Durante casi dos cursos, a mi hermana y a mí nos internaron en un colegio de monjas dominicas.
Nos habíamos criado en el espacio abierto del Sahara donde se encendía el cielo por breves segundos cada vez que corrían por él los cometas y las estrellas fugaces. El desierto comenzaba casi en la puerta de mi casa, las dunas se extendían hasta donde alcanzaba el horizonte de la mirada. Alguna gacela de vez en cuando se cobijaba del sol bajo las escuálidas sombras del vecino bosquecillo de árboles del argán, y las cabras trepaban por las ramas para alcanzar los frutos de sus copas. Ni siquiera cuando subíamos al campanario de la misión lográbamos ver el final del mar de arena. Un infinito amarillo.
Mi madre y Saina nos marcaron la ropa delinternado con un IR7, y AR6. Saina lloraba mientras bordaba nuestras iniciales en rojo. Mamá se hacía la dura, no quedaba otra que darnos una educación como Dios manda.
—Dios no puede mandar que las ninias pequenias vivan lejos de familia, seniora.
—¡A callar Saina!.
En el dormitorio comunal nos esperaba una larga fila de camas de colchas estiradas, pronto aprenderíamos a hacerlas de manera impecable. Las baldosas del suelo, en blanco y negro, alargaba el paisaje estático. Durante años dibujé de cien maneras distintas aquella alineación que tanto impacto visual me causó la primera vez, una constante repetida en mis dibujos. No entiendo cómo, amando tanto la sinuosidad del paisaje de mi infancia, la luz del Sahara, fuera una obsesión dibujar siempre puntos de fugas en grises.
El veinticuatro de diciembre preparamos un belén viviente en el colegio. A mi rubia hermana le dieron el papel de ángel por ser la más pequeñita de todas las niñas. No costaría nada izarla sobre el portal anunciando la Buena Nueva. El niño Jesús nos lo prestó la cocinera, su nieto era un bebé tranquilo y dormilón. Todo estaba saliendo muy bien, las poleas sujetas del techo bien engrasadas para no hacer ruido ni estorbar el Aleluya del coro. El ángel, iluminado por un foco azul descendía con majestad desde los cielos cuajado de estrellas de papel de platina. El niño Jesús se despertó, alzó la mirada como un niño curioso, lo que era, y señaló a mi hermana que sobrevolaba por encima de su cuna-pesebre.
Fue entonces cuando comenzó a caer algo desdeel interior de su túnica, unas braguitas de algodón blanco resbalaron por sus piernas de ángel, la pobre hacía todo lo posible para sujetarlas. Quedaron colgadas de uno de sus tobillos mientras hacía aspavientos y se balanceaba por el escenario hasta que golpeó, derribándolo, el panel de cartón que simulaba el castillo de Herodes. El niño alzó sus dos pequeñas manos y agarró al vuelo la tela blanca que pendía sobre él. Mi hermana había confundido mis bragas, a pesar de estar marcadas con unIR-7, con las suyas.
Todo el público se reía, incluido nuestro padre que vino a recogernos para pasar la navidad, en cambio las monjas estaban muy enfadadas. Mi hermana pasó tanta vergüenza que terminó enfermando de angustia, y de dolor de vientre. Mi padre resolvió no mandarnos más al internado.
A nuestra vuelta, en la capital del Sahara, El Aaiún, soplaba el siroco sobre nuestras cabezas al bajar las escalerillas del avión, y parecía decirnos:
¡Marhabá guayetas, hola niñas, bienvenidas al Sahara!.
Casi se me había pasado por alto tu nuevo texto, y justo cuando iba a cerrar, te veo:
Nos habíamos criado en el espacio abierto del Sahara donde se encendía el cielo por breves segundos cada vez que corrían por él los cometas y las estrellas fugaces.
