empanados y ensaladilla rusa, botiquín, ropa de recambio, agua y muchos más "por si acas", para las contingencias.


    Llegamos al zoo en grupo. Lío en la taquilla porque mi hermana es una recopiladora de cupones de descuento "que lo flipas". Tuvimos que hacer callar a algún niño para que no se le escaparse que Rafa y Mireia no tenían 13, sino 12, porque la entrada infantil es más baratita. Siempre está el típico crío que se toma en serio eso que mamá le dice de :


    - Hijo, mentir está feísimo.




    Entrar en el Zoo y ponerme nerviosa es todo uno. Un lobo recorría su parcela, como los presos el patio en la hora de recreo: arriba y abajo, arriba y abajo,.. El gorila blanco estaba en otra ciudad, así que los demás no eran tan interesantes. Los pingüinos apestaban a pescado. El camello estaba mudando la piel y parecía un pordiosero.
    Mi hermana levantó la ceja en plan Carlos Sobera y me dijo:
    - Mira, yo me llevo a los niños a ver los delfines, descansa tú con la pequeña.


    Paula tenía entonces 11 meses. Era un bebé en toda regla, pero de los extragrandes, que la cigüeña tuvo que equivocarse de casa a juzgar por lo "recortaditos" que somos sus padres. La niña no caminaba aún, dormía mucho y pesaba un huevo. Me habían recomendado que me comprase una badana, una pieza de tela como las que vemos a las madres africanas en los documentales. Pero esas madres son más altas o menos quejicas que yo, porque a mí la badana me partía la espalda por la mitad y, para colmo, el cochecito no bebía de haber entrado aquel día en la lista de los " por si acaso".


    Buscaba desesperada un sitio en el que ponerme y, o estaban llenos de excrementos de paloma, o estaban llenos de abuelos limpiando los mocos a los nietos - un eufemismo para descansar- o estaban ocupados por grupos escolares que se hacían fotos en poses inverosímiles.

    Caminando, fui a dar con el recinto de los chimpancés. Era el lugar ideal pues tenía un banco corrido alrededor del cristal de seguridad. Me senté , apoyando la espalda para aliviar la del peso, y comencé a acariciar el pelo negro azabache de mi hijita. Entonces, alguien tocó el cristal a mi espalda.

    Era la chimpancé más vieja del Zoo, Dora Maar. Estaba un poco calva y tenía pelos blancos en la coronilla. A todo esto, me pregunto a quién se le ocurrió poner a una simia -por muy digna que ésta sea- el nombre de una de las musas de Picasso. Como decía, que se me va la pinza, la mona me toca con los nudillos. Yo soy muy educada y la miró. Ella, en un gesto típico de las abuelas de los pueblos, levanta barbilla como diciendo " ¿ me enseñas a tu cría?". Yo , no tengo ni idea de por qué, muy solícita, levantó a mi bella durmiente y se la enseño a la provecta primate. Ella me responde inclinando la cabeza y se marcha.


    Me quedé a solas, pensando que los años me vuelven tonta o que el calor me ha reblandecido el cerebro, o algo peor, cuando vuelve Dora. Mastica algo, de aspecto gomoso. Lo saca de la boca y lo estira como se hace con los chicles. Entonces, se coloca de nuevo a mi espalda y pega la bola de "chicle" en el cristal a la altura de mi cara. Pero el chicle no era tal, sino una pasta de heces, supongo que de la propia Dora o de otra chimpancé. Me quedé helada:

    - ¡Qué maleducada eres - le dije enfadada- y eso que te he presentado a mi Paula!

    En esto se me acercó alguien del personal del parque que había presenciado la escena. Me dijo:

    - Señora, es Ud. una privilegiada. Yo nunca había presenciado algo semejante y eso que los grandes simios son mi vida.
    - ¿Presenciado qué?- tercie yo incrédula.
    - Dora y Usted se han comunicado perfectamente y ella la ha tratado como a una de las madres de su grupo.
    - ¿Dándome caca? ¿A eso le llama Ud. integración social?

