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“Lávame de mi iniquidad y límpiame de mi pecado. Rocíame con hisopo y seré lavado y emblanqueceré más que la nieve.”
(Salm 51, 4; 9)
Vivimos en un círculo vicioso,
impregnado de gritos,
explosiones,
y caballos corriendo desbocados.
Yo pecador y el cielo casi,
como moradores de unos cuerpos en el borde de vivir,
pero eres la chica que soñaba con un milagro.
Acabo de oír cerrarse la puerta,
en este vacío paraíso donde ayer meditábamos
desnudos.
Ite missa est.
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Comentarios
La última estrofa es notable, el portazo al mundo espirtitual y el latinazgo me hace referencia a Rubén Darío (de su poema Ite, missa est, 1º estrofa):
Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
Virgen como la nieve y honda como la mar;
Su espíritu es la hostia de mi amorosa misa
Y alzo al són de una dulce lira crepuscular.