Estaba extasiada ante tanta belleza, recordando mi infancia con las monjitas, imaginando ese desierto interminable cuando, ¡zas! me haces reír con las braguitas de la niña, bueno dela ninia. Se me ha escapado una carcajada tan sonora, que mi hija ha venido corriendo para ver qué me estaba pasando.
Ahora que, como Amparo, me solidarizo con todas las niñas y mujeres del mundo que alguna vez han tenido un accidente con la ropa interior.
Sigue haciéndonos la vida más alegre, Suina,
Francesca
La concéntrica calle mayor de mi Ser es un lento paseo de sueños...
Si me pregunto quién soy, dónde estoy, adónde voy...aparecen gotitas de esperanza sobre mi frente. Miro, en el espejo mi niñez como un transeúnte con vértigo que sólo olfatea la vida y sus cánticos. Veo en el fondo y en la forma la pálida e irisada mariposa que me arropa. Percibo la luna llena con ojos tendidos sobre la inocencia.
Eres Suina, mi deliciosa princesa de las letras, que se espejea a sí misma con la grandeza de ese instante en que los zumbidos dulces del aire sobre las hojas verdes te llaman. Porque todo es cielo abierto.
Mañana me voy. Y no he podido resistir estar a tu lado antes de empacar mis maletas. Siempre nos veremos ascendiendo.
Este cuentito de volver reconozco que es demasiado edulcorado, lo hice para un concurso de navidad convocado por el ayuntamiento de mi pueblo. No lo gané naturalmente, se ve que el puntito bajada de bragas no fue del gusto del tribunal, eclesiástico él.:p
Este cuentito de volver reconozco que es demasiado edulcorado, lo hice para un concurso de navidad convocado por el ayuntamiento de mi pueblo. No lo gané naturalmente, se ve que el puntito bajada de bragas no fue del gusto del tribunal, eclesiástico él.:p
Yo gané un concurso de poemas navideños en el colegio con mi poema "Corriendo, corriendo que llega el invierno".:D Es lo único que he ganado en toda mi vida...:rolleyes:
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Nos habíamos criado en el espacio abierto del Sahara donde se encendía el cielo por breves segundos cada vez que corrían por él los cometas y las estrellas fugaces.
Estaba extasiada ante tanta belleza, recordando mi infancia con las monjitas, imaginando ese desierto interminable cuando, ¡zas! me haces reír con las braguitas de la niña, bueno de la ninia. Se me ha escapado una carcajada tan sonora, que mi hija ha venido corriendo para ver qué me estaba pasando.
Ahora que, como Amparo, me solidarizo con todas las niñas y mujeres del mundo que alguna vez han tenido un accidente con la ropa interior.
Sigue haciéndonos la vida más alegre, Suina,
Francesca
Si me pregunto quién soy, dónde estoy, adónde voy...aparecen gotitas de esperanza sobre mi frente. Miro, en el espejo mi niñez como un transeúnte con vértigo que sólo olfatea la vida y sus cánticos. Veo en el fondo y en la forma la pálida e irisada mariposa que me arropa. Percibo la luna llena con ojos tendidos sobre la inocencia.
Eres Suina, mi deliciosa princesa de las letras, que se espejea a sí misma con la grandeza de ese instante en que los zumbidos dulces del aire sobre las hojas verdes te llaman. Porque todo es cielo abierto.
Mañana me voy. Y no he podido resistir estar a tu lado antes de empacar mis maletas. Siempre nos veremos ascendiendo.
Con mi cariño,
Asier.
[video]
Este cuentito de volver reconozco que es demasiado edulcorado, lo hice para un concurso de navidad convocado por el ayuntamiento de mi pueblo. No lo gané naturalmente, se ve que el puntito bajada de bragas no fue del gusto del tribunal, eclesiástico él.:p
Yo gané un concurso de poemas navideños en el colegio con mi poema "Corriendo, corriendo que llega el invierno".:D Es lo único que he ganado en toda mi vida...:rolleyes: