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Umberto Eco cree que "la belleza puede ser aburrida y la fealdad es infinita"

JavincyJavincy Fernando de Rojas s.XV
editado mayo 2008 en Mundo literario
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Granada, 4 abr (EFE).- Lo bello y lo falso son conceptos relativos, pero al escritor italiano Umberto Eco le ha ido "mucho mejor", desde el punto de vista de las ventas, con su "Historia de la fealdad" que con su "Historia de la belleza", porque esta última "puede ser aburrida" y "la fealdad es infinita".

Eco, eminente semiólogo, novelista, Premio Príncipe de Asturias y doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, ha conversado esta noche sobre estos conceptos con Jorge Lozano, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, en lo que ha sido sin duda uno de los actos más importantes del Hay Festival Alhambra y que más público ha congregado. El auditorio Manuel de Falla estaba lleno a rebosar.


Como dijo Lozano, Eco ha dedicado su vida a "habitar en el mundo de los signos", y en ese mundo ocupan un lugar importante lo feo y lo falso, tema sobre el que Eco disertó de forma amena y pedagógica, acompañando sus reflexiones con diapositivas que ilustraban sus afirmaciones.


El creador de la Escuela de Estudios Humanísticos de Bolonia, la "superescuela", como se la denomina en Italia, mostró unas cuantas imágenes de Venus, desde la de Willendorf hasta otras de siglos posteriores, para demostrar que "el concepto de belleza es relativo" y depende de la época y de las culturas.


Puede que la Venus de Willendorf fuera hermosa en opinión de los artistas de la época, pero la de Lucas Cranach a Umberto Eco le parece "anoréxica", y hoy día la anorexia puede representar para algunos "el ideal de belleza".
Lo mismo sucede con el concepto de fealdad, que en el arte se representa a veces "de manera hermosa".


Eco enseñó la imagen de un perro horrible que ganó el concurso internacional de fealdad, para ilustrar la distinción entre la fealdad artística y la de la naturaleza.


"La fealdad es siempre un error de sintaxis y por eso es infinita, porque las maneras de construir una frase de forma correcta son escasas, pero las de hacerlo mal son infinitas", afirmó el autor de "El nombre de la rosa".


El gran intelectual italiano mostró también un cuadro de una virgen pintado por Adolfo Hitler, claro ejemplo de lo "kitsch".


"Es mejor que se haya dedicado a la política y no al arte", bromeaba Eco, y cuando Lozano le sugería que podía haber elegido un cuadro de Franco, el escritor declinó la invitación porque él en España "es un invitado".

Comentarios

  • Alois BoergesAlois Boerges Fernando de Rojas s.XV
    editado mayo 2008
    Me parece acertado sus conceptos, Eco es un tipo con los pies en el suelo. Pero en lo que si no stoy de acuerdo de ninguna manera es que la belleza puede ser aburrida... oh no!, yo no me cansaré de verle el rostro nunca a la mujer más perfecta del siglo: Meg Ryan.
    megryanvc2.gif


    En contraste miren este adefecio, supuestamente campeón mundial de los perros más feos del planeta:
    elperromsfeohx8.png


    ¿A quién prefieren de compañía, a la mamacita de Meg o ese chandoso? Je je je :D
    ***
    *
    Sin embargo Eco ha creado una obra de arte bella por su género, la novela El nombre de la rosa; para algunos simple best-seller, para otros (incluído yo) autentica obra maestra, yo la defiendo a capa y espada, es una de mis favoritas. El que quiera saber como se escribe una historia de misterio, intriga y suspense al mejor estilo Conan-Doyle tiene que recorrer estas 600 páginas y tratar de encontrar la salida al complejo laberinto constrúído por el autor en esta obra. Si ya leyeron esta novela u otro libro de él, ¿qué les pareció? o ¿cómo ven a Eco?
  • febadefebade Fernando de Rojas s.XV
    editado mayo 2008
    No le veo solución.
    Primero: comparar la sintaxis de una frase (algo objetivo) con la belleza o fealdad subjetiva de una persona, animal o cosa me parece incorrecto.

    "La fealdad es siempre un error de sintaxis y por eso es infinita, porque las maneras de construir una frase de forma correcta son escasas, pero las de hacerlo mal son infinitas", afirmó el autor de "El nombre de la rosa".

