A lo largo de la historia, él transcurso del tiempo ha ido creando nuevas generaciones, las cuales han relevado a la anterior en consonancia con el natural ciclo de la vida. Esto ocurrió durante el paleolítico y el Medievo; pasando por las grandes revoluciones culturales, hasta las guerras de todo tipo de nuestros días.
Siempre me ha gustado dejar volar mi imaginación y fantasear acerca de cómo sería la vida de las personas en las diferentes etapas de la historia, de hecho, este es uno de mis grandes goces cuando disfruto de mi afición ha esta disciplina. Curiosamente, siempre he llegado a la misma conclusión y continuamente he pensado que la vida seria dura, esforzada, convulsa. Diferentes generaciones antes que yo, han tenido el privilegio o la desgracia de presenciar abundantes y variados hechos históricos. Es en definitiva, el haber participado en este tipo de sucesos, lo que los amantes de la historia envidiamos, lo que hace que admiremos a las personas que las vivieron, o en su defecto, sobrevivieron a ellos. El tipo de acontecimientos que permiten a las personas que los contemplaron, decir con orgullo: “Si. Yo estuve allí”.
Estas reflexiones me llevan a realizarme una inevitable pregunta: ¿qué contare yo a mis nietos? O reformulando la cuestión en base a una realidad más fidedigna: ¿Que PODRE contar yo a mis nietos o futuras generaciones?
NADA .Eso es lo que podre contarles. Les diré que debido a un acelerado incremento de la calidad de vida respecto a anteriores generaciones, éramos una generación sin valores y sin objetivos. Sin valores por que no conocíamos de verdad cual era el sabor del autentico esfuerzo, el valor, la penuria y la fidelidad a unas ideas. Les contare que mi generación fue la más vacía y sin sentido que nunca habrase visto. No luchamos en ninguna guerra, no se nos recordaría por nada, nuestras creencias políticas eran totalmente inexistentes, consecuencia directa del mísero acomodamiento material al que nos acostumbraron.
No me malinterpretéis .No estoy a favor de la guerra, pero me refiero a que otras generaciones si supieron lo que era creer en algo y luchar por ello en aquellos tiempo en los que pertenecer a un bando podía suponer la vida o la muerte. Al menos dieron un sentido a su vida y se la jugaron por algo que realmente mereciese la pena. No como nosotros. Aquellos sí que eran tipos duros de verdad, sabían lo que hacían y como lo hacían.
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[/FONT] Nuestros problemas son haber si mi novia no me quiere o mi padre esta triste, al menos me refiero a nuestro mundo, los que estáis leyendo esto y yo que lo escribo, los que tenemos internet en casa y podemos permitirnos “expresar mi creatividad artística” .Somos una generación vacía, sin rumbo, sin ideales, sin nada por lo que luchar; es más, ni si quiera tenemos algo en lo que creer, puesto que vivimos en una época, en la cual las creencias fundamentales que anteriormente pudieron mover el mundo, y hacer temblar no menos las conciencias de nuestros antepasados; están marchitas.
Filosofía, literatura, música…son cosas que desconoce por completo la inmensa mayoría de mi generación. No vivimos un Elvis, Wagner, Rousseau ni Kant. Simplemente no vivimos nada relevante, y seguramente si lo viviésemos ni siquiera nos daríamos cuenta.
¿Qué contare a mis nietos? Les diré que éramos blandengues y pardillos. Les diré que vivíamos en casa de nuestros padres hasta los 30 porque nuestro jodido gobierno nos chuleaba y no éramos capaces de quejarnos. También explicare como animábamos los domingos a equipos de futbol que siempre perdían y los cuales ni siquiera nos interesaban, además, mencionado sea de paso que dichos equipos se componían de gentes que nunca conoceríamos y a los que nosotros no importábamos una mierda.
Teníamos trabajos que no nos gustaban y sufríamos para poder comprar cosas que no necesitábamos, eso en el mejor de los casos, y me refiero a los casos en los que nos endeudábamos y anhelábamos objetos que sabíamos que nunca podríamos tener pero que otra gente tenía. Y eso nos frustraba tan enormemente que recurríamos a consumir drogas, antidepresivos o pornografía, para olvidar lo jodidamente desgraciados que nos hacían sentir los anuncios y la televisión, que nos prometieron de niños que seriamos millonarios, famosos, o estrellas del rock. Con lo cual crecimos hasta hacernos mayores y darnos cuenta de que nos habían engañado, no éramos únicos ni especiales.
