El valor del amor no está en el amor sino en tu alegría. El valor de la lucha política no está en ella sino en las cerezas, las muchachas y la buena atención sanitaria. El valor de la libertad no está en la libertad sino en la igualdad. El valor de la igualdad no está en la igualdad sino en la fraternidad. Seguro que ya sospechas dónde reside el valor de la fraternidad y no te engañas: en la libertad. El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo sino en el gozoso desorden con que construimos horas de libertad de cerezas de igualdad de lucha política de amor.
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Mendiga voz
Y aún me atrevo a amar el sonido de la luz en una hora muerta, el color del tiempo en un muro abandonado. En mi mirada lo he perdido todo. Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
Poema Celestial Bien: engañémonos: Procuremos el bien a los descalzos. Abonemos el huerto y los trabajos. Ofrezcamos amor sin condiciones. Evitemos rascarnos los temores. Creamos en la vírgen y en la patria. Demos la vida por nuestro semejante. Seamos como el Che, como Jesús, como el Demonio: Ángeles hartos de cualquier esperanza. Otoniel Guevara
Olvidemos el llanto y empecemos de nuevo, con paciencia, observando a las cosas hasta hallar la menuda diferencia que las separa de su entidad de ayer y que define el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído fruto, por el fracaso de ese deseo hondo, compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho. Después de haber hablado, de haber vertido lágrimas, silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa. Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas, o cuando eres feliz y se te nota, o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes (tu risa es una ducha en el infierno), o cuando me perdonas un olvido. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, llena de vida, te despiertas y lo primero que haces es decirme: «Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno».
Luis Alberto de Cuenca
Ahora sí; buenas noches.
Espero seguir recordando y encontrando poemas bellos, que me transporten a un lugar mejor.
Aunque hay ocasiones en que me quedaría colgada de uno de ellos.
Lo leería, releería, le pondría voz o seguiría siendo mudo, para llegar antes a su destino.
Feliz noche.
Seamos como el Che, como Jesús, como el Demonio: Ángeles hartos de cualquier esperanza.
Uff, buenísimo.
David Eloy Rodríguez.
III
¿Qué se siente en la tormenta cuando uno es el sitio en donde va a caer el rayo?
Gente en el polvo. Braceros en la tempestad.
Gente a cielo herido, acampada en mitad de la vía.
Viven en avenidas desolladas, viven en cantinas sobre la cuerda floja, viven en la mandíbula desencajada de la ciudad.
Esperan los añicos del amanecer, pero no esperan nada.
Esperan que todo estalle, pero no esperan nada.
Un puño feroz les golpea cada día.
Yo sé a quiénes pertenecen las manos que golpean. Yo sé, y usted sabe, quiénes empuñan su muerte lenta, quiénes vierten las paladas de tierra que cubrirán sus ataúdes. Yo sé quiénes les entregan cada día.
Latigazos de sombra desordenan tu cuerpo, en la fotografía donde te estoy pensando, y soy el extranjero que descubrió tu rostro y se animó a escribirlo, que era como besarlo.
Háblame en silencio, no emplees palabras. Respeta el encanto, no rompas la magia del dulce coloquio de tu alma y mi alma. Háblame en silencio ¡no emplees palabras!
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
Hay mañanas en las que no me atrevo a abrir el cajón de la mesa de noche por temor a encontrar la pistola con la que debería pegarme un tiro. Últimamente las noches me mantienen literalmente en vilo, y los amaneceres se me echan encima como perros furiosos, arrancándome pedazos de mí mismo, buscándome con saña el corazón. La luz no hace más que enfurecer a esos perros enloquecidos que no son exactamente las mañanas, sino lo que ellas alumbran o provocan: la memoria de dientes amarillos, el remordimiento de fauces rencorosas el miedo de letal aliento gélido.
Hay mañanas que no deberían amanecer nunca para que la luz no despierte lo que estaba dormido, lo que estaría mejor dormido y aún en el sueño vela, acosa, hiere.
Mi chico no era malo, dice. Tenía muchas novias, claro. Tocaba la guitarra y algo le bailaba en los dedos, malo. Yo no digo que no fuera raro, pero explíqueme, Señor, por qué lo fusilaron.
Gabriel Celaya
Un hermoso poema contra la pena de muerte.
