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Ser Niña o Mujer...Capítulo 13

PatryZaira89PatryZaira89 Pedro Abad s.XII
editado noviembre 2013 en Infantil y Juvenil
Me levanté asustada. Me había despertado y no recordaba cómo me dormí ni de qué manera había llegado hasta allí. Me encontraba acostada en el sofá, con los pantalones desabrochados y en la parte de arriba sólo llevaba mi sujetador blanco de flores. Me senté y sentí un mareo que creí que iba a caerme de nuevo. Pero por suerte sólo duró unos segundos. Busqué mi camiseta. Estaba sucia y arrugada, pero como no me quedaba otro remedio me la puse. No entendía nada. En la casa no parecía haber nadie y todo el suelo estaba lleno de botellas y de cigarros apagados. Por mi mente pasaban imágenes entrecortadas y mezcladas como si de una película se tratase, pero eran como un puzzle al que le faltaban piezas, y yo no lograba juntarlas. Al ver que me encontraba sola, me dirigí a las escaleras que llevaban a la planta superior y subí despacio, en busca de alguna persona. Miré el reloj que colgaba de la pared. Indicaba las 16:00 en punto. ¡No podía creerme que fuera tan tarde! Natasa iba a matarnos cuando llegáramos a casa... Seguramente nos habría llamado un millón de veces al móvil de cada una, pero como lo dejamos en casa por temor de perderlo no le habría servido de nada.
Abrí la puerta del que me imaginé era el dormitorio y allí, acostada en la cama, estaba Yulia. Tapada con una fina manta y con la almohada sobre la cabeza. Como queriendo decir que no la molestara nadie, que quería seguir durmiendo.
Subí las persianas y abrí las ventanas de par en par. Un rayo de sol irrumpió en la habitación con toda su fuerza. Era gracioso... Esa mañana del 8 de Junio había despertado a Yulia de la misma manera, con la simple diferencia de que eso había pasado en casas distintas... Y ahora estaba haciendo casi lo mismo. Extraña coincidencia...
Cuando Yulia se hubo despertado quedó tan sorprendida como yo. No dijo nada, pero lo noté en su cara, en sus gestos. Bajamos al salón y desde el telefóno fijo que había allí telefoneamos a su padrastro, pidiéndole que por favor viniera a buscarnos. Nos costó indicarle el camino hacia esa casa, ya que vinimos en moto y no nos fijamos mucho por donde pasamos. Pero gracias a dios por las señas que le dimos y el nombre de la urbanización Juan encontró la casita y en menos de media hora estaba allí. No nos regañó por habernos ausentado toda la noche y parte del día, ni siquiera hizo preguntas de nada; tan sólo se limitó a llevarnos a casa.

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