    (Bueno, también llaman eso a ciertas pensiones, dicho sea de paso, y son de m...)


    Ese señor, Pablo, me explicó que los grandes simios comen en libertad y en cautividad, sus propias heces porque aún contienen vitaminas y proteínas reciclables; que Dora se preocupaba de cuidar a las madres lactantes de su grupo y que había querido que yo - como madre también- tuviese alimentos para dar de mamar a mi hija.


    Me quedé ojiplática, porque esta enemiga de los zoos había leído que ése era un comportamiento propio de los animales confinados y que pierden el "oremus".


    Pablo sonrió:


    - Eso es así, en muchos casos. Pero en éste, precisamente no. Es la primera vez que se comporta así con un visitante y le aseguro que llevo muchos años con Dora.


    Se alejó de mí y yo miré a la chimpancé a los ojos. Me parecieron extrañamente tiernos e inteligentes. Le sonreí y ella se dio media vuelta, alejándose.


    Me dije a mí misma:


    - Esto no se lo cuento yo ni a mi madre.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    El teclado de mi Tablet tiene la función "autocompletar" y no sé cambiarla, todavía. Hay varios errores. Por ejemplo "oremos" por " oremus", y casi al final "esa" por "era" ( ése "esa" el comportamiento de los animales confinados...") si puedes cambiarlos, por lo menos lo de "oremus", te lo agradeceré. Hay alguno más pero me es difícil indicártelo.
    Gracias, guapa.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado julio 2014
    Listo leído y cambiado, bonita la historia de la chimpancé, siempre se aprende algo nuevo:)
  • aguaclaraaguaclara Pedro Abad s.XII
    editado julio 2014
    La primera parte de tu relato me ha recordado el caos que significaba ir con mis gemelas al zoo. Por que si tú ibas cargada con un bebé, imagínate con dos iguales como las mías.
    La historia de la chimpancé me ha parecido muy tierna y curiosa y también me ha recordado a un caso que sucedió en el zoo de Barcelona cuando un niño cayó al foso de los gorilas y una gorila hembra lo defendió ante los demás simios hasta que pudo ser rescatado por los trabajadores del zoo.
    Si es que los animales siempre nos sorprenden, a veces parecen más humanos que algunos de nosotros.
    Me encantó tu relato a tu manera (my way).
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Gracias, Amparo!
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    aguaclara escribió : »
    La primera parte de tu relato me ha recordado el caos que significaba ir con mis gemelas al zoo. Por que si tú ibas cargada con un bebé, imagínate con dos iguales como las mías.
    La historia de la chimpancé me ha parecido muy tierna y curiosa y también me ha recordado a un caso que sucedió en el zoo de Barcelona cuando un niño cayó al foso de los gorilas y una gorila hembra lo defendió ante los demás simios hasta que pudo ser rescatado por los trabajadores del zoo.
    Si es que los animales siempre nos sorprenden, a veces parecen más humanos que algunos de nosotros.
    Me encantó tu relato a tu manera (my way).


    Gracias por detenerte en mi relato, Aguaclara.


    El episodio de la chimpancé es verídico y yo fui su coprotagonista. Pero, como el propósito de "My way" no es el de escribir un diario o unas confesiones, los detalles personales de la protagonista están novelados. Ella sólo coincide conmigo en que ambas teníamos un bebé talla XL, que despertó el instinto protector de la simia.




    Me alegra que te haya gustado porque me divertí muchísimo escribiéndolo.
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado julio 2014
    Me siento identificado con Francesca.
    Muy identificado, en todo.
    En sus textos y mensajes.

    Me gustan sus formas y su todo.

    Ya, por lo privado, te mando mi número de teléfono.:rolleyes:

    Eso sí: pagas tú.