    La fealdad ¿cuando se convierte en un error de sintaxis? ¿Quién lo decide?

    Por lo que dice Umberto, la construcción correcta de una frase equivale a la belleza, pero en su libro de La historia de la belleza, deja bien claro que la belleza es temporal y subjetiva. ¿En qué quedamos?
    ¿Existe una fórmula para construir la belleza no temporal?

    Siguiendo su ejemplo se deduce que la belleza es escasa..., pero no lo es!!!.
    UNA FRASE TIENE POCAS MANERAS COHERENTES DE CONSTRUCCIÓN, PERO NO LA BELLEZA NI LA FEALDAD. LAS DOS CONTIENEN EN SI MISMAS INFINITAS COMBINACIONES.

    Me encanta ver como manipula los conceptos: lo correcto en contraposición a hacerlo mal.
    La semántica de su ejemplo, siempre y cuando sea comparada con la belleza, es incorrecta. Un saludo
  • coltrumancoltruman Anónimo s.XI
    editado mayo 2008
    creo que lo que dice febade, desde un punto de vista muy literal es cierto. (Sintácticamente hablando, claro).
    Y estoy de acuerdo con lo que dice alasha, hasta cierto punto. Estais viendo la belleza con los ojos de la cara y no con la mente.
    A mi personalmente la señorita rayan no me va, pero seguro que tiene un alma, yo creo que la belleza no es solo exterior, tenemos la interior y seguro que es muchisimo más interesante que el (chucho) feo de la foto. Por muy raro que este sea, los pensamientos, las dudas, las incoherencias humanas creo a mi parecer son más bellas e interesantes que la fotográfia de un perro como ese. Ya que este no se puede comunicar con nosotros y mostrarnos su mundo interio.
    Podreis especular sobre su mundo, pero nada más. En fin, yo creo en la belleza pero como veis no es precisamente la exterior......
    En lo referente al libro, no especifica muy bien, si es una u otra. Ambas tienen contradicciones, son imperfectas, es como el perro que se muerde la cola.
  • CatuloCatulo Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado mayo 2008
    Qué buena es la interdisciplinaridad. Con todos mis respetos al insigne y celebrado semiólogo, también existen pruebas que demuestran que hay ciertos "principios" o patrones de belleza que no varían a través de los tiempos y de las diferentes culturas, al menos en lo referente al aspecto físico del hombre y la mujer.

    De ello se habla, por ejemplo, en el siguiente libro: "El origen de la atracción sexual humana" de Manuel Domínguez-Rodrigo, Akal Arqueología.

    Estos patrones pueden ser muy básicos, pero sobre ellos se elabora la variación cultural, y no al margen de ellos. Teniéndolos en cuenta, diría que la Venus de Wilendorf jamás fue considerada "bella" por quienes la crearon, sus formas excesivas pretenden indicar o representar otra cosa: lo sobrenatural, que a menudo se expresa mediante la deformación y la monstruosidad.

    La belleza es lógicamente común, por la sencilla razón de que forma parte de la selección natural, estamos "hechos así" porque así nos atraemos sexualemente para reproducirnos. Si nos repugnáramos físicamente, no tendríamos descendencia. Por consiguiente, seleccionamos la pareja que nos atrae, lo que, con el tiempo, hace que los descendientes sean comúnmente más atractivos que repulsivos, al menos durante un período de tiempo de juventud. ¿Es por esto la belleza "aburrida"? No, pues a pesar de todo, nos sigue atrayendo.

    Más allá de lo aparente, entre las tres gracias rellenitas de Rubens y un modelo de belleza actual, más delgado y atlético, hay ciertos elementos que no han variado. Por ejemplo existe una distribuición ginoidea de la grasa en el cuerpo de la mujer que siempre será la preferida (instintivamente) por los hombres porque es indicadora de salud y fertilidad. Lo mismo sucede con las proporciones cadera-cintura y otros indicadores. Existen estudios que demuestran que estas preferencias de "belleza" no han variado a través de los siglos.

    Por otra parte, también existe una belleza monstruosa. Es la belleza inalcanzable, inflexible, de patrones abusivos, que no permite la más mínima variación a su dogma. Alrededor de esta belleza paranoica sí es posible que la fealdad sea infinita, pues, sencillamente, es feo todo lo demás. Se trata de una paranoia muy de nuestro tiempo.

    Un saludo,

    Catulo.
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