Escribo de medio lado, tocada del ala, como sin querer queriendo, dudosa de como asir su esencia porque ella es inaprensible, y aunque a veces, las más, fue luz, a veces también fue sombra.
No es fácil hablar de ella. Más que estrecho, puente; más remo que rémora; más acción que facción, fáctica amiga resuelta.
Mi madre me preguntó si diría unas palabras en su funeral. Le dije que no, que no podía, que las dijera su hermano.
— Roguemos por el alma de María… —pronunció el cura su primer nombre, su segundo que apenas recordaba, sus dos apellidos.
La imaginé a mi lado escuchando el oficio, una ceja más levantada que la otra. A su manera.
— Dale Señor a tu sierva el eterno descanso, que la luz perpetua la ilumine.
Fer se balanceaba apoyándose en un pie, luego en el otro, la mandíbula apretada marcando huesos. Recordé que de pequeño padecía de bruxismo, sus dientes rechinaban sobre todo cuando dormía, nos burlábamos de él con el cruel retintín de
chino rechino de la Ferechina. Una vez, por este motivo, le dio tal empujón a su hermana y con tan mala suerte que le abrió la cabeza al caer hacia atrás, tuvieron que darle puntos de sutura, nunca le volvió a crecer el pelo en una zona de unos siete centímetros cerca de la coronilla, sabía disimularlo con alguna horquilla, ella lo llamaba su tercer ojo, decía que desde ahí, o por ahí, podía leernos el pensamiento. Lo cierto es que, de adultos, nunca dudé de su capacidad intuitiva para saber lo que sentíamos todos. Era muy difícil engañarla.
Fer hacía lo imposible para mantenerse erguido, de manera casi aséptica disertaba sobre lo grande que era su hermana, enumerando logros, aptitudes, capacidades múltiples. Una estrategia para no derrumbarse.
— Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Con la mente en blanco, aguantando el tipo, escuché como el cura desvirtuaba a mi amiga.
De ella tengo guardados todos los momentos, cada uno de ellos, incluso los amargos. La mañana del funeral llevé al joyero un anillo de aguamarina engarzado en oro para que lo acortaran. Mi dedo mide, según la tabla de equivalencias de medir anillos, un 14, el de ella un 16, no sabía que su anular midiera 2 mm. más que el mío. No sabía que la última vez que la vi, fue la última definitiva de las veces. No sabía que respirar sin ella fuera tan difícil. No lo sabía.
El
Kirye Eleisón se elevó por encima del púlpito adosado a uno de los cuatro pilares alcanzando la cúpula central. Cristo ten piedad, clamaron los fieles…María reverberada en los muros, en el ábside, en los contrafuertes, las vidrieras soplaban Marías.
Sobrevuela María nuestras inclinadas cabezas. Ahora sonríe.
Comentarios
En la penúltima frase falta una S ( ya sé, ya sé que soy tiquismiqui...o como se diga el miqui).
La frase que pone las vidrieras soplaban María, al final, debe decir para qu ehaya concordancia con el plural, y porque me gusta más, las vidrieras soplaban Marías
Amparo siempre amparando :rolleyes2:
Gracias DonCalaca.
Existen púlpitos que son verdaderas obras de arte.
Nos leemos.
Es un texto muy bonito, por lo que tiene de emotivo, por su pizca de ironía, por los sentimientos que se intuyen.
Hay imágenes y expresiones que me han encantado y que te pondré a continuación. Pero , en cuanto a la puntuación, hay oraciones, frases y párrafos en los que echo en falta puntos o comas que me permitan respirar mejor . Y , también, esos signos pueden secuenciar mejor las ideas.
Más remo que rémora,y todo ese párrafo. juegas con la aliteración de la r, pero contrapones ambos conceptos.
Escuché cómo el cura desvirtuaba a mi amiga qué ironía tan estupenda.
No sabía que respirar sin ella fuese tan difícil, esa frase me la enmarco.
María reverberaba... Me ha encantado porque , según la RAE, cuando un sonido reverbera es porque no puede ser absorbido por las superficies en las que rebota. Me parece muy adecuado para María.
La historia de humor de Fernando y de María. Me recuerda a un entierro en mi familia en la que, para romper la tensión, uno empezó a recordar anécdotas del difunto.Los dolientes empezaron a reírse. Y, puedes imaginarte.
Muy buen texto, Suina.
Sobre lo que me dices de la puntuación, puede que tengas razón. Te cuento, se me dan bien las frases cortas, no del todo mal las de recorrido medio, con las largas tengo dificultades...y estoy en ello, mezclándolas y leyendo a los maestros...a ver si aprendo.
Tu saca la garlopa de cepillar fallos las veces que quieras, conmigo no tengas problemas en hacer una crítica feroz, aunque me encanta que te haya encantado este saudade.
P.D.- Es verdad, dicen que no hay boda sin llanto, ni duelo sin risas.