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Psico-food

JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado octubre 2012 en Ciencia Ficción
I

Marc y Alicia estaban sentados en el sofá del salón contemplando un álbum de recortes de periódicos. Ambos salían en la mayoría de las fotos junto al difunto profesor Luis Cuevas, el padre de Alicia. Todos los reportajes versaban sobre el mismo tema: El Psico-food.

Pasaban las hojas del álbum mientras recordaban diversas anécdotas que habían pasado en aquella época cuando sonó el timbre de la entrada.

-Yo abriré-dijo Marc dejando el álbum sobre la mesita.-Debe ser ese periodista.

Cuando abrió la puerta, Marc se encontró con un joven de rostro risueño vestido con un elegante traje veraniego.

-¿Profesor Salas? Soy Carlos Peña de “La Gaceta”. Espero no llegar en mal momento.

-No, es usted muy puntual. Pase, por favor.

Acompañó al joven periodista hasta el salón y le presentó a su esposa.

-Es un honor conocerla por fin doctora Cuevas.

-Gracias. ¿Puedo ofrecerle algo de beber? ¿Algún licor, un refresco, té...?

-Un té estaría bien, muchas gracias.

El periodista se sentó en el sofá, al lado de Marc y observó el álbum que reposaba sobre la mesita del salón.

-Veo que estaban ustedes repasando el pasado reciente.

-Recordando buenos momentos, si.

Estuvieron ojeando el álbum durante un rato hasta que Alicia hizo su aparición llevando una bandeja con una tetera y tres tazas.

-Un té excelente, doctora- dijo Peña después de dar un sorbo al contenido de su taza.- ¿Les parece bien que empecemos ya?


II

-Cuando hablamos hace unos días, dijeron ustedes que me contarían la verdadera historia del psico-food. ¿Es qué todo lo que nos habían contado hasta ahora era mentira?

-Si. Una mentira necesaria, para que el profesor Cuevas pudiera continuar su trabajo-respondió Marc.

-¿Me está diciendo que el psico-food es un engaño?

-¡No! El psico-food es una realidad, como todo el mundo ha podido comprobar. El engaño está en como lo conseguimos.


-Todo empezó a finales del 2121, cuando el profesor Luis Cuevas me llamó para que le ayudara en su último proyecto. En junio de ese mismo año, ya había colaborado con él en un intento de fabricar una máquina del tiempo, que al final resultó fallido (1).

Tras asegurarme de que nada tenía que ver con su anterior proyecto, acepté. Trabajar con un científico de la talla del profesor Cuevas siempre es estimulante. Su proyecto consistía en una puerta dimensional, una puerta para viajar a universos paralelos.

-Fascinante-dijo Peña. -Pero no veo la relación...

-Todo a su tiempo-le cortó Marc. -Si me deja continuar llegaremos a eso, paso a paso.

-Lo siento, continúe.

-Cuando llegué al laboratorio del profesor pude ver que el proyecto ya estaba muy avanzado. Cuevas había conseguido abrir el portal, pero se encontró con un problema inesperado, por eso me pidió ayuda.

El problema era que, si bien la puerta estaba abierta, el lado opuesto estaba en continuo movimiento, es decir, que daba paso a un universo alternativo pero solo durante unos instantes, después cambiaba a otro destino. El cambio se producía cada tres segundos aproximadamente.

-Parece complicado.¿No podría explicarlo de una forma más clara?

-Verá. El termino “puerta” es, en este caso, muy acertado ya que el acceso a ella era un marco de metal que recordaba mucho al marco de una puerta. Pero comprenderá mejor el concepto si se lo imagina como un túnel, o mejor aún, como un tubo flexible.

Usted puede entrar por un extremo del tubo y salir por el otro, el problema es que el extremo de salida se desplaza continuamente por el espacio. Así que si entra por el extremo fijo, no sabe a donde saldrá. Además, posiblemente nunca podrá regresar por el tubo ya que después de su salida el tubo se habrá desplazado a otro lugar y será muy difícil que vuelva a pasar justo por donde usted se encuentra.

-¿Pero como podían saber que el otro extremo del tubo se desplazaba?

-Porqué podíamos ver imágenes a través del marco de los lugares donde se detenía el otro extremo.

-¿Y como sabían que se trataba de universos paralelos y no de otros lugares de nuestro mundo?

-Porque no se trataba de una puerta espacial sino dimensional. Es decir, se abría en el mismo lugar y el mismo tiempo, solo que en un universo que había evolucionado de forma distinta al mismo.

