La noche de las luciérnagas.
Efervescente la noche en el poblado en la que los adolescentes de la tribu que habían cumplido los dieciséis años perdían su virginidad.
Vi a Mali colocándose las escamas reflectantes de aquel pez que había semiamputado, una vez ya muerto y abierto en canal, el brazo derecho de su padre. Un acto reflejo del escualo, tan curioso como vengativo. Escamas grandes, brillantes, con la capacidad de absorber la luz y fluorescer en la noche. Mali las adhería alrededor de sus pechos, en perfecto círculo. Luego, con ayuda de su madre, dibujaba la silueta de sus nalgas con las divinas láminas del dichoso pez alquimista.
Al anochecer se dirigió con el resto de chiquillas a la frondosa selva donde debían perderse artificialmente, y allí esperar la llegada de los impacientes muchachos. En la oscuridad, y solo guiados por la luz que emanaba de ellas y por el sonido de las risas que entonaban, iban como ansiosos, como deseando urgentemente llegar a uno de los cuerpos iluminados. Las ya mujeres que habían sido tomadas en el dulce rito, iban saliendo de la selva, volviendo al poblado. Ellos tenían que quedarse hasta que ni una sola luciérnaga humana se viera resplandecer, para que ninguna de ellas quedara sin desvirgar. Los que no conseguían al final de la noche penetrar a ninguna de las risueñas amazónicas, volverían al poblado siendo niños por un año más.
Amanece y ahora Mali no podría volver a sus juegos de pequeña. Tampoco tenía ganas. Su padre empeoraba y su muerte era inminente. Tres días después de que el pez mordiera su brazo, expiraba sin remedio.
A la orilla del Nanay, el cuerpo de su padre descansaba en la base de una embarcación puesta boca abajo, y el duro sol penetraba en sus carnes muertas. En el suelo, unos cuencos de madera situados alrededor de la barca, recogerían el líquido resultante de su putrefacción, que su madre bebería después entre cánticos plañideros. Mali recordó el resto del ritual funerario, y se alejó río arriba para no presenciarlo. Lo había visto otras veces, pero aquellas mujeres no eran su madre.
Esta, ahora estaba tras una valla hecha de cañizo, con el cuerpo doblado hacia delante y las ropas levantadas, dejando su vagina al descubierto . A través de un agujero hecho en la valla, todos los hombres de la familia que hubieran cumplido dieciséis años y que ahora aguardaban en una cola de unos 24 miembros, debían penetrarla y eyacular en ella. Así es como los restos de su esposo desaparecían por completo de su cuerpo.
Y terminado el ritual todos volvían a su vida, como despertando de sueños.
Pasan los meses y Mali, junto con algunas muchachas más que compartieron con ella la noche de las luciérnagas de este año, se percatan del abultamiento de su vientre. Acompañadas de sus madres, acuden al árbol deforme que usan para terminar con las vidas de estos no nacidos. Suben una y otra vez a la primera rama del triste árbol, desde donde saltan al vacío procurando mantener una postura como de estar sentadas durante la caída. Unas antes y otras después, terminan expulsando al feto.
La madre de Mali, después de solo dos saltos, recoge todo lo que el cuerpo de su hija ha excretado sanguinariamente para entregárselo en cuanto ella deje de sufrir dolor.
Veo a Mali con sus entrañas en las manos. Me cuenta, mientras hace un agujero en la tierra, que debe plantar un árbol que se alimente de estos restos, y cuidarlo durante toda su vida. Y sonríe amorosamente cuando ve su obra terminada.
¿Comprendéis?
Comentarios
Sabes? Tengo frío, ya no soy la niña los toldos, yupi.
Un beso.
Ignoria, ahora vás a ser la niña del paraguas, jejejeje.Los toldos los dejaremos para el verano que viene, ( que bien ha venido la tormenta y el frio !!! ).
Jaja, sabes lo peor? Que lo hice. No del todo bien, a la vista está : ) .
Aprovecho y cuento la verdad sobre este pez. Vagos recuerdos en mi cabeza sobre esta historia. Tan vagos como yo documentándome, jaja. El caso es que tanto el pez como muchas de las cosas que he contado son quizás producto de un amasijo de recuerdos. No creo que fuera un escualo ( Dios, qué cabezona soy! no puede ser un escualo!), tengo dudas también sobre si el pez de escamas reflectantes, es el mismo que abre y cierra su enorme boca una vez muerto. Podría haber conseguido saberlo con exactitud. Tomo nota para la próxima, porque cierto es que a veces una imagina cosas no ya que no existan, sino que además denotan ignorancia, como mi propio alias indica : ). El sueño de la razón crea monstruos, en este caso escualos escamados, jaja.
Un saludo, muchas gracias.
P. Confieso que no sé dónde está el río Nanay. Y también confieso que no sé si estos ritos son de tribus del Amazonas, y también que no sé qué partes he inventado. Mis aciertos serían pues, producto de la casualidad. Ostras, qué fuerte lo del escualo,jaja.
_Porque soy el profesor y he estudiado Derecho, y además, ejerzo...y por eso sé que nada de lo que has dicho contestaba a mis preguntas. Ha habido momentos hasta en los que he dudado de si el que no sabía las respuestas era yo. Estoy convencido de que si hubieran presenciado este examen los demás alumnos, e incluso cualquiera que no conozca el temario de esta prueba, hubieran estado seguros de que eres una alumna sobresaliente. Por supuesto, no superas el examen, pero déjame que para el próximo llame a mi padre, sabes que es un refutado abogado, para que te vea. Le alegrarás el día.
Y me dio tanta vergüenza como ahora, je. Yo sabía que no había estudiado lo suficiente, y aún así, me negué a que lo pareciera. No coló, pero mira, pasó un buen rato el hombre, jaja.
Vamos a tener que abrir la sección "gazapos" : )
Amparo, a mí lo que me extraña, conociéndome, es que no hubiera un pez encima del árbol : )
Un saludo.
Por lo que respecta a la documentación y a los gazapos, en literatura, en arte en general, existe algo llamado fantasía --lo señalas bien con tu referencia al famoso grabado de Goya-- que hace que el autor pueda escribir lo que quiera. ¿Quien puede garantizar que en álgún lugar del universo, en esta u otra época no existiesen escamosos escualos?. Documentarse está bien, pero imaginar es imprescindible.