¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Redención

CarontexCarontex Pedro Abad s.XII
editado febrero 2011 en Ciencia Ficción
El día que se acabó el mundo las gentes del otro hemisferio del planeta sintieron una profunda paz. Pequeños grupos se agolpaban en las costas para contemplar el ocaso, algunos abrazados otros cogidos de las mano. Mas tarde prepararon la cena, arroparon a sus hijos, vieron la televisión, extendieron la ropa para la siguiente jornada. Internet fue entonces un hervidero de despedidas, nostálgicas y amorosas, sin saberlo firmaban sus epitafios en blogs y foros; una onda de fraternidad se extendió por medio mundo mientras el otro medio yacía para siempre en el sueño eterno de las almas perdidas. Después se amortajaron para dormir y no despertar jamás.

No crecen flores en el Onturibe el asentamiento marginal de la gran ciudad sin nombre que se recuerde, un camino de verdes y amarillentos Jaramagos, la mala hierba mas bella que existe, muestra en su lineal longitud claros y calvas gruesas donde las jeringuillas como mudas de pequeñas serpientes asoman el morro. En las playas de barro los niños corren desnudos y vuelan veleros de papel de plata en el detritus multicolor del gasoil aleado con agua sucia.

Aquella mañana el camino de Jaramagos que lleva al Onturibe floreció, el milagro no fue apreciado por sus habitantes; indígenas preocupados en sobrevivir en la selva Darvinista y salvaje entre muertos vivientes, casas de lata y coches de lujo.

A media mañana cuando el sol, de una manera inusitada en aquella tarde de noviembre, creaba reflejos difusos en las caras de los “aguadores”, escondidos en las esquinas para dar el aviso ante una presencia policial ya inexistente, Martín bostezo, extendió los brazos como un nuevo Mesías y las pústulas cayeron formando un pequeño montón de carne muerta en el suelo. Se contempló asi mismo de la cabeza a los pies y notó que no necesitaba nada, su cuerpo enfermo estaba sano, iluminado y Santo. Camino por el sendero de Jaramagos y ahora, tulipanes rojo sangre, azucenas magentas y margaritas que se inclinaban a su paso como Buda renacido.

La comunidad entera de Onturibe se encontraba en las calles sin adoquinar, todos en aquel momento supieron que eran los herederos del planeta, la terminal y única colonia humana del mundo.


-Estamos solos – dijo Martín, y asintieron.

Por las calles de arena Martín reclutaba gente, al momento una caterva de personas le seguía y juntos todos marcharon lejos de este lugar Santificado, caminaron a la sierra y construyeron casas de madera y bebieron agua limpia y pura de los manantiales, los antiguos narcos convertidos en profesores enseñaban a los niños la historia de la bola azul llamada Tierra, las prostitutas atendían a los ancianos y los drogadictos curados de sus adicciones cuidaban los pequeños huertos.

Es sabido que cualquier especie, a partir de un numero mínimo de individuos está condenada a la extinción , la pequeña comuna de antiguos habitantes marginales , en un caso practico de este echo , sabedores de su final , vivían sus últimos días en plenitud , cazando , cultivando , aprovechando al máximo el milagro propio del que eran testigos y parte. Rezaban y pedían perdón por el tiempo pasado, acaso, pensaban que Dios, el que sea, dejó esta mínima expresión de lo que es un humano como ultima oportunidad de redención, expiración de las culpas antes del ultimo halito del hombre mono.

-Vive como si mañana fueras a morir – fabulaba Martín al grupo niños reunidos bajo la sombra del gran árbol , una nueva generación , la segunda ya , condenada a una muerte anunciada como la suya propia , con medicamentos escasos y mas de cincuenta años Martín no duraría mucho.

Pasado el tiempo algunos crearon nuevas comunas , otros murieron allí mismo , rindiendo culto al sepulcro elevado de Martín , sostenido entre palos de ecucaliptus , mirando al cielo con un tulipán rojo sangre en el pecho de aquel esqueleto de marfil , blanqueados sus huesos al sol en señal de abandono total de las esperanzas de aquel que una vez llamaron hombre .

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado febrero 2011
    debe ser desolador ver como se acaba medio mundo, espero que no me toque:eek::cool::rolleyes:;)
  • editado febrero 2011
    Te da esperanzas a pesar del final. Es decir, éstas se mantienen a pesar de la adversidad. Y a pesar de ser sólo un epítome de la situación, tiene un profundo significado. Quizá no estoy de acuerdo con la frase: vive como si mañana fueras a morir. Pero entiendo que es producto de las circunstancias, que influyen ampliamente en el personaje. Te doy 4 estrellas, a partir de ahora creo que pondré estrellas. Me gustó.
  • Jack LondonJack London Garcilaso de la Vega XVI
    editado febrero 2011
    A pesar de ser el fin del mundo, nos encontramos con seres humanos que quieren terminar sus días viviendo en dignidad. La existencia de pequeñas comunas de reciente creación quizá todavía dé esperanzas al ser humano. Me ha gustado mucho el título del relato: "Redención". Es eso lo que nos encontramos a través de las líneas del mismo. Me gustó.

    P.D. Liberato, yo prefiero poner puntos de reputación en vez de estrellas. ;)
  • CarontexCarontex Pedro Abad s.XII
    editado febrero 2011
    Muchas gracias por leer compañeros , un saludo a todos!
  • editado febrero 2011
    Uy cierto no puedo poner estrellas creo. Lo olvidé, perdón. Pero en fin me ha gustado.
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado febrero 2011
    Un grán relato, Carontex. Amargo pero con un final que da pie a la esperanza. Narrado con mucho sentimiento y con un gran estilo. Me ha encantado.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com