Ser Niña o Mujer...Capítulo 27

PatryZaira89

No me resultó difícil encontrar la casa de Clarita. Yulia me había facilitado la dirección. Llamé a un taxi y en menos de media hora me encontraba allí, parada enfrente de la puerta. Luchando por disimular los nervios que sentía. No sabía lo que me iba a encontrar al otro lado, pero me armé de valor y toqué el timbre. Si había sido fuerte para llegar hasta allí debía serlo también para afrontar la situación hasta el final.
Tardaron unos segundos en abrir. Cuán sorprendida quedó Clarita al encontrarse conmigo. Los ojos se le abrieron de par en par e inmediatamente bajó la mirada a mi tripa.
- Hola, Clara. Vengo a hablar con Braian.
Se puso nerviosa.
- Paola, él no está. Le dije a Yulia que él ya no viene a visitarme.
- ¿Puedo pasar? Si no puedo hablar con él al menos lo haré contigo. Al fin y al cabo, todo queda en familia, ¿no? - dije con ironía.
- Es que ahorita mismo no te puedo atender. Estoy muy ocupada. Ven en otro momento.
Estaba dispuesta a emprender el camino de regreso. Pues si ella no quería escucharme evidentemente no podía entrar sin permiso en una casa ajena. Me di la vuelta decepcionada cuando una voz masculina llegó a mis oídos desde detrás de mí.
- Házla pasar, Clarita. No tengo por qué esconderme.
Lo supe. Antes de voltearme para mirarlo supe que era él. Ahora no me cabía la menor duda. Podía haber olvidado su aspecto, pero su voz.. esa voz... Recordé claramente: « PAOLA, PAOLA, ¡ABRE LA PUERTA!». Se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas me amenazaban con salir. Me enfurecí conmigo misma. No era así como lo había planeado. Había repasado día tras día la conversación que tendría cuando llegase ese momento; y ahora las ideas me abandonaban y me sentía indefensa.
Braian se acercó hacia nosotras. Entré cerrando la puerta y me quedé quieta, mirándole fijamente a los ojos. Él por su parte hizo lo mismo.
- Clarita, déjanos solos, por favor - pidió a su prima sin desviar la mirada de mis ojos. Eran tan intensos y profundos que casi asustaba mirarlos.
- Ahora sí, díme - me dijo en cuanto Clarita había salido.- Pero habla rápido, que no puedo perder el tiempo.
Me impactó su fría manera de tratarme.
- Así que, ¿eso piensas? Yo vengo a decirte que vamos a tener un hijo y para ti, ¿es perder el tiempo?...
- No vuelvas a decir que vamos a tener un hijo. Lo vas a tener tú. Olvídate de la ridícula idea de que yo soy el padre. Eso es absurdo. Estás loca si crees que vas a conseguir algo. Yo tengo mi novia hace varios años y es con ella con la que formaré una familia. Nunca, y escúchame bien, NUNCA quise acostarme contigo. ¡ NO ME INTERESÁIS NI TÚ NI TU ESTÚPIDO HIJO!
Sus palabras me lastimaron profundamente, pero no pensaba dejarme intimidar.
- Mira, quiero que te quede bien claro que no vine a buscarte con la intención de que te hagas cargo de nada. A mí tampoco me interesa un padre así para mi bebé. Sólo vine porque deseaba verte la cara, no olvidar el rostro de la persona que nos abandonó a nuestra suerte. Escucha bien lo que voy a decirte, y espero que no olvides estas palabras... Cometimos un error, pero el que sale perdiendo eres tú. Mi bebé pierde a su padre, porque lo eres aunque te empeñes en negarlo, ¡ya que yo era virgen hasta que tú llegaste! - estaba furiosa.- Yo pierdo a un hombre sin escrúpulos. Haz bien la cuenta, Braian. Sólo una persona. En cambio tú pierdes dos. No voy a odiarte, porque odiar impide ser feliz. Espero que puedas vivir sin remordimientos y que la conciencia te deje dormir tranquilo. Porque si eso pasa, créeme que recordarás este momento siempre.
Suspiré aliviada. Casi me había quedado sin respiración al hablar sin detenerme, pero me había desahogado por fin...
La cara de Braian seguía teniendo la misma expresión fría e implacable.
- ¿Has terminado?
Decidí que ya no me quedaba nada más por hacer en esa casa; así que fui hacia la puerta y, antes de abrirla, volví a mirar a Braian y, con la cabeza erguida y firmeza en mis palabras, le dije:
- Sólo una cosa más. Que sepas que será una niña. Y se llamará Yasmina. Espero que recuerdes ese nombre el resto de tus días.
Salí sin esperar respuesta por su parte. Deseaba alejarme de aquel lugar lo antes posible. Ya había anochecido. Comencé a correr. Ahora lo recuerdo y me reprocho el haber actuado de esa manera. Debería haber pensado que podía poner en peligro a mi futuro bebé, pero en momentos de tal desesperación el dolor nubla el pensamiento e impide ver más allá del propio sufrimiento.
Ignoro cuánto tiempo seguí corriendo por unas calles desconocidas para mí. Tampoco sé en qué momento comenzó a llover, mezclándose las gotas de la lluvia con las que desprendían mis ojos. Por un instante deseé ahogarme en ese mar de lágrimas...
Con la respiración entrecortada por el esfuerzo y el cansancio, me detuve en medio de una calzada, con el cabello y el cuerpo completamente mojado. Me dejé caer de rodillas y miré al cielo. Y entonces sí, grité. Grité como no había gritado en mi vida.
- ¡DIOS! DIOS, ¿ POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? ¡TE ODIO! ¿ME OYES? ¡ TE ODIOOOO!...............................................
Las palabras salían solas de mí y, al mismo tiempo, se me quedaban dentro. A esas alturas estaba llorando desconsoladamente. Tuve tiempo de arrepentirme de esas frases... No odio a Dios y sé que nunca me abandonó. Los problemas son pruebas que te pone el destino. Y cada uno decide si quiere luchar por superarlas.
Aquella noche creí que era el fin, bueno... mi fin. Permanecí tirada en el suelo, en silencio, sin moverme, pero sin dejar de llorar. No sé con exactitud cuánto tiempo pasé así. Tal vez minutos, tal vez horas... Dado el estado de «shock» en el que me encontraba no podía darme cuenta de nada. Es difícil describir lo que pasé aquella noche. Era incapaz de ver, de escuchar... era incluso incapaz de sentir.

amparo bonilla

Mucha chucha esa, como para agarrarlo a patadas:(-(