    .
    .
    .
  • odmaldiodmaldi Fray Luis de León XVI
    editado julio 2014
    Mientras leía, Francesca, me entró culpabilidad y nostalgia. Culpabilidad porque de pequeña practicamente obligaba a mi mamá a llevarme al zoológico en sus días de descanso. Era mi delirio. La hacía caminar por horas, y también cargaba un bolsón con comida, cremas para el sol, agua, entre otras cosas. Nunca se quejó ella. Con sus descritos recordé los camellos exactamente como usted dice, el pelaje, y el mal olor de los pingüinos. Todo tal cual.

    Ya de adolescente/adulta no pude ir más por cuestiones de tiempo, y tiempo después volví para recordar mi enamoramiento con los elefantes. Cuando llegué su área estaba vacía. Le pregunté a los trabajadores y resultó que todos los elefantes murieron: Tatima, Peaches y Wankie. Murieron de causas naturales, según, pero igual murieron. Me senté a llorar en la banca que quedaba frente de lo que era su área. Toda una ridícula, sí, pero esas son las memorias que dejan las madres en sus hijos sin darse cuenta. Creo que lloré más porque me di cuenta que ahí quedaba parte de mi niñez, y que mi mamá se ha ocupado siempre de dejarme grandes recuerdos.

    En serio, gracias por este relato. Gracias por compartirlo.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Lo de ojiplática, me ha llegado al alma.:D Veo que te vas animando, Francesca, a ver cuando salpimentas las cosas, que me lo prometiste!:rolleyes:
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Quinti escribió : »
    Me siento identificado con Francesca.
    Muy identificado, en todo.
    En sus textos y mensajes.

    Me gustan sus formas y su todo.

    Ya, por lo privado, te mando mi número de teléfono.:rolleyes:

    Eso sí: pagas tú.








    .
    .
    .


    Vaya, ¡ me he puesto colorada!
    Bromas aparte: me encanta escribir y en el Foro estoy aprendiendo mucho leyendo, viendo los comentarios que se hacen a los compañeros y poniéndome a prueba cada vez que escribo.
    Reconozco que suelo pasarlo muy bien, a pesar de llevarme alguna vez un sofocón. Pero eso tiene de malo el ser pasional, que nadie te evita los sofocones.


    Pero no he entendido lo que tengo que pagar yo: la llamada o el vasito de caracoles que diría nuestro amigo Carlos...
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    odmaldi escribió : »
    Mientras leía, Francesca, me entró culpabilidad y nostalgia. Culpabilidad porque de pequeña practicamente obligaba a mi mamá a llevarme al zoológico en sus días de descanso. Era mi delirio. La hacía caminar por horas, y también cargaba un bolsón con comida, cremas para el sol, agua, entre otras cosas. Nunca se quejó ella. Con sus descritos recordé los camellos exactamente como usted dice, el pelaje, y el mal olor de los pingüinos. Todo tal cual.

    Ya de adolescente/adulta no pude ir más por cuestiones de tiempo, y tiempo después volví para recordar mi enamoramiento con los elefantes. Cuando llegué su área estaba vacía. Le pregunté a los trabajadores y resultó que todos los elefantes murieron: Tatima, Peaches y Wankie. Murieron de causas naturales, según, pero igual murieron. Me senté a llorar en la banca que quedaba frente de lo que era su área. Toda una ridícula, sí, pero esas son las memorias que dejan las madres en sus hijos sin darse cuenta. Creo que lloré más porque me di cuenta que ahí quedaba parte de mi niñez, y que mi mamá se ha ocupado siempre de dejarme grandes recuerdos.

    En serio, gracias por este relato. Gracias por compartirlo.



    Gracias por este caluroso comentario. Me has emocionado porque la niñez es nuestro hogar. Todos echamos de menos a las personas que compartieron nuestra vida. Eso intento con "My way", aunque noveles ciertos detalles.