Palabras sabias de un hombre sabio:
"Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. Debe haber ideas, aunque otra cosa crean los poetas acéfalos. Debe haber calor animal. Y debe haber retórica, descripciones y argumentos, y hasta política. Un poema es una integración y no ese residuo que queda cuando en nombre de "lo puro", "lo externo" o "lo bello", se practica un sistema de exclusiones.
La Poesía no es neutral. Ningún hombre puede ser hoy neutral. Y un poeta es por de pronto un hombre."
Estos poemas los desencadenaste tú, como se desencadena el viento, sin saber hacia dónde ni por qué. Son dones del azar o del destino, que a veces la soledad arremolina o barre; nada más que palabras que se encuentran, que se atraen y se juntan irremediablemente, y hacen un ruido melodioso o triste, lo mismo que dos cuerpos que se aman.
No importa dónde nace el amor (los nacimientos son asuntos de registro o de parroquia) pero sé que no dura al aire libre, en ese prado aséptico con un molino al fondo. Nace en cualquier parte pero no prospera en la ilusión bucólica: busca la complicación, no el caos pero si su orilla, un cuerpo espeso de tejidos y de material residual, y busca sobre toda la armonía que es donde, si nos descuidamos un instante, muere por falta de necesidad.
Caminé por viejos puentes, recorrí escalinatas de piedra húmeda, subí a campanarios aburridos de hiedra, crucé arcos que la tarde inundaba de morado; me vieron los ojos muertos de los peces, me olieron los perros en los huertos, me reflejó el agua de la ermita.
Me siguieron los remos de las barcas; calmé mi sed con frutos del camino, lavé en las ventas el polvo de la piel; lisonjearon el sudor de mi frente brazos que eran dulces hasta el alba; me ofrecieron bebidas olorosas, ricas mesas; el pico de la tormenta me doblegó alguna vez.
En ningún lugar hallaba la huella de tus pies. Y, de pronto, mi alma peregrina escogió casa y fue tu cuerpo la morada más perfecta. Acabó el camino: tú eras la última parada.
Son las seis de la tarde del mes de agosto. Estoy echado en la cama, encima de la cama, desnudo. En una mano tengo un porro, en la otra un cigarrillo. estoy a gusto. Acabo de follar con ángeles, aunque ahora que lo pienso lo que realmente hicimos fue querernos. Por la ventana abierta de par en par entran los tejados de mi calle, el martillo neumático de una zanja, alguien que arranca el coche, niños. Tengo sueño, mucho, mucho sueño, y lo que es mejor todavía: por esta vez, y sin que sirva de precedente, tengo ganas, muchas, muchas ganas de soñar.
Ajeno a la poesia. Entre por conocer a un tal Negu del que había oido hablar y me encontré con una increible selección de poemas de la re p madre y cuyo 97.3 % no conocía. Gracias. Me han encantado. No he leido todo pero seguiré copypasteando de aquí e investigando a estos poetas para una nueva sub selección poetica de consumo personal. Abrazo.
Gracias y abrazo.
Pero preferiría que compartieras lo que vayas descubriendo
La poesía sabe mejor cuando se comparte.
Es como si cada pequeño descubrimiento nuestro no hubiera hecho el ciclo completo si no lo damos a la luz, a los demás.
Espero tus aportaciones. Ya ves que estoy un poco sola.
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo con el frío de alguna palabra que no he dicho, con un malentendido que temer, ese hueco de torpe inexistencia que a veces, gota a gota, se convierte en desesperación. Nunca se despedirme de ti, porque no soy el viajero que cruza por la gente, el que va de aeropuerto en aeropuerto o el que mira los coches, en dirección contraria, corriendo a la ciudad en la que acabas de quedarte. Nunca sé despedirme, porque soy un ciego que tantea por el túnel de tu mano y tus labios cuando dicen adiós, un ciego que tropieza con los malentendidos y con esas palabras que no saben pronunciar. Extrañado de amor, nunca puedo alejarme de todo lo que eres. En un hueco de torpe inexistencia, me voy de mí camino a la nada.
Amo a esa mujer que la tierra abriendo su hondo secreto parió bajo la luna del poema. Voy a su corazón como a mi casa. Entro y me paseo desnudo con la capa de la risa en una mano y los zapatos en la otra. En ese territorio de la luz me quedo. Allí sucede el nacimiento del destino. Los labios en su leve roce encienden el planeta. Allí crece el día. En esa mujer que amo un niño tiende su sueño de alas.
