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De cuando mi vecino buscaba a la Inspiración

rocinanterocinante Garcilaso de la Vega XVI
editado marzo 2008 en Fantástica
DE CUANDO MI VECINO BUSCABA A LA INSPIRACION


A mi vecino el loco, que se llama Federico, el otro día le vi. Ahora está en su casa porque está enfermo. Una gripe pegajosa y rebelde lo tiene en la cama, aunque el se escapa al Sol del parque de enfrente y allí se lía como ya no lo hace nadie sus cigarrillos.

Con mucha tranquilidad, como un rito antiguo se saca del bolsillo una vieja petaca de cuero viejo, oscuro y agrietado se vierte una poca de picadura en un papelillo de arroz y pensando en sus cosas, afina los dedos, y enrolla el papelillo de tal forma que al poco, un fino cilindro de tabaco está listo para ser encendido.

Mirándolo desde lejos, esa escena me recuerda a cuando mi padre hacia lo mismo y como para saber más de él porque en realidad todos los vecinos somos unos grandes desconocidos, ya que nos preocupamos de dar de comer a las palomas, de cuidar de nuestros perros, de que los jardines este perfectos, de todo menos de interesarnos por nuestros conciudadanos que al fin y al cabo son personas con los mismos problemas y felicidades que nosotros.

Así que me acerco a él siempre con recelo, con un poco de desconfianza, más por su enfermedad que por el mismo que parece una buena persona, maltratado por la vida, eso sí, como luego el mismo, con el tiempo me contaría.

-Hola, Que hay, buenos días.-

Mi vecino, me mira desde la lejanía de su cordura como pensando que me conoce de algo, seguro que sus fantasías se mezclan con sus pesadillas y realidades y tiene que hacer un gran esfuerzo para coordinar y saber en cuál de ellas se encuentra. Al fin, como saliendo de una gran concentración, me dice.

- ¿Ha vecino, hola, tú eres el vecino del cuarto 3ª, el que escribe. El que dice que el tiempo nunca se detiene, porque el reloj nunca se para, y que también dice que el mar le llama cuando se acerca y que le saluda y le dice hola ola. -

.-Bueno.-

Dije, encogiéndome de hombros, pensando que al fin y al cabo nada conseguía con desmentirle, si él pensaba que yo había dicho eso, pues me era igual, tampoco era cuestión de ponerse a porfiar con un enfermo mental.

Ya se sabe que a los locos, y a los borrachos hay que darles siempre la razón.

.- Como que esta por casa vecino, ¿Acaso ya está mejor de su enfermedad?

Le dije aparentando naturalidad y ganas de conversar.

.- ¡Que va!, ¡que va! si UD. Supiera. Ahora me paso los días y las noches escribiendo sin descanso, quiero decirle al mundo la verdad que no conoce.

Bueno mejor dicho escribía, porque sabe UD. que para eso hace falta inspiración, pues mire UD. por dónde, que ahora, esta buena señora no me visita como antes solía hacerlo.

.- ¿y cómo es eso?-

Seguí demostrando un falso interés, pues estaba claro que mi amigo contaba una de sus delirios.

.-i ¿Pero sabe UD. lo que hice para que me visitara para que de nuevo me iluminara con su clarividencias.?-

.- Fui a buscarla. .-

.- ¿A buscarlas?- repetí y dije como aparentando sorpresa.

.-i Si,.-

Continúo mi vecino,

.-Me quede dos días sin comer y me debilité tanto que tuve una especie de sopor en el cual viaje por el mundo de los sueños y de las estaciones, y pregunté al Otoño, y a la Primavera y casi me quemé con el Verano, pero al fin, en una pesadilla encontré a un payaso loco que daba vueltas en redondo sin parar que me indico, con grandes gestos y voces, en donde estaba la Inspiración. La encontré en una vieja estación de tren, de madera, que tenia un sin fin de vías de tren, hacia todas las direcciones inimaginables, y cuando la contemplé supe porque no había venido a visitarme como antes. La Inspiración estaba tan atareada y tan anciana, que apenas podía poner en orden las ideas y los proyectos de los iluminados, de los inventores, de los soñadores, de todos los sabios de la tierra.-

A su alrededor, y en un maremagno de nuevos inventos, pinturas y creaciones proliferaban todas clases de sueños e iniciativas y proyectos, que ella tan anciana y tan decrepita no podía hacer nada por ordenarlos. Así que cuando me vio llegar, comprendió mi gran sorpresa, pues yo la imaginaba como una soberbia mujer de esplendorosa y brillante hermosura y con una majestuosidad de reina. Pero lo que vi. fue a una vieja achacosa llena de arrugas y de trabajo, un trabajo tan enorme que la superaba, la rodeaba y casi la enterraba. Así que ella, mirándome y sin hablar me dijo que le ayudara y que si lo hacia bien, yo la relevaría en su agotador trabajo.

.- ¿Y qué hizo UD. Entonces?-

.- Irme de allí a toda prisa, no quería ese trabajo ni tan alta responsabilidad.-

.- ¿Despertó entonces de su letargo? .-

Si pero los médicos, estos sabelotodo, estos que se hacen unas normas de cordura a su capricho y te tratan de majareta cuando no cumples sus normas establecidas de antemano, dijeron que mi estado de postración era debido a la fiebre de la gripe.

.- Pero algo influiría, ¿No cree?

.- De ninguna de las maneras Sr. Vecino, yo conocí a la Inspiración y estoy muy orgulloso de ello.-

Al momento lo miré, y viéndole con aquellos ojos brillantes y llorosos por la fiebre, los labios trémulos y el pulso tembloroso, y pensé y no estaba muy equivocado, de que su enfermedad nerviosa se había agravado con aquel resfriado.

Pero si él se creía sus propios sueños, quien podía desengañarlo.


Rocinante 09/11/2002









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