    Afectuosos saludos.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    CarlosSerrano escribió : »
    Lo de ojiplática, me ha llegado al alma.:D Veo que te vas animando, Francesca, a ver cuando salpimentas las cosas, que me lo prometiste!:rolleyes:




    Gracias , Carlos por detenerte en mi rinconcito de recuerdos.
    Ya he comprado un molinillo de pimienta y me la echo por encima todos los días para ir calentando los motores! A ver si me sirve.
  • CielitoDeMiPiezaCielitoDeMiPieza San juan de la Cruz XVI
    editado julio 2014
    Me gustó el relato, ameno y cálido. Una madre desenfadada con la cual nos podemos mirar... Ojiplático XD

    .
    ..
    .
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    CielitoDeMiPieza escribió : »
    Me gustó el relato, ameno y cálido. Una madre desenfadada con la cual nos podemos mirar... Ojiplático XD

    .
    ..
    .

    Gracias, de verdad.


    Sí, yo nunca digo "ojiplática", ni "huevo", como gónada masculina..., Pero por un momento me poseyó el espíritu de esa madre desenfadada.


    Abrazos.
  • DukdosDukdos Pedro Abad s.XII
    editado julio 2014
    ... pero nos lo contaste a nosotros. Y por eso gracias.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    ¡Cuánto tiempo sin saber de ti!


    Gracias por tu comentario.
  • DukdosDukdos Pedro Abad s.XII
    editado julio 2014
    Sí, Francesca; mi vida se parte en periodos de cuatro meses, cuatro para trabajar (soy marino), con acceso restringido a Internet y cuatro para descansar con libertad absoluta para disfrutar con las cosas que me apasionan fuera de la profesión.... ayer comenzó este periodo y estoy feliz de reencontrarme con vuestras cosas en el foro.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Bienvenido!!!!
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado julio 2014
    Bonita introducción del desarrollo en la búsqueda de un nombre para el hilo. Ahora sé el porqué de My way (la canción de Sinatra me encanta :-O por cierto)

    Tengo las mismas sensaciones que tú en cuestión de zoos y animales. Hay miradas que van más allá y se sienten, aunque sean de otras especies y tengan cuatro patas... o plumas... o escamas... o ¡que se yo!

    Me ha gustado mucho la experiencia donde conociste a Dora Maar. Vio algo especial en ti que creo empatia, o simpatía, como prefieras llamarlo, pero fue precioso :-O

    Espero que escribas más relatos de personajes que se cruzaron en tu vida en algún momento. No me las perderé.

    Sonrisas.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    estrofa escribió : »
    Bonita introducción del desarrollo en la búsqueda de un nombre para el hilo. Ahora sé el porqué de My way (la canción de Sinatra me encanta :-O por cierto)

    Tengo las mismas sensaciones que tú en cuestión de zoos y animales. Hay miradas que van más allá y se sienten, aunque sean de otras especies y tengan cuatro patas... o plumas... o escamas... o ¡que se yo!

    Me ha gustado mucho la experiencia donde conociste a Dora Maar. Vio algo especial en ti que creo empatia, o simpatía, como prefieras llamarlo, pero fue precioso :-O

    Espero que escribas más relatos de personajes que se cruzaron en tu vida en algún momento. No me las perderé.

    Sonrisas.
    Gracias por tu cariñoso comentario.
    ¡Menos mal que he llamado "My way" a este hilo, que queda más fino que nuestro castizo "A mi bola"...
    Hoy, historia nueva.
  • AloneAlone Anónimo s.XI
    editado julio 2014
    Sencillamente lo has contado maravilloso, Francesca. No hago ninguna acotación respecto de la gramática o modismos, pues cada país tiene su argot, su modo de expresar y todo eso. Lo esencial es que llegue al interior del lector. Felicitaciones, me agradó muchísimo.:)
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Gracias, Alone, por una crítica tan positiva.