Si yo supiera ciertamente que sin mí tendrías otra vida, feroz o fervorosa, pero completa aún, podría darte entonces con un tajo esto que tuvo tantos nombres y formas y distancias y quedarme sin mí y descansar.
Alzarse en armas con esta poesía callejera mientras la noche humedece sus racimos lentamente. Salir a enrojecer el cañón de las guitarras mientras la noche estalla el zumo de la uva roja. No dar tregua con el tiroteo de las palabras. Mientras la noche reposa su vino calladamente. Derramar el poema sobre la victoria mientras el día celebra el alto fuego por los tiempos de los tiempos.
Esa gota no otra esa redonda luna transparente sólo esa minúscula planetaria perla cristalina entre todas las gotas de la lluvia deslizó su suave hondura en mi boca. Te nombraba.
Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.
Comentarios
creo que no se puede ser mas original...;)
He entrado atu blog y he mirado un poco por encima; espero luego mirarlo con más calma.
He leído tu Poema "Soledad subjetiva"; efectivamente se nota que está hecho con mimo y con cariño. Me ha gustado mucho.
Sigue escribiendo, creo que eres un excelente escritor
Un abrazo.
El valor del amor no está en el amor
sino en tu alegría.
El valor de la lucha política no está en ella
sino en las cerezas, las muchachas y la buena atención sanitaria.
El valor de la libertad no está en la libertad
sino en la igualdad.
El valor de la igualdad no está en la igualdad
sino en la fraternidad.
Seguro que ya sospechas dónde reside
el valor de la fraternidad y no te engañas:
en la libertad.
El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo
sino en el gozoso desorden
con que construimos horas de libertad
de cerezas de igualdad de lucha política de amor.
Pero estas cosas las sé
porque tú existes.
Jorge Riechmann
De los que van por la vida ciegos del resto.
Dejo dos de Pizarnik
Hija del viento
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Mendiga voz
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
Bien: engañémonos:
Procuremos el bien a los descalzos.
Abonemos el huerto y los trabajos.
Ofrezcamos amor sin condiciones.
Evitemos rascarnos los temores.
Creamos en la vírgen y en la patria.
Demos la vida por nuestro semejante.
Seamos como el Che, como Jesús, como el Demonio:
Ángeles hartos de cualquier esperanza.
Otoniel Guevara
La lágrima fue dicha.
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando a las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
Ángel González
Mía de nadie. Mía de mí.
Sin una biografía.
Tierna. Casi ácida.
Con un destino trazado
en una cruz.
Mía Gallegos. Mía de nadie,
de nadie, nadie, nadie, nadie.
Aferrada a la ternura
como único pan que no consuela.
Mía de nadie. Mía de mí.
Sin aire. Umbría.
Deja que el tiempo pase.
Deja que la vida pase.
Deja que el amor pase.
Deja que la muerte pase.
Mía sin biografía y sin abuelo.
Sin un sitio.
Ni siquiera santa.
Ni siquiera puta.
Mía de mí.
Mía Gallegos
No te extrañe si cada mañana
despiertas con los pies cansados:
habrás estado toda la noche
caminando descalza por mis sueños.
Otomo no Yakamochi
Buenas noches
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Luis Alberto de Cuenca
Ahora sí; buenas noches.
Espero seguir recordando y encontrando poemas bellos, que me transporten a un lugar mejor.
Aunque hay ocasiones en que me quedaría colgada de uno de ellos.
Lo leería, releería, le pondría voz o seguiría siendo mudo, para llegar antes a su destino.
Feliz noche.
Espero que no me mire,
que no me vea.
Sospecho que está siempre,
que no falla,
que me tiene fichado,
que no hay escapatoria.
Temo que me amenace,
que me riña,
que me castigue,
o que me espíe,
y me siga.
Me desazonan los misterios
los oráculos,
los enigmas,
los dones, los privilegios,
los éxtasis.
Las ceremonias me desasosiegan:
el culto,
la nube sacra.
Y quisiera sentirlo y verlo
hablarle, entenderlo,
servirlo como un hombre
siempre.
Quisiera que me tomara de una vez
o que me mudase en hoja,
en cosa pura, estúpida
en silencio o aire,
en piedra,
en átomo,
de su reino total.
