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La Ondina

POLIXENAPOLIXENA Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado septiembre 2010 en Narrativa
Más allá de unas rodillas sucias, de uñas llenas de tierra y de la sonrisa imperfecta de los ocho años, existía Mercedes. Le encantaba ser la ondina del estanque, y sentarse en una piedra mientras miraba su reflejo en el agua verde. Con mucho cuidado se hacía unas trenzas para luego soltarlas y cubrirse con el pelo ondulado simulando el pudor absurdo de la desnudez infantil. Odiaba su pelo moreno y soñaba con los cabellos rubios de la Ondina de su libro, sin embargo sus ojos eran verdes como los de ella, como el agua del estanque en verano… Lo único que le costaba era entender la crueldad que encerraba la historia que tantas veces había releído. Se apretaba las sienes para retener aquellas tardes de verano, pero el tiempo pasaba y ella no aprendía que todo se acaba y que no merece la pena intentar que los momentos se repitan.
Unos años después viajó al centro de la tierra. En su aventura ahora estaba acompañada por aquel chico que no quiso bailar con ella en la fiesta de Navidad del colegio. Arrastraba sus pantalones de pana rosa detrás de él, buscando el final de la cueva del zorro e imaginando que Verne pensó en ella cuando abrió la tierra a los pies de todos. Ni él era Axel, ni a ella le gustaba la oscuridad, y como todo acaba, el final de la niñez acabó con aquellos juegos para siempre. Ya nunca se miraron igual, a pesar de que Mercedes apretaba cada vez más fuerte las sienes.
En el instituto conoció a la verdadera Ondina del Estanque, Ana apareció y juntas atravesaron el espejo que las llevó a conocerse tanto que aún hoy se dan miedo al mirarse a los ojos. Por aquel entonces le encantaba su pelo moreno, imitaba a Frida en sus primeros dibujos y sabía de memoria la vida de Marie Curie. Quiso que Ana siempre fuera Alicia en el País de sus propias maravillas, pero Ana aprendió a sentir sola. Apretó más fuerte sus sienes, pero los pasos de Ana se alejaban cada vez un poco más.
El verde de sus ojos cambia según la altura del sol, según el capricho de las nubes y es casi azul cuando llora. A veces Mercedes me mira con los ojos de niña Ondina, pero es inútil hacerle entender que es la misma mirada que siempre, para ella todo se transforma.

Comentarios

  • fantasyfantasy Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado agosto 2010
    ¡¡¡me Encanto¡¡¡¿tiene Continuidad? Pues Parece Ser Una Historia Que Aqui No Termina.:):):)
  • revuerevue Fernando de Rojas s.XV
    editado agosto 2010
    Qué bonito e intenso. Me has dejado sin respiración con esto:"El verde de sus ojos cambia según la altura del sol, según el capricho de las nubes y es casi azul cuando llora."

    ¡Maravilloso Poli! Simplemente precioso... felicidades! :D
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado agosto 2010
    Me ha gustado esa frase en primera persona al final. Dice mucho, aún dejándome con la curiosidad de saber más. Niñas que no quieren crecer...
    Un precioso trabajo, Polixena.
  • serranaserrana Juan Boscán s.XVI
    editado agosto 2010
    Un relato maravilloso. Felicitaciones.
    Es un placer la lectura. Gracias.
  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    editado agosto 2010
    Comparto con mis compis, es un relato estupendo que cuenta mucho. Es cierto que da lugar a un cuento más largo, más detallado, pero así también es perfecto.
  • POLIXENAPOLIXENA Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado agosto 2010
    Gracias texas, serrana, Shai, revue, fantasy!!! Cerrad los ojos que os mando un besazo. MUAAAAAAAAAAAAAAAAA
  • PerplejoPerplejo Fernando de Rojas s.XV
    editado agosto 2010
    Polixena, envidio su capacidad de crear imágenes emotivas. Cuando lo intento yo casi siempre me salen cursis. De verdad: bello.

    Le digo sólo algo. Me ha gustado mucho cuando lo he leído por primera vez la figura de apretarse las sienes para no perder el recuerdo. Y estoy seguro de que lo ha escrito con plena conciencia de lo hermoso que era. Por eso no me ha gustado que haya usado el mismo recurso tres veces, no sé si era necesario, no sé si se podría haber sustituido por otra imagen. En especial en la segunda vez la última frase del párrafo parece haber sido escrita para sostener esta figura. Precisamente por lo potente que es, ya me entiende, creo habría que haberlo contenido. Y usted escribe de una forma destilada, no derrocha.

    Conste que si soy tan tiquismiquis es porque considero que halagar por halagar es una falta de respeto cuando se hace una crítica. Algo tengo que sacar para tratar de ser útil.

    En todo caso me reitero: difícil tanta intensidad sin ser cursi. Hermoso, sintético. Bien acabado.
  • MenziesMenzies San juan de la Cruz XVI
    editado agosto 2010
    Yo me he quedado como el amigo de arriba: Perplejo.
    Yo, construyéndome mi puzzle perfecto...
    Es como si estuviera haciendo un puzzle precioso, todo ordenadito y de repente la última pieza del puzzle, el tercer párrafo, es un elefante, y claro, lo descoloca el resto.
    Me he quedado desencajado. Y aún más con el campio de voz narrativa del cuarto párrafo.
    También es cierto que me he quedado con ganas de una referencia a Dumas...
    ¡Y a pesar de todo me parece un texto perfecto! Chapeau!
  • POLIXENAPOLIXENA Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado septiembre 2010
    Gracias por tus siempre elaboradas críticas Perplejo, me alegra volver a leerte por aquí.
    Menzies gracias por leerme, y ya le buscaremos un hueco a Dumas!!!
    Un abrazo a los dos!!!
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