Y aunque se abría en el mismo lugar en que se encontraba el laboratorio del profesor, las imágenes que veíamos, muchas veces mostraban cosas como una calle, un prado o el interior de una vivienda. Si, a veces también veíamos el interior del laboratorio, pero aún entonces habían cambios sutiles como el color de las paredes o la distribución del mobiliario.

(1) Ver: “Déjà vu.”


III

-Trabajamos durante meses. Revisamos una y otra vez las fórmulas del profesor Cuevas pero no encontramos fallo alguno. Estábamos a punto de abandonar el proyecto cuando, en mayo de 2122, sucedió el accidente.

-¿Accidente?

-Uno de los ratones de laboratorio del profesor escapó de su jaula sin que nos percatásemos y durante una de las pruebas se coló a través de la puerta. Esa fuga tuvo dos consecuencias: la primera fue que se produjo una descarga de energía que dejo frito al pobre animalito, la segunda fue que, inesperadamente, el lado opuesto quedó fijado.

-¿Fijado? ¿Quiere decir qué...?

-Volviendo al símil de antes, el otro extremo del tubo se detuvo.

La puerta mostraba un inmenso llano cubierto por una hierba corta, muy parecida a nuestro césped. Estuvimos observando durante varios días pero, a excepción del extenso campo de césped, no pudimos ver nada más. Ni un animal, ni siquiera un simple insecto, si no fuera porque una ligera brisa hacía ondular la hierba habríamos creído que contemplábamos una imagen fija.

Finalmente, tras una semana de contemplar el frustrante paisaje, decidimos enviar algo a través de la puerta. La primera prueba fue con una pelota de tenis que el profesor guardaba en un cajón. Yo mismo lancé la pelota a través de la puerta y vimos como caía al otro lado, rodaba brevemente sobre la hierba y, finalmente, se detenía. Durante los dos días siguientes probamos con varios objetos de distintos tamaños y materiales. Cristal, madera, plástico, cuero... pasaban por la puerta sin ningún problema y acababan descansando sobre la hierba del otro lado. Finalmente nos decidimos a probar con un ser vivo.

El profesor conservaba aún tres ratones de laboratorio que había adquirido cuando trabajaba en su vehículo temporal. Usó un par de ellos para investigar los efectos del viaje en el tiempo sobre los organismos vivos. El que se había freído en el marco era uno de ellos, ahora nos quedaban dos.

Equipamos a uno de los supervivientes, al que bautizamos como “Ulises”, con un arnés al que atamos un largo cordel para poder recuperar al animal tirando de él. Colocamos a nuestro pequeño “dimensionauta” frente a la puerta y le dimos un empujoncito. Ulises cruzó la puerta y empezó a corretear por la hierba del otro lado sin que, a simple vista, le ocurriera nada malo. Tras unos minutos, se detuvo y empezó a mordisquear uno de los tallos de hierba, pareció gustarle, ya que tras el primer mordisco empezó a devorar con glotonería.

Tiramos del cordel para recuperarlo y el profesor lo encerró en una jaula separado de su compañero.

-Parece que está en perfectas condiciones-dijo el profesor.-Pero será mejor que hagamos que lo analicen para ver si esa hierba que ha ingerido o la atmósfera de ese lugar le han afectado en algo.

-Me parece que eso sería lo adecuado-respondí.-¿Donde lo llevamos?

-Conozco un excelente biólogo, de absoluta confianza. Y seguro que nos hará un hueco en su apretada agenda-dijo con una sonrisa.

Durante los dos días siguientes el profesor Cuevas y yo estuvimos chequeando la puerta, pero no encontramos ninguna anomalía. La descarga producida por el paso del primer ratón no afectó en nada a los circuitos. Estábamos desconcertados. ¿Cual podía ser la causa de que el otro extremo se hubiese fijado?

Al tercer día, por la mañana, llamaron a la puerta.

-Ve tu a abrir, ¿quieres?-dijo el profesor que estaba muy concentrado en uno de los circuitos.

Cuando abrí la puerta me encontré frente a la chica más guapa que nunca había visto. Sostenía en sus manos la jaula de Ulises. Me dedicó una sonrisa que me dejó totalmente indefenso y a su merced.

Comentarios

  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado octubre 2012
    IV

    -No seas exagerado- interrumpió Alicia.

    -Es la pura verdad. Yo no lo sabía entonces, pero se trataba de Alicia, la hija del profesor y actualmente mi esposa.

    -Tú debes de ser Marc-dijo. -Papá me ha hablado mucho de ti.