Jamás seriamos famosos, ni publicarían nuestras canciones, rimas y escritos. Nuestras frases ingeniosas caerían en el olvido y nos veíamos obligados a reconocer (casi sin saber porque) las buenas ideas y enormes valores éticos que otros pensadores de hace siglos, consiguieron conjeturar e inculcar a generaciones venideras .Admirábamos a Nietzsche Platón, Descartes… Y ni siquiera sabíamos porque.
Jamás seriamos millonarios, como rezaban aquellos anuncios y aquellas películas tan bonitas, en las que las luces de neón se mezclaban con el verde de los billetes, cuyos portadores estaban rodeados de despampanantes chicas de diferentes etnias y razas. De ningún modo podríamos permitirnos ese coche o esa casa, que bien pensado no nos hacía ninguna falta, pero la queríamos. Era el simple ansia y afán de satisfacer la necesidad previamente creada por las luces de neón.
Pero el tener metido todo eso a fuego en nuestros míseros cerebros era frustrante, la creación de una necesidad no necesaria para la posterior demostración de que no podíamos permitírnoslo ni éramos dignos de merecerlo. No éramos lo necesariamente buenos, lo justamente trabajadores y listos; o…dios no lo quiera! Lo suficientemente guapos. Así se creaban hordas de gentes derrotadas y abatidas. Depresiones, guerras, psiquiatras, barbitúricos, suicidios; estas palabras eran sinónimos estrechamente ligados. Todo ello amenizado por las luces de neón del sistema capitalista, que nos anestesiaba con propaganda y marketing para tapar con nuevas promesas y nueva sensación de impotencia, el efecto creado por la decepción.
Contaré como las luces nos invadían y nos animaban a comprar, que en definitiva eran una especie de envoltura y cara amable en el que la única finalidad era Tu dinero, TU DINERO, nada más. Nunca hubo nada tan exageradamente falso. Tan fáciles éramos de engañar que en navidades nos ponían destellos de diferentes colores para celebrar el aniversario de una religión en la que la mayoría no creía (y si creía no sabía por qué lo hacía) y nosotros, simplemente, comprábamos.
Cuando alguien me pregunte por mi generación dentro de 60 años, solo me acordare de las luces de neón.
Es el primer texto que realmente me da ganas de comentar, no por desmerecer al resto, es que con este me siento muy comodo. Conozco este sentimiento, y es oro puro. Cuando esta anguntia te deja, te deja la vida, la sangre, el amor, la ira...
Este sistema politico es una mierda y es lo que hay: mierda, pero siempre hay una cueva donde encontrar aire y construir un futuro en donde se pueda respirar. No soy optimista, pero tengo voluntad.
el texto está bien aunque muy personal para un ensayo.
un abrazo
uyy no, si que somos lentos, un año después, apenas vi este escrito, si necesitabas una opiníon oportuna, llegamos un poco tarde, pero bueno, me pareció muy ameno de leer y además es una cruda realidad, a los nietos ni que pregunten, lo que les toque en su momento, estará mal, pero será lo que haya.
Haya gustado, Unai, ¡ay la ortografía! Tu ensayo, ya lo comenté en otra sección (no me acuerdo dónde...). Aprovecho y te vuelvo a felicitar por la labor.
Unai.
No me siento capaz de comentar tu estilo literario. Simplemente decirte que la exposición es clara, ordenada, precisa. Lo he leído encantada
Respecto al contenido,... me ha entristecido mucho. Eres como el eco de tantos y tantos,.... de la desesperación, del no futuro, del hastío por el consumismo, de la ensaltación de valores superficiales, falsos, injustos....
Pero, pero,.... aún veo un resquicio para la esperanza. No puedo decirte de dónde viene, no lo sé, pero ser consciente de dónde estamos sumergidos es el primer paso para iniciar un cambio. Porque hay que cambiar ¿no te parece?
En todas las épocas ha habido personas que denunciaban el modo de vida, que aspiraban a algo más, que querían dejar un mundo mejor, o diferente. La historia juega a nuestro favor. Conocemos los errores pasados. El mundo es cada vez menos "mundo", menos ajeno a nosotros. Sufrimos por las injusticias ocurridas en el otro extremo del planeta, aunque a veces somos incapaces de sentir la empatía necesaria con nuestros vecinos, aquellos con los que nos cruzamos a diario. Pero, a pesar de todo y de todos, de los intereses creados, de los poderes corruptos, de las mil injusticias con las que nos encontramos día tras día, aún así, creo que hay un potencial humano increíble. Una calidad personal, de generosidad y solidaridad que no se han conocido en otros tiempos.