    Normalmente , no uso modismos en tanta abundancia, pero el personaje lo requería.
    La situación con Dora Maar la viví yo, pero no soy la alocada madre del cuento. Yo suelo ser más seria ( No sé...)


    En cuanto a los modismos, estoy totalmente de acuerdo contigo: el español es riquísimo. Somos una enorme comunidad de hablantes que se nutre de las particularidades de cada zona idiomática. Yo creo en la teoría del "español koiné" pues prefiero sumar o multiplicar. Por eso me han encantado tus modismos argentinos en la historia del baile y la diferencia diametralmente opuesta al lenguaje empleado en "Redención" .


    Muy agradecida.
  • Dr FictizioDr Fictizio Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    A mi me ha dejado erizopélico y bigotiésico.

    Qué profunda animalidad nos brindas en este relato, humana.

    Arañazos (que son las caricias de los grandes felinos)
  • Nae SirudNae Sirud Juan Boscán s.XVI
    editado julio 2014
    Original y emotivo. También se me han erizado los pelos un pelín.

    Saludetes (a tí también, gatazo)
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Dr Fictizio escribió : »
    A mi me ha dejado erizopélico y bigotiésico.

    Qué profunda animalidad nos brindas en este relato, humana.

    Arañazos (que son las caricias de los grandes felinos)




    ¡¡¡Miauuuuhhh!!!
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Nae Sirud escribió : »
    Original y emotivo. También se me han erizado los pelos un pelín.

    Saludetes (a tí también, gatazo)

    Me alegra que te haya gustado, Nae.¡Y que te haya emocionado, también!
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Caminaba a contracorriente entre los turistas que transitaban a esas horas por las Ramblas. Ese domingo, Alejandro había decidido salirse de su barrio y pasear por la zona más turística de Barcelona. Hacía poco más de un año que había desembarcado en el Prat y, desde entonces, había dedicado muchos de sus domingos a callejear y a visitar los principales monumentos, no siempre los más conocidos.


    Alejandro era Cordobés, pero un cordobés trasatlántico. Había cruzado el Charco cuando un prestigioso estudio se había interesado por el joven y prometedor arquitecto argentino que había ganado un concurso internacional. Se había graduado con honores en la Universidad de Belgrano y sus padres le apoyaron a la hora de tomar la decisión - quizás- más importante de su vida.


    Ahora estaba allí, en España, lejos de los suyos. Pero no podía quejarse. En el trabajo le iba cada vez mejor. Había comenzado participando en los proyectos de los arquitectos más experimentados y ahora, por fin, le habían dado uno propio. No era un gran proyecto ( no uno de los nuevos rascacielos del Port Olímpic, ni un gran Hospital, ni una lujosa zona residencial), pero sí que suponía un gran reto para él. Se trataba de la remodelación de un antiguo edificio modernista de Puig i Cadafalch. Debía conservar la fachada, y remodelar su interior de acuerdo con la vida moderna. Quería que su edificio careciera de barreras arquitectónicas para las personas con dificultades. Había decidido buscar materiales, desechos de otras obras con solera, para reciclar todo lo que pudiese. Su jefe estaba encantado.


    Caminaba solo aquel día, aunque ya tenía algunos amigos. Se había instalado en el Borne pues era un barrio de origen medieval. Santa María del Mar le asombrada y pasaba allí muchas hora admirando la calidad del trabajo de su anónimo ( o anónimos ) colega de aquellos tiempos. Se sentaba bajo la frescura de sus ojivas y disfrutaba de la música, pues solía haber conciertos. La música , bajo las bóvedas milenarias, le tornaba ingrávido y le inspiraba. Por la noche, el barrio estaba muy animado y salía a menudo con su grupo de amigos, todos de una edad similar a la suya.
    Pero Alejandro era un romántico empedernido y echaba de menos estar enamorado. Había conocido mujeres dentro y fuera del trabajo. Nunca había querido mantener relaciones con sus compañeras, y con ellas se había limitado a tomar algo después de la jornada laboral. En sus escasas escapadas a las discotecas de moda ( no le entusiasmada el ambiente nocturno), había conocido alguna muy atractiva . Pero la cosa no había pasado de un revolcón o de alguna relación breve y superficial.


