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Caja de música

Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado junio 2014 en Prosa Poética
A una inmigrante al verla llorar.


Puerta entreabierta. En mi despacho entra un gélido estertor violento que huele a estiércol. Unas risotadas asustan al viento.
Dejo colgada mi cabeza sobre la percha; me pongo el corazón sobre la cabeza para pensar con sus latidos.
Mis pies alados se precipitan sobre el llanto amargo. Veo cómo una muchacha camina sobre un alambre que separa sus sueños de la cruel realidad. Callo, observo con ceño fruncido. Burla, escarnio: la calesa de la chica se estrella contra los rugidos de algo que se ha dibujado en el aire negro: una esvástica de cuervos con gomina. ¡Negra de mierda!, vete a tu tribu!, le dicen haciendo gestos simiescos.
Uno le grita violentamente a sus ojos mojados. Y dos peones se unen a la partida: el jaque mate lo quieren rápido.
¡Grito!, enfrento la voz de la vida a esa muerte tan temprana. Huyen. La cobardía grazna.
No llores, cariño mío... Y si lo haces que tus lágrimas rieguen de nuevo esa sonrisa de niña que inunda tu esperanza.
Mi mente vuelve a su sitio al verlos correr dejando un aroma de profunda tristeza que me cabalga.
Ella no entiende nada; sólo mi abrazo, el calor de mi mirada.
¿Cómo hablar a descerebrados?... Me es imposible tratarlos adecuadamente porque no solo corrompería mi juicio sino mi conciencia cuando oigo caer las lágrimas de la chica como árboles talados, desplomados, muertos.
Llegan unas amigas suyas, tan blancas como la leche. La abrazan. Se marchan.
Y me siento a escribir estas palabras que nunca se llevará el viento.
¿Todo es vida?, pregunto a mis entrañas investidas de sueños que me recuerdan el sonido de una caja de música que me saluda con los brazos para abrazarme, levantando los ojos en un baile de hadas. La melodía está dedicada a una princesita helada. Estoy cansado, pero los sueños de amor me acicalan.
Una mosca revolotea a mis espaldas.

Comentarios

  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado mayo 2014
    Este texto lo escribí hace algunos años. Ha sido plagiado un par de veces con modificaciones mínimas.
    Días atrás volvió a surgir el mismo problema. Por eso he vuelto a escribirlo.
    Esa inmigrante se llama Hermelinda y es la inocencia hecha persona.
    Aunque no lo leas, quiero que sepas que somos muchos los que estamos a tu lado.
    Te queremos, princesa de la cajita de música, casa de estrellas colgada del cielo que nos haces caer hacia arriba porque nos abrazan tus alas.
    Cuando me dices: "Miguel, no tiene importancia", yo te repito: "Vivir, como tú lo haces, esa vida amoratada, me hace tener la cabeza muy alta porque tú me lo enseñas con el amor de tu mirada".
    Gracias, Hermelinda, muchas gracias.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado junio 2014
    Dentro de su tristeza que confortante tener tus brazos de consuelo, afortunada hermelinda:)
  • BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2014
    Conmovedor poema. La solidaridad no debe pararse ante las fronteras, aunque pongan barreras de alambre de espino.

    Saludos solidarios.
  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2014
    Vivir a pleno pulmón la tragedia de inmigrantes es difícil, demasiado difícil.
    Personalmente no creo en las fronteras ni las naciones ni las banderas. Creo en el ser humano libre.
    Esta experiencia, desgraciadamente, la vivo a diario con alumnos/as que son sobre todo negros o latino-americanos que han llegado a cursar, a duras penas, el bachillerato ( la mayoría no llegan a la universidad porque no tienen recursos). También es cierto que son pequeños grupúsculos neo-nazis que están controlados hasta donde podemos. A mí, como psicólogo, me toca no solamente darles cariño; lo más importante es que recuperen la dignidad perdida.
    ¿Sabes, querido amigo?... Si un ser humano, por su raza, es discriminado a mí también me discriminan con mi piel blanca. He tenido que ahijar a algunos alumnos/as para que, junto a mi esposa, sientan el calor afectivo en una familia.
    Muchas gracias por su solidaridad.
  • SinrimaSinrima Miguel de Cervantes s.XVII
    editado junio 2014
    Miguel, desde el día en que leí este escrito tan emotivo, tuve la impresión de que ya lo había leído en alguna parte. Me gusta, claro que sí, pero me resulta tan conocido que no me ha sorprendido. ¿Lo has publicado en algún otro foro? ¿Eres tú la persona en la que estoy pensando? Tenéis rasgos de expresión y carácter bastante comunes.

    Bueno, la intriga también es divertida.

    Saludos.
  • Abraxas_Abraxas_ Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    No lo había visto. Me gustaron mucho algunas imágenes que incorporas, por ejemplo lo de la tristeza que riega el terreno de las futuras sonrisas, también la mosca del final.