Quiero amor o calma.
Pere Quart
(Poeta maldito)
"Quiero amor o calma"
Buenos días
Uff, buenísimo.
David Eloy Rodríguez.
¿Qué se siente en la tormenta cuando uno es el sitio en donde va a caer el rayo?
Gente en el polvo. Braceros en la tempestad.
Gente a cielo herido, acampada en mitad de la vía.
Viven en avenidas desolladas, viven en cantinas sobre la cuerda floja, viven en la mandíbula desencajada de la ciudad.
Esperan los añicos del amanecer, pero no esperan nada.
Esperan que todo estalle, pero no esperan nada.
Un puño feroz les golpea cada día.
Yo sé a quiénes pertenecen las manos que golpean. Yo sé, y usted sabe, quiénes empuñan su muerte lenta, quiénes vierten las paladas de tierra que cubrirán sus ataúdes. Yo sé quiénes les entregan cada día.
No hay crónicas de su desalojo.
Pero yo sé. Usted sabe.
Mi abuelo no sabía leer, tampoco
sabía escribir. Sin embargo, era conocido
por las historias que contaba. Él encendía,
rodeado de críos, las fogatas de San Juan.
La caligrafía de mi padre era inclinada, elegante.
Tejía el papel con precisión,
como si esculpiera sobre la pizarra.
Todavía tengo la postal que envió desde la mili:
"Yo bien, tú bien,
mándame cien".
Nosotros mandamos
mensajes electrónicos.
Es cierto: en tres generaciones hemos recorrido
un largo trecho en la historia de la escritura.
De todas formas, las preocupaciones, los miedos
son los mismos de siempre, y lo seguirán siendo:
"Yo bien, tú bien..."
Kirmen Uribe
Latigazos de sombra desordenan tu cuerpo,
en la fotografía donde te estoy pensando,
y soy el extranjero que descubrió tu rostro
y se animó a escribirlo, que era como besarlo.
Jorge Boccanera
Háblame en silencio,
no emplees palabras.
Respeta el encanto,
no rompas la magia
del dulce coloquio
de tu alma y mi alma.
Háblame en silencio
¡no emplees palabras!
Esther Novalgos Laso
Uno se cansa de estar solo delirando
con su ventana en medio de la calle,
entre la nieve que arrastra
su blancor por los callejones olvidados.
Uno se cansa de salir a buscar la
misma mujer con el cabello
largo hasta los pies.
Tal vez en eso consista el arte de la soledad:
escribir repetidas veces la isla con su cielo lila
y la esbeltez del faro que derrama su luz sobre
nuestro cabello alborotado.
Tal vez sea sólo eso: una brújula sin memoria
para el tiempo que vendrá.
Miguel Angel Zapata
Hay mañanas en las que no me atrevo a abrir el cajón de la
mesa de noche
por temor a encontrar la pistola con la que debería pegarme
un tiro.
Últimamente las noches me mantienen literalmente en vilo,
y los amaneceres se me echan encima como perros furiosos,
arrancándome pedazos de mí mismo,
buscándome con saña el corazón.
La luz no hace más que enfurecer a esos perros enloquecidos
que no son exactamente las mañanas,
sino lo que ellas alumbran o provocan:
la memoria de dientes amarillos,
el remordimiento de fauces rencorosas
el miedo de letal aliento gélido.
Hay mañanas que no deberían amanecer nunca
para que la luz no despierte lo que estaba dormido,
lo que estaría mejor dormido
y aún en el sueño vela, acosa, hiere.
Ángel González
Mi chico no era malo,
dice.
Tenía muchas novias,
claro.
Tocaba la guitarra
y algo
le bailaba en los dedos, malo.
Yo no digo que no fuera
raro,
pero explíqueme, Señor,
por qué lo fusilaron.
Gabriel Celaya
Un hermoso poema contra la pena de muerte.
Palabras sabias de un hombre sabio:
"Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. Debe haber ideas, aunque otra cosa crean los poetas acéfalos. Debe haber calor animal. Y debe haber retórica, descripciones y argumentos, y hasta política. Un poema es una integración y no ese residuo que queda cuando en nombre de "lo puro", "lo externo" o "lo bello", se practica un sistema de exclusiones.
La Poesía no es neutral. Ningún hombre puede ser hoy neutral. Y un poeta es por de pronto un hombre."