    - ¿Qué andás buscando, Alejandro?- se decía después de haber dejado de ver a alguna de esas chicas guapas.


    Comprendió que necesitaba una mujer con la que pudiese hablar y reír. Deseaba una complicidad que se extenderse más allá de las sábanas y que lo invadiese todo. Siempre se había dicho:
    - Cuando la conozca, sabré que es ella.


    Aquel domingo había decidido pasarlo solo. Se había levantado temprano y había aprovechado la frescura del mar. Había comido en un estupendo local de tapas. Se estaban poniendo muy de moda porque sabían combinar la tradición con el diseño culinario. ¡Ah, las tapas! Le parecían un hallazgo y las devoraba. Tenía suerte de estar delgado comiese lo que comiese. Después venía la siesta ( otro gran invento español) y el paseo cuando el sol estaba en descenso.


    Y allí estaba él, en medio de las Ramblas, como un salmón subiendo el río ( así se apellidaba él, "del Río") hacia una heladería en la Plaza Cataluña, cuando la vio.


    No era especialmente alta, no era especialmente bella, pero poseía una luz que la hacía destacar , convirtiendo a todos los demás en un mero telón de fondo. Su telón de fondo. Entre una muchedumbre de chanclas y bermudas, ella caminaba cimbreante sobre unos altísimos tacones. Llevaba el cabello cortado como una Cleopatra de ahora y vestía con discreta elegancia. Al cruzarse con ella, se miraron. ¡Ay, Dios!, había terciopelo en esos ojos.
    Alejandro, que más bien tiraba a tímido, perdió en ese mismo instante su cortedad y se lanzó a seguirla. La alcanzó a la altura del Liceo.


    - Hola - le dijo- te he visto y no he podido evitar fijarme en ti.
    Ella le miró en silencio.
    - Dirás que soy un atrevido, pero quería pedirte algo: ¿ me dejas que te invite a tomar un refresco?
    Ella seguía mirándole fijamente sin despegar los labios.
    - Bueno, perdona que te haya molestado- terminó él alejándose porque había notado que se había puesto todo colorado.
    Entonces, ella le detuvo con la mano y él contempló la sonrisa más bonita que había visto en su vida: una sonrisa alegre, franca, casi infantil y unos ojos que se habían convertido en dos medias lunas de plata.


    Caminaron hasta una de las cafeterías de la Plaza del Pi. Se sentaron en una mesa del interior del local, para evitar la ruidosa terraza. Hablaron durante horas. Ella le daba la réplica en todos los temas que proponía , con una gracia poco común. Si desconocía algún aspecto de la conversación, lo admitía humildemente. Opinaba con inteligencia. Y era tan femenina que transportaba femineidad por sus poros. A ratos, callaba escuchado atentamente a Alejandro. A ratos, hablaba hasta por los codos con un entusiasmo contagioso.


    Parecía muy joven por la tersura de su piel y por su cuerpo delgado, pero sus ojos poseían sabiduría. Alejandro no se atrevió a preguntarle su edad. Lo cierto es que hablaron como dos amigos que se saben al dedillo la vida del otro.


    De repente, ella reparó en que había oscurecido. Cuando miró el reloj, parecía preocupada:


    - He de irme, lo siento.


    La acompañó hasta el Metro. La tomó de la mano y notó que se agitaba como una paloma dentro de la suya. Eso le encantó. En medio del gentío, la enlazó del talle para evitar que las pandas de turistas la arrastrasen. Su contacto era cálido y perturbador. Alejandro sintió el mordisco del deseo. Pero ella le miraba sin advertir ningún cambio en él.
    Llegaron a la boca del metro. Se miraron. Él miraba sobre todo su boca, de labios llenos y de aspecto tierno. Le dijo:


    - Me muero por saber cómo besan esos labios.