    Mayor valor si es un hecho real.


    .
    ..
    .
  • odmaldiodmaldi Fray Luis de León XVI
    editado junio 2014
    Surgen tres impresiones al leer este relato:

    1. Lectura un poco truncada. ¿Cómo se le llama a este estilo de saltar de una cosa a otra, con oraciones cortas, sin llevar al lector a que imagine la escena completa? No se me viene a mente ahora, pero eso me pasó al leer cómo el autor salta de una cosa a otra, describiendo, no permiténdome como lectora conectar una cosa con otra. Eso me lleva a preguntar, ¿cómo se llegó de la escena de la inmigrante, al segundo personaje a cuestionar la vida? O, ¿cómo encaja la caja de música? Me pareció también curioso como escribió, "¡Grito!", tal cual, mostrando que un grito es un grito, y no en sí mostrando que algo gritó, o qué fue lo que gritó.

    2. Los dos puntos. En ciertas partes los dos puntos no se han usado de manera correcta. ¿Hay algún propósito en relación al relato por lo cual el autor ha hecho esto?

    3. El título dice "Caja de música", el relato habla brevemente de una inmigrante, personas que la hostigan (?) y pero el personaje principal resulta siendo el que narra. Todo lo que sucede, ¿sucede en la mente del que narra? ¿Realmente salió e hizo algo, o simplemente todo sucedió en un espacio interno, mientras miraba lo que sucedía por medio de la puerta entreabierta?

    Gracias por compartir.
  • ArroyoArroyo Juan Boscán s.XVI
    editado junio 2014
    Me ha gustado este relato; es conmovedor y expresado también desde una conmoción interna del autor, creo yo. Empleas imágenes originales e incluso surrealistas como la de la cabeza y tu estilo desprende creatividad y buenos sentimientos.

    Con tu permiso, Miguel, y respetuosamente, quiero felicitar también a Odmaldi por su detenido comentario,planteando su opinión y algunas dudas de forma tan respetuosa.

    Mi felicitación a ambos.
  • Miguel RuizMiguel Ruiz Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2014
    Antes que otra cosa quiero agradecer a Arroyo sus palabras. Muchas gracias amigo mío.

    Odmaldi: las preguntas que planteas necesitarían muchas páginas para responderlas. Intentaré responder, a corazón abierto, cómo surgió este trabajo en pocas palabras.
    La experiencia es personal, tal cual está narrada. Como nos enseñó Umberto Eco, la obra está abierta al lector. Personalmente no pienso en exceso en el lector cuando escribo. También es cierto que me salto ciertas normas ortodoxas gramaticales porque creo que el mundo de la creación literaria está dentro del alma del autor. García Márquez y Saramago, por poner dos ejemplos, en algunas de sus obras son tan "escalofriadamente" díscolos que rompen con toda regla de la puntuación etc. (podríamos comentar muchos otros).
    No creo que trunque la lectura exactamente; lo que me interesa es que el lector se sumerja en la lectura. Al ser psicólogo juego mucho en ese aspecto. Quiero que pare en lectura, o siga. Me interesa que se detenga en lo fundamental... En el fondo quiero que el lector se ponga en mi piel.
    Sobre la construcción sintáctica soy muy amigo de utilizar la elipsis llevada a veces al extremo (Soy. Estoy. Me voy...) Nunca digo qué, dónde, o cuándo... porque es el lector el que debe adivinarlo. Esto requiere trabajo por parte del lector, pero si coge el hilo es incapaz de abandonarlo. Quizá es por ser poeta antes que otra cosa.
    Sobre la utilización de los dos puntos, es lo que le digo. Si me interesa hacer correr al lector utilizo la puntuación más adecuada; si quiero que marche como en un paseo, puedo extender la oración "ad infinitum".
    Mi trabajo, en este caso, es lo que he titulado "el golpe sorpresa" en algún artículo. El lector debe emocionarse, llorar o reír; depende de cómo quiera conducirlo con la forma. En este trabajo la última oración (sobre la mosca revoloteando) es seguramente lo que explica el resto, cuando, aparentemente, no tiene ninguna importancia.
    El título, "caja de música", está explicado sucintamente dentro del texto. Es posible que no sea captado, pero al releerlo queda claro (a al menos eso pretendo)
    No me gusta escribir linealmente. A veces utilizo bucles, laberintos... Utilizo imágenes surrealistas, que pueden romper la lectura.
    En realidad lo que hago, amiga mía, es jugar con el lenguaje de forma psicológica.
    Le pongo un ejemplo: "Grito. Despacio repito: no te vayas. Vuelvo. No encuentro nada". Creo que el lector sabe qué estoy diciendo.
    Moterrroso escribió un cuento de una frase. Luis Felipe Lomelí aún fue más corto.
    Esos golpes psicológicos explican más que una novela al uso de quinientas páginas.

    Gracias a usted por sus palabras.

    Miguel.
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