La niña, hija única, jugaba sola -como siempre- delante del melocotonero del jardín. Su vestido siempre terminaba de algún modo u otro lleno de barro o roto. Michael la miraba desde la terraza, desde la cual se contemplaba una exquisita puesta de Sol. Era uno de esos momentos en los que la nostalgia le invadía y pensaba en los momentos que superaron solos, padre e hija, sin ayuda de nadie. Qué bellos recuerdos.
Aunque, bueno, ahora la tenía a ella. Aparentemente esa mujer se llevaba bien con la niña, y le cuidaba el pelo y la vestía como él nunca supo. Se ocupaba de ella mientras trabajaba, hacía de la madre que no pudo tener. Era genial, ¿no? Pero paulatinamente esos momentos padre-hija se fueron desvaneciendo, como un hechizo que se quiebra. Y, aunque fuera impresión suya -pues, ¿cómo iba a ser verdad?- la pequeña reflejaba en sus ojos un sentimiento de pura soledad y tristeza mientras reía, sola, frente al grandioso árbol del jardín.
- Papá, ¡ven a ver esto! -gritó entusiasmada. Él hizo ademán de correr hacia ella hasta que otra voz le aclamó.
- Mike, querido, ven a ayudarme.
- Voy, que tengo que ver lo que me dice la niña.
- ¡Ya lo verás luego! ¿Acaso es ella más importante que yo? Ven, que quiero que me des cariño...
Y, mientras su silueta resignada se perdía dentro de las paredes de la casa, la niña seguía llamando a su padre como si aún estuviera ahí.
- Papá... ven... ven...
Comentarios
bella historia
javier
Por lo demás, bienvenido al foro
Bienvenio al foro Javier.
Y bueno, ni que decir tiene que la mujer no es la madre de la niña, quizás la novia de su padre... lo dejo caer.
Un abrazo.