¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

En negro y blanco

SecretosSecretos Anónimo s.XI
editado octubre 2013 en Negra
Son las 4 de la mañana y mi cuerpo está siendo devorado por la impaciencia, aunque ha sido devorado ya hace mucho tiempo por el odio.
La verdad: no tengo ni idea de lo que he venido a hacer aquí. Solo sé que voy a ganar dos billetes morados por hacer de chófer y mantener la boca cerrada.
Es la primera vez que trabajo para alguien como Rachid. He tenido la suerte de que mi fama de fitipaldi haya llegado a sus oídos. A juzgar por su apariencia, está bastante claro que no se dedica a negocios legales precisamente. Aquí la gente se busca la vida como puede, y yo estoy dispuesto a meterme en este mundo para poder salir de la miseria en la que vivo. 


Cada vez que voy a París veo a la gente con su ropa nueva, sus prisas por llegar pronto al trabajo… es como si estuviese en un sueño, que se transforma en pesadilla cuando regreso a los barrios más bajos de esa hermosa ciudad. Mi casa, mi gente, mi familia, mis calles… los aborrezco a todos. Cuando me di cuenta a los ocho años de que los gemidos que escuchaba por la noche no era mi madre haciendo el amor, sino gimiendo de dolor por las palizas que le daba mi padre, me juré a mí mismo abandonar este sitio e irme a vivir al centro de París. También me juré hacerlo de forma legal, no como las ratas que veo cada día. 


Mi madre ha sido una de las pocas personas por las que he sentido amor. Cuando no estaba borracha, tenía la sonrisa más bonita del mundo. Pero esa viva etapa está acabada. Su vicio a la droga destruyó definitivamente la última gota de bondad que guardaba en mi interior. Está empezando a chispear, y el ambiente está invadido por una gran neblina. Es un día frío y triste, como todos en ésta ciudad. Hace ya hora y media que aquel rudo y siniestro hombre se marchó para hacer un recado “muy importante”.

<< Quédate al lado del coche y asegúrate de que nadie entre en ese edificio>>.

Sin decir más desapareció en cuestión de segundos. No hay mucho que vigilar, a nadie se le ocurriría pasar por estas sucias calles a las tantas de la madrugada. Me ha parecido escuchar algo. No, quizá no haya sido nada. O a lo mejor… ¡a lo mejor Rachid está teniendo problemas! Bah, no creo, es éste frío silencio que me está haciendo perder la cabeza…


<< ¡Rápido, arranca el coche! >> Sí, es Rachid, y está al final de la calle corriendo desesperadamente hacia aquí.

¿Qué coño está pasando? No me puedo mover, ¡estoy totalmente paralizado! No puedo reaccionar. Creo que hay dos hombres detrás de él persiguiéndole. ¿Qué ha sido eso? Una intensa luz ha inundado mi vista durante un segundo, y un cosquilleo atraviesa mi tripa. No sé por qué pero me siento genial. No tengo razón alguna pero mi cara se ha deformado con una tonta sonrisa. Hacía tiempo que no sonreía. Ya no estoy nervioso, ni paralizado.
Ya estoy en el coche con el motor en marcha. 


<< ¿Qué hacías ahí parado, no has oído los disparos o qué, chaval? ¡Pisa a fondo! >>.


Eso es lo que estoy haciendo, correr a 180 por hora sin destino. Parece que ellos también tienen coche, y están justo detrás. Pero me da igual, no son más rápidos que yo. Rachid está diciendo unas palabras en árabe mientras carga su pistola. Creo que está rezando. Mientras, yo sigo con una sonrisa de oreja a oreja, incluso con alguna carcajada. Todo me parece tan gracioso…

Rachid, con el rostro empapado de sudor, comienza a gritarme e insultarme, pero ya no le escucho.
Sólo oigo disparos a mis espaldas, cada vez más lejanos. 
No puedo creer esto, siento algo que jamás he sentido, ¡es felicidad! Estoy totalmente tranquilo, como si la energía fluyera dentro de mí.


<< ¿Por qué has cogido la salida hacia Paris, estás loco? >>.

Está mucho más alterado, pero me da igual. No sé por qué la he cogido, ha sido un impulso. ¡Está gritando como un loco! Está realmente contento, ha conseguido cargarse por fin a los dos hombres que nos perseguían. Después de la celebración, me ha dicho que podré seguir trabajando para él. 
Ni siquiera le he prestado atención, estoy bastante ocupado conduciendo y contemplando la belleza que se esconde en París por la noche.


Rachid se me ha quedado mirando y me ha agarrado del brazo.


<< ¿Estás bien chico, que te ha pasado? >>


Me dice con tono preocupado. Entonces miro hacia abajo, mi camiseta está empapada de sangre. Mi vista está empezando a nublarse, y mis sentidos a elevarse hacia el cielo. El sufrimiento y la angustia ya no existen. Solo hay amor en mi mente. Ahora solo me queda mezclarme entre el olvido y la oscuridad de París.

Comentarios

Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com