    Ella dejó caer las pestañas y le besó en la mejilla. Olía a canela y a la flor del naranjo y eso hizo que Alejandro desease probar el sabor de su piel.


    - Yo nunca beso en la primera cita- y su sonrisa fue toda picardía y gracia.


    Alejandro se dio cuenta de que no conocían sus nombres:


    - Yo soy Alejandro.
    - Yo me llamo Ella-pronunció "ela".


    Bajó y en el último escalón se volvió para mirarle. Vaciló, como si se le olvidarse algo, como si algo faltase. Él sonrió diciéndole adiós con la mano. Entonces, Ella se encogió de hombros y se perdió de vista.


    Alejandro no recordó después nada de su camino de vuelta a casa. Siempre diría que puso el piloto automático y se concentró solamente en su felicidad. ¡Estaba enamorado! Loca, perdida y rematadamente enamorado.


    - Ella es ella- se dijo.


    En casa, tendido en la cama, pensó en la próxima cita, en que la besaría y en que pasearían de la mano. Y de repente, la realidad le aplastó con un puño de hierro:


    Alejandro había olvidado pedirle su teléfono.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Huston, Colombia, tenemos un problema:


    Esta Tablet es muy sofisticada, pero se ha vuelto mi enemiga: he conseguido corregir todos los errores causados por la función "autocompletar", pero se me ha resistido uno, casi al final. Dice:
    "Y era tan femenina que "transportaba"..." Yo he escrito 20 veces "transpiraba" y así debe ser.
  • Dr FictizioDr Fictizio Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    HOUSTON !!!!! Atención. También ha pasado aquí:
    "Santa María del Mar le asombrada"
    Supongo que es asombraba.

    Quítale la autocorrección a la tab, tú escribes mejor que ella jejejeje.

    Muy bonita escena. A lo mejor un poco fácil de más, para ser creíble, pero bonita. El sueño de todo hombre, que le hagan caso sin más obstáculos. Pero Alejandro, hombreeee!! Cómo no has quedado???

    Bueno, en este caso se impondría pasarse varios días en los mismos lugares y las mismas horas: las ramblas donde él la abordó, el bar a la hora en que llegaron, la boca del metro a la hora en que se despidieron. Si la chica quiere repetir (al chico "se le supone"), no tardará muchos días.

    Arañazos
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Dr Fictizio escribió : »
    HOUSTON !!!!! Atención. También ha pasado aquí:
    "Santa María del Mar le asombrada"
    Supongo que es asombraba.

    Quítale la autocorrección a la tab, tú escribes mejor que ella jejejeje.

    Muy bonita escena. A lo mejor un poco fácil de más, para ser creíble, pero bonita. El sueño de todo hombre, que le hagan caso sin más obstáculos. Pero Alejandro, hombreeee!! Cómo no has quedado???

    Bueno, en este caso se impondría pasarse varios días en los mismos lugares y las mismas horas: las ramblas donde él la abordó, el bar a la hora en que llegaron, la boca del metro a la hora en que se despidieron. Si la chica quiere repetir (al chico "se le supone"), no tardará muchos días.

    Arañazos



    !. Erratas: estoy acostumbrándome aún al doble escritorio ( de Tablet y de ordenador ) y mi hija adolescente no ha sabido ayudarme con lo de la función dichosa esa.


    Tienes razón. Amparo, si lo lees, ¡ya sabes! GRACIAS.


    2. Creíble o no.


    Es cierto, parece fácil, pero es que Alejandro y Ella existen, con otros nombres. Él regresó muchos otros domingos a los lugares en los que se estuvieron juntos, pero no volvió a encontrarse con ella.
    Es triste, ¿no?


    Con un ronroneo,


    Francesca.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com