¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

No contactados

artemisaartemisa Fernando de Rojas s.XV
editado abril 2008 en Narrativa
Un enjambre de sonidos y olores aguijonéandonos. La luz del sol se presume sobre el dosel de esta Catedral vegetal.La hojarazca se muestra en constante renovación. Una humedad densa moja nuestros cuerpos.
Extasiados en la contemplación del aleteo de un ave desconocida cesa todo este remolino vital y respiramos al unísono de sus alas, el bosque lluvioso es un fondo inmóvil y eterno.
El látigo de un ramalazo cruza tu rostro y el sacudir de tu cuerpo levanta una tempestad de hojas, de pequeñas ramitas, de insectos que rapidamente buscan nuevo nido donde procrear.
Los arbustos crujen a nuestro paso, la nervadura poderosa permite adivinar el camino de la savia que lo fecunda. El machete del guía abre el paso y nuestro camino se llena de olores acres y desconocidos exhalados por la sangre vegetal que tiñe el filo de colores rojizos de dolor.

Nuestro tranco es débil contra la fertlidad de estos suelos y cansados nos debatimos en el extravío de formas y el acecho de lo desconocido. Los músculos abotagados, la humedad correosa bajando por nuestro cuerpo empujada por lágrimas de rabia, de sumisión, de reconocimiento, de admiración.
Repletos de sensaciones al borde de la naúsea, el estómago acicateado por el hambre y el miedo.La vista arrasada de verde, demasiado atentos a la convocatoria inhumana de dejarse caer en este suelo materno, sucumbir y pertenecer, fluir hasta la copa de este gran árbol. Ser guarida y alimento. Abono, esencia.

El sonido de una latita de refresco al abrirse es una punzada en el centro de la cabeza. La llamada a mi orden. Bajo mi pequeña mochila engomada y saco mi bebida energética y bebo.
La conversación sacude nuestras impresiones y volvemos a contemplar el paisaje, cotejándolo, formulándolo. El flash de nuestras cámaras fotográficas lo atrapa directo al menú del monitor.
Con chocolate aún entre los dedos emprendemos el regreso, felices de volver a nuestras bien decoradas habitaciones. Nos sentimos vencedores , conquistadores de un paraje que sólo rasguñamos.

Tu grito nos atrae y en corro admiramos entre los enormes troncos dos siluetas intrusas entre nuestras postales.


( - Por éso no participo en las Olimpíadas- piensa Artemisa mientras se entrega al sueño escondida entre la floresta.)


Este cuento fluyó después de leer un reportaje sobre las tribus no contactadas del Amazonas entre Perú y Ecuador.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com