No hay vuelta atrás, Unai. Conocemos el problema. Sabemos dónde vivimos, sabemos qué es lo que no queremos. Vamos a ponernos a cambiar el mundo, poco a poco, como pequeñas hormigas.
Comentarios
Siempre me ha gustado dejar volar mi imaginación y fantasear acerca de cómo sería la vida de las personas en las diferentes etapas de la historia, de hecho, este es uno de mis grandes goces cuando disfruto de mi afición ha esta disciplina. Curiosamente, siempre he llegado a la misma conclusión y continuamente he pensado que la vida seria dura, esforzada, convulsa. Diferentes generaciones antes que yo, han tenido el privilegio o la desgracia de presenciar abundantes y variados hechos históricos. Es en definitiva, el haber participado en este tipo de sucesos, lo que los amantes de la historia envidiamos, lo que hace que admiremos a las personas que las vivieron, o en su defecto, sobrevivieron a ellos. El tipo de acontecimientos que permiten a las personas que los contemplaron, decir con orgullo: “Si. Yo estuve allí”.
Estas reflexiones me llevan a realizarme una inevitable pregunta: ¿qué contare yo a mis nietos? O reformulando la cuestión en base a una realidad más fidedigna: ¿Que PODRE contar yo a mis nietos o futuras generaciones?
NADA .Eso es lo que podre contarles. Les diré que debido a un acelerado incremento de la calidad de vida respecto a anteriores generaciones, éramos una generación sin valores y sin objetivos. Sin valores por que no conocíamos de verdad cual era el sabor del autentico esfuerzo, el valor, la penuria y la fidelidad a unas ideas. Les contare que mi generación fue la más vacía y sin sentido que nunca habrase visto. No luchamos en ninguna guerra, no se nos recordaría por nada, nuestras creencias políticas eran totalmente inexistentes, consecuencia directa del mísero acomodamiento material al que nos acostumbraron.
No me malinterpretéis .No estoy a favor de la guerra, pero me refiero a que otras generaciones si supieron lo que era creer en algo y luchar por ello en aquellos tiempo en los que pertenecer a un bando podía suponer la vida o la muerte. Al menos dieron un sentido a su vida y se la jugaron por algo que realmente mereciese la pena. No como nosotros. Aquellos sí que eran tipos duros de verdad, sabían lo que hacían y como lo hacían.
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[/FONT] Nuestros problemas son haber si mi novia no me quiere o mi padre esta triste, al menos me refiero a nuestro mundo, los que estáis leyendo esto y yo que lo escribo, los que tenemos internet en casa y podemos permitirnos “expresar mi creatividad artística” .Somos una generación vacía, sin rumbo, sin ideales, sin nada por lo que luchar; es más, ni si quiera tenemos algo en lo que creer, puesto que vivimos en una época, en la cual las creencias fundamentales que anteriormente pudieron mover el mundo, y hacer temblar no menos las conciencias de nuestros antepasados; están marchitas.
Filosofía, literatura, música…son cosas que desconoce por completo la inmensa mayoría de mi generación. No vivimos un Elvis, Wagner, Rousseau ni Kant. Simplemente no vivimos nada relevante, y seguramente si lo viviésemos ni siquiera nos daríamos cuenta.
¿Qué contare a mis nietos? Les diré que éramos blandengues y pardillos. Les diré que vivíamos en casa de nuestros padres hasta los 30 porque nuestro jodido gobierno nos chuleaba y no éramos capaces de quejarnos. También explicare como animábamos los domingos a equipos de futbol que siempre perdían y los cuales ni siquiera nos interesaban, además, mencionado sea de paso que dichos equipos se componían de gentes que nunca conoceríamos y a los que nosotros no importábamos una mierda.
Teníamos trabajos que no nos gustaban y sufríamos para poder comprar cosas que no necesitábamos, eso en el mejor de los casos, y me refiero a los casos en los que nos endeudábamos y anhelábamos objetos que sabíamos que nunca podríamos tener pero que otra gente tenía. Y eso nos frustraba tan enormemente que recurríamos a consumir drogas, antidepresivos o pornografía, para olvidar lo jodidamente desgraciados que nos hacían sentir los anuncios y la televisión, que nos prometieron de niños que seriamos millonarios, famosos, o estrellas del rock. Con lo cual crecimos hasta hacernos mayores y darnos cuenta de que nos habían engañado, no éramos únicos ni especiales.
