La espera causa desesperanza.
Esperar es tener esperanza, cuando se deja de esperar nace la desesperanza. Y la desesperanza nos lleva a la desesperación. Por eso dice el refrán que “el que espera desespera”, pero es indudable que más vale esperar y seguir esperando que desesperar; mejor es armarse de paciencia que dejarse vencer por el desanimo. Una vez que este se apodera de nosotros el desaliento nos invade, nos volvemos irreflexivos y actuamos a la desesperada y con seguridad torpemente.
Claro que hay muchos tipos de espera, no es lo mismo esperar a un amigo para ir al fútbol, que a la novia al pie del altar; no es lo mismo esperar el autobús, que esperar los resultados de un examen, etc.
En la espera se produce varias fases: Una de autocontrol, dominamos la situación, nuestros nervios aún no han aflorado; otra enfado, empezamos a irritarnos ante la falta de puntualidad del otro; una tercer de duda, ¿me habré equivocado de hora o de sitio?; una cuarta fase de desaliento en la que pensamos en marcharnos y dar por concluida la cita, pero ¿y si llega nada más marcharme?; y por ultimo una de alarma: ¿la habrá sucedido algo grave, una enfermedad, un accidente, etc.? Después de estas cinco etapas la desesperación hace mella en nosotros.
Depende del carácter de cada uno los intervalos de tiempo entre cada una de estas fases. Los pacientes son capaces de esperar mucho rato sin llegar a la última fase, los impacientes en unos minutos se disparan hasta el final.
Ni que decir tiene que todo esto solo sucede si la cita es importante para nosotros. Esperamos por amor, o por interés. Si no es así pasado el primer cuarto de hora cogemos el camino y desaparecemos.
Ni que decir tiene que las esperas contribuyen a nuestra infelicidad, nos roban una felicidad que vislumbramos cercana. Dejan en nosotros una sensación de vacío y de frustración que nos hace sentir la amargura de la vida.
Si no esperamos nada seremos más felices, si algo bueno nos sucede nos colmara doblemente de felicidad. Ya que lo esperado es doblemente bien recibido. Es mejor no ilusionarse que ilusionarse en vano.
El que espera desespera. ¿Pero y a la inversa?, esto es: el que desespera espera. ¿Es posible que la desesperanza se pueda combatir con la espera? Pienso que no, que anular la desesperanza es tarea harto difícil, por mucho que esperes no va a desaparecer la frustración que la espera te ha causado. ¿Dónde está pues la solución? Eso es precisamente lo que espero de los que me lean, que me den la solución a esta esperanza frustrada por la espera.
Comentarios
Es algo que siempre me causa impaciencia, el esperar, esperar que? cualquier cosa, por eso prefiero no esperar nada, para no tener ese malestar.
Aunque siempre vivimos a la espera de algo, pero yo prefiero ignorar ese término por que no me gusta, ya me enredé yo misma, bueno, esa es la idea:rolleyes::rolleyes::)
Si esperamos amor y en la espera desesperamos, se convierte en nostalgia.Y es difícil perder la esperanza por completo, porque nunca se sabe dónde está la persona que esperamos. Y, es la incerteza de las cosas la que mantiene la esperanza.
Todo es posible, Anorgi. No se puede vivir sin esperanza.
Un abrazo.