Estoy acabando de leer este libro que Marta Rivera de la Cruz publicó en 2009, y conforme avanzo en sus páginas más enganchado estoy ante la agilidad del relato, la fascinación que produce la historia, lo bien enlazada que se encuentra. También por la prosa sencilla y elegante a la vez, fresca, determinante, sin artilugios ni contaminación. Ni búsquedas de piedras lapidarias, ni de códigos secretos, ni de pasados envueltos en atmósfera de posguerra. Un relato ameno lleno de profundo calado literario.
Desconozco si es una obra muy leída, si tuvo aceptación de público y de crítica. Lo que sí digo es que hacía tiempo que no caía en mis manos un libro tan delicioso.
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