Gabriel Celaya
Buenas noches
Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman .
A. González
(los nacimientos son asuntos de registro o
de parroquia)
pero sé que no dura al aire libre,
en ese prado aséptico con un molino al fondo.
Nace en cualquier parte
pero no prospera en la ilusión bucólica:
busca la complicación,
no el caos pero si su orilla,
un cuerpo espeso de tejidos
y de material residual,
y busca sobre toda la armonía
que es donde, si nos descuidamos un instante,
muere por falta de necesidad.
Santiago Sylvester
recorrí escalinatas de piedra húmeda,
subí a campanarios aburridos de hiedra,
crucé arcos que la tarde inundaba de morado;
me vieron los ojos muertos de los peces,
me olieron los perros en los huertos,
me reflejó el agua de la ermita.
Me siguieron los remos de las barcas;
calmé mi sed con frutos del camino,
lavé en las ventas el polvo de la piel;
lisonjearon el sudor de mi frente
brazos que eran dulces hasta el alba;
me ofrecieron bebidas olorosas, ricas mesas;
el pico de la tormenta me doblegó alguna vez.
En ningún lugar hallaba la huella de tus pies.
Y, de pronto, mi alma peregrina escogió casa
y fue tu cuerpo la morada más perfecta.
Acabó el camino: tú eras la última parada.
Miren Agur Meabe
"Polvo de estrellas"
.
A él se lo escuché:
Al científico, al escritor:
A John Gibbin:
Básicamente, dijo,
Somos polvo de estrellas.
Sí, repitió, eso es lo que
Somos. Polvo de estrellas.
Convendría no olvidarlo.
Tenerlo siempre presente.
Polvo.
No estrellas.
David González
Son las seis de la tarde
del mes de agosto.
Estoy echado en la cama,
encima de la cama, desnudo.
En una mano tengo un porro,
en la otra un cigarrillo.
estoy a gusto.
Acabo de follar con ángeles,
aunque ahora que lo pienso
lo que realmente hicimos fue
querernos.
Por la ventana abierta de par en par
entran los tejados de mi calle,
el martillo neumático de una zanja,
alguien que arranca el coche,
niños.
Tengo sueño, mucho, mucho sueño,
y lo que es mejor todavía:
por esta vez,
y sin que sirva de precedente,
tengo ganas, muchas, muchas ganas
de
soñar.
David González
Pero preferiría que compartieras lo que vayas descubriendo
La poesía sabe mejor cuando se comparte.
Es como si cada pequeño descubrimiento nuestro no hubiera hecho el ciclo completo si no lo damos a la luz, a los demás.
Espero tus aportaciones. Ya ves que estoy un poco sola.
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.
Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.
Luis García Montero
que la tierra abriendo
su hondo secreto
parió bajo la luna
del poema.
Voy a su corazón
como a mi casa.
Entro y me paseo
desnudo
con la capa de la risa
en una mano
y los zapatos en la otra.
En ese territorio
de la luz me quedo.
Allí sucede
el nacimiento del destino.
Los labios
en su leve roce
encienden el planeta.
Allí crece el día.
En esa mujer que amo
un niño tiende
su sueño de alas.
Gabriel Impaglione
Si yo supiera ciertamente que
sin mí
tendrías otra vida,
feroz o fervorosa, pero
completa aún,
podría darte entonces
con un tajo
esto que tuvo
tantos nombres y formas y distancias
y quedarme sin mí
y descansar.
Alejandro Schmidt
Alzarse en armas con esta poesía
callejera
mientras la noche
humedece sus racimos
lentamente.
Salir a enrojecer
el cañón de las guitarras
mientras la noche
estalla el zumo
de la uva roja.
No dar tregua
con el tiroteo de las palabras.
Mientras la noche
reposa su vino
calladamente.
Derramar el poema
sobre la victoria
mientras el día
celebra el alto fuego
por los tiempos
de los tiempos.
Gabriel Impaglione
Buenas noches.
Feliz semana
http://www.filmaffinity.com/es/film149736.html
no otra
esa redonda
luna transparente
sólo esa
minúscula
planetaria
perla cristalina
entre todas las gotas
de la lluvia
deslizó su suave
hondura
en mi boca.
Te nombraba.
Gabriel Impaglione
Solo
Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.