Jamás seriamos famosos, ni publicarían nuestras canciones, rimas y escritos. Nuestras frases ingeniosas caerían en el olvido y nos veíamos obligados a reconocer (casi sin saber porque) las buenas ideas y enormes valores éticos que otros pensadores de hace siglos, consiguieron conjeturar e inculcar a generaciones venideras .Admirábamos a Nietzsche Platón, Descartes… Y ni siquiera sabíamos porque.
Jamás seriamos millonarios, como rezaban aquellos anuncios y aquellas películas tan bonitas, en las que las luces de neón se mezclaban con el verde de los billetes, cuyos portadores estaban rodeados de despampanantes chicas de diferentes etnias y razas. De ningún modo podríamos permitirnos ese coche o esa casa, que bien pensado no nos hacía ninguna falta, pero la queríamos. Era el simple ansia y afán de satisfacer la necesidad previamente creada por las luces de neón.
Pero el tener metido todo eso a fuego en nuestros míseros cerebros era frustrante, la creación de una necesidad no necesaria para la posterior demostración de que no podíamos permitírnoslo ni éramos dignos de merecerlo. No éramos lo necesariamente buenos, lo justamente trabajadores y listos; o…dios no lo quiera! Lo suficientemente guapos. Así se creaban hordas de gentes derrotadas y abatidas. Depresiones, guerras, psiquiatras, barbitúricos, suicidios; estas palabras eran sinónimos estrechamente ligados. Todo ello amenizado por las luces de neón del sistema capitalista, que nos anestesiaba con propaganda y marketing para tapar con nuevas promesas y nueva sensación de impotencia, el efecto creado por la decepción.
Contaré como las luces nos invadían y nos animaban a comprar, que en definitiva eran una especie de envoltura y cara amable en el que la única finalidad era Tu dinero, TU DINERO, nada más. Nunca hubo nada tan exageradamente falso. Tan fáciles éramos de engañar que en navidades nos ponían destellos de diferentes colores para celebrar el aniversario de una religión en la que la mayoría no creía (y si creía no sabía por qué lo hacía) y nosotros, simplemente, comprábamos.
Cuando alguien me pregunte por mi generación dentro de 60 años, solo me acordare de las luces de neón.
Este sistema politico es una mierda y es lo que hay: mierda, pero siempre hay una cueva donde encontrar aire y construir un futuro en donde se pueda respirar. No soy optimista, pero tengo voluntad.
el texto está bien aunque muy personal para un ensayo.
un abrazo
Me alegro de que os halla gustado.
Tu ensayo, ya lo comenté en otra sección (no me acuerdo dónde...). Aprovecho y te vuelvo a felicitar por la labor.
No me siento capaz de comentar tu estilo literario. Simplemente decirte que la exposición es clara, ordenada, precisa. Lo he leído encantada
Respecto al contenido,... me ha entristecido mucho. Eres como el eco de tantos y tantos,.... de la desesperación, del no futuro, del hastío por el consumismo, de la ensaltación de valores superficiales, falsos, injustos....
Pero, pero,.... aún veo un resquicio para la esperanza. No puedo decirte de dónde viene, no lo sé, pero ser consciente de dónde estamos sumergidos es el primer paso para iniciar un cambio. Porque hay que cambiar ¿no te parece?
En todas las épocas ha habido personas que denunciaban el modo de vida, que aspiraban a algo más, que querían dejar un mundo mejor, o diferente. La historia juega a nuestro favor. Conocemos los errores pasados. El mundo es cada vez menos "mundo", menos ajeno a nosotros. Sufrimos por las injusticias ocurridas en el otro extremo del planeta, aunque a veces somos incapaces de sentir la empatía necesaria con nuestros vecinos, aquellos con los que nos cruzamos a diario. Pero, a pesar de todo y de todos, de los intereses creados, de los poderes corruptos, de las mil injusticias con las que nos encontramos día tras día, aún así, creo que hay un potencial humano increíble. Una calidad personal, de generosidad y solidaridad que no se han conocido en otros tiempos.
No hay vuelta atrás, Unai. Conocemos el problema. Sabemos dónde vivimos, sabemos qué es lo que no queremos. Vamos a ponernos a cambiar el mundo, poco a poco, como pequeñas hormigas.
Tú vales mucho