    -¿Papá?- exclamé mientras me hacía a un lado para dejarla pasar.

    -Soy Alicia Cuevas. Ya he terminado de analizar a vuestro amiguito, está perfectamente.

    -¿Tú eres el biólogo del que me habló papá...eeeh, quiero decir...el profesor?

    -Ya veo, no te ha mencionado que soy su hija, papá siempre tan despistado para estas cosas.

    Puso la jaula en mis manos y entró en el laboratorio. Abrazó y besó a su padre y enseguida empezó a interrogarle por su salud, por si comía bien y a sus horas... en fin, todas esas cosas que preocupan a una buena hija.

    -Bueno-dijo finalmente poniendo los brazos en jarras.- ¿Vais a contarme en qué clase de aventura habéis embarcado a este pobre animalito?

    Pusimos a Alicia en antecedentes y le mostramos la puerta, que seguía mostrando el mismo paisaje de siempre.

    -¿Y que vais a hacer ahora?

    -Traspasar la puerta, naturalmente- respondí.

    -¿No será peligroso?

    -Bueno, Ulises ya hizo el viaje y, según tú, no le ha pasado nada.

    -¿Y cuando lo haréis?

    -¿Por qué no ahora mismo?-terció el profesor.

    Dicho y hecho, nos pusimos los arneses que ya teníamos preparados y puse en manos de Alicia las fuertes correas que nos mantendrían unidos a nuestro mundo.

    -Si ves que tenemos problemas, tira fuertemente de nosotros.

    -De acuerdo.

    El profesor insistió en cruzar el primero. Le vi traspasar la puerta y dar unos pasos sobre la hierba, después hizo un par de profundas aspiraciones, sonrió y me hizo señas para que me reuniera con él.

    No noté nada raro al cruzarla, simplemente di dos pasos hacia el marco y al tercero ya estaba andando sobre el césped, que me llegaba a la altura del tobillo.

    Miré a mi alrededor y no vi ninguna diferencia a lo que ya llevábamos observando a través del marco desde hacía varios días. No pude ver ningún animal, ni tan solo insectos. Ningún accidente topográfico rompía la monótona llanura, ni siquiera pude observar algún tipo diferente de flora, ningún árbol, ninguna flor, solo una inmensa extensión de hierba. Daba la sensación de estar detenido en medio de un océano verde. Lo único que rompía la monotonía era el rectángulo a través del cual podíamos ver el interior del laboratorio.

    Hice una seña a Alicia para demostrarle que estábamos bien.

    -¿Que piensa, profesor?-pregunté.

    -No se que pensar. Parecería que en este mundo, esta hierba es la única forma de vida que existe.

    Se puso en cuclillas y se quedó pensativo, con la mirada perdida en el horizonte. Entonces, hizo algo que la mayoría de nosotros hemos hecho alguna vez cuando estamos en el campo. Creo que lo hizo de una forma inconsciente, sin pensar. Simplemente arranco un tallo de hierba y se la llevó a la boca.

    Lo sostuvo entre sus labios un par de segundos y, de pronto, se lo saco de la boca de un tirón y se quedó mirándolo con cara de asombro.

    -¿Pasa algo malo profesor?

    -¡Es increíble. Esta hierba sabe a pollo frito!

    -¿Como dice?

    -Pruebala.

    Me agaché y arranqué un tallo, lo observé detenidamente y lo olí pero no percibí nada raro.

    -Pruebala-insistió el profesor.

    -Odio el pollo frito-pensé. -Ojalá supiera a otra cosa, a hot-dog por ejemplo. Me llevé el tallo a la boca. Cuando tocó mi lengua pude percibir el sabor de un perrito caliente con mostaza incluida.

    Lo escupí de inmediato.

    -¡Joder! ¿Qué está pasando aquí?

    V

    -Parece que esta hierba tiene la propiedad de adquirir el sabor de lo que estamos pensando- dijo el profesor cuando le conté mi experiencia.

    -Pero eso es imposible.

    -A estas alturas ya deberías saber que no hay nada imposible. Hagamos más pruebas.

    Arranqué otro tallo y lo chupé varias veces pensando en distintos tipos de alimentos. Pude sentir sucesivamente los sabores a queso, manzana, bistec y sopa de pescado.

    -Creo que será mejor que volvamos-dijo el profesor.-Será mejor que no prolonguemos excesivamente nuestra exposición a esta atmósfera.

    -Estoy de acuerdo. Pero creo que deberíamos llevarnos una muestra de este extraño césped. Su hija podría analizarlo.

    -Buena idea.

    Saqué una pala pequeña de mi mochila y extraje un cuadrado de unos 25 cms. de lado procurando llevarme una buena porción de tierra para estar seguro de que los tallos conservaban sus raíces.

    Con la muestra en las manos nos dirigimos a la puerta sin imaginar el pequeño desastre que se avecinaba. Cruzamos sin problemas, pero un segundo después, hubo otro fogonazo en el marco y el otro extremo empezó a oscilar de nuevo.

    -¿Qué cree que ha pasado?-pregunté pasados los primeros segundos de consternación.

    -Ni idea-respondió el profesor.-Debe ser el mismo tipo de fallo que cuando entró el ratón y fijó la salida.

    -Pues menos mal que no nos ha freído como a él.

    -Mmmm...voy a ver si averiguo porque pasa eso.

    Mientras el profesor se sumergía en su trabajo entregué nuestra porción de césped a Alicia y le conté la extraña característica del mismo. Ella misma hizo la prueba con varios sabores.

    -Que curioso...Vuelvo a mi laboratorio y empezaré a analizarlo enseguida.

    Dos semanas después volvió a visitarnos.

    -¿Has averiguado algo sobre esos hierbajos?-pregunté una vez nos reunimos con el profesor.

    -Varias cosas y todas muy interesantes.

    -¿Sabes porqué cambia de sabor según lo que estemos pensando?

    -Pues si, se a que se debe. La planta contiene un alcaloide que afecta a la corteza somatosensorial, la parte del cerebro que regula nuestros sentidos, el gusto entre ellos. Es una reacción increíble.

    -Que curioso. ¿Qué más has averiguado?

    -Que puede procesarse.

    Metió la mano en el interior de su bolso y sacó una tableta que me recordó por su forma y tamaño a una barrita de cereales.

    -Pruebalo-me dijo poniéndola en mis manos.

    -¿Esto está hecho de...?

    -De esos hierbajos, si. Están desecados y ligeramente tostados, no pierden sus propiedades en el proceso. Y además, son una buena fuente de proteínas.

    -O sea, que además alimentan.

    Le di un mordisco a la tableta y al momento un delicioso sabor a jamón de bellota invadió mis papilas gustativas.

    -Lástima no poder conseguir más- dije- podríamos comercializarlo.

    -Podemos conseguir más.

    -¿Como?

    -Con esa muestra trajisteis unas cuantas semillas, las planté y se han desarrollado, de hecho, crecen muy rápido.

    VI

    Y así comenzó la producción de las barritas de lo que hoy se conoce como psico-food. Dejé que el profesor continuara solo con su trabajo, poco podía hacer yo por ayudarle a resolver ese rompecabezas y empecé a trabajar con Alicia en la producción de nuestros productos. Así fue como empezamos a intimar y finalmente, contrajimos matrimonio.

    Pedimos un préstamo al banco para iniciar su comercialización. Como aval solo tuve que darle a probar al director una de las barritas. Actualmente, psico-food,está presente en todo el mundo, y parece que una comida ya no es una comida sino va acompañada de una barrita de psico-food y nosotros seguimos siendo los únicos productores, lo que nos ha proporcionado una fortuna considerable.

    Cuando nos preguntaron por su origen, hicimos creer a todo el mundo que se trataba del fruto de un experimento genético de Alicia. Fue a petición del profesor que no hicimos mención de la puerta dimensional, ya que él quería que se mantuviera en secreto hasta que la hubiese perfeccionado.

    Trabajó toda su vida en esa puerta, pero jamás pudo volver a fijar el otro lado. Ahora, un año después de su muerte y habiendo entregado todo su trabajo a la universidad, mi esposa y yo creemos que ha llegado el momento de contar la verdad, para que todo el mundo conozca su trabajo y se le reconozca como el genial físico que era.

    Algún día, alguien perfeccionará la puerta, pero espero que nunca puedan encontrar el mundo de origen del psico-food, podría ser el fin del negocio familiar.

    FIN
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2012
    Lástima que no alcanzaré a comer de eso tan rico:confused::eek:
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado octubre 2012
    Rico, y ademas alimenta. :)

    Gracias por leerme, Amparo. Tendré que darte el premio a la lectora más fiel. ;)
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2012
    Me podrías regalar una barrita de esas;):):p
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado octubre 2012
    Una no, una caja. :D:D:D

    psicofood.jpg
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado octubre 2012
    Bueno, ya entrados en gastos me puedes enviar varias cajitas para que pague el envío:):p
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