Ya sabeis, si no corresponde, pues me lo cambiais de sitio.
Se trata de escribir una historia. Una de ellas será escrita por un poeta del foro, y la misma historia, por un prosista.
Es decir, ambos escribirán la misma historia. Los versos pueden tener una extensión de 50 y la prosa pues unas 500 o 600 palabras.
La historia puede ser la de un niño ciego que su único anhelo es poder ver la cara de su madre...
Los que se animen que indiquen en qué modalidad participan. es decir... yo en prosa, yo en verso.
Depende del numero de participantes en ambas modalidades podemos hacer dos con dos, etc., aunque la idea inicial es uno contra uno. si teneis dudas me las dejais aqui, y si dentro de una semana no hay respuesta, pues a otra cosa mariposa.
Venga los poetas y prositas de este foro, el duelo está servido, y la historia la teneis arriba.
Animaos, que no se diga.
Comentarios
QUE VIO
EL SOL
Triste y solo los días voy contando,
al igual que las noches, sin variación,
pasan por mi vida faltos de ilusión
porque ciego y pobre vivo penando.
Rogando estdoy a Dios por ver la luz
de ese sol qque calienta y alumbra
y me rescate de esta penumbra,
que más que vida, es para mí una cruz.
Mis lamentos han de llegar al cielo,
pues Dios tiene que escucharme
y de esta oscuridad sacarme
fándole a mis penas consuelo.
.......Y ver esas formas extrañas
que lejos de aquí quedan,
cubiertas de arboleda
y que las llaman montañas.
....y ese reguero de agua,
que desemboca en el mar
y la belleza sin par
del fuego de la fragua........
.....y los pájaros, las flores,
y esas grandes masas
de piedrdas, que son casas
de múltiples colores......
......y el chorro de la fuente,
que oigo al salpicar,
y los niños que al jugar
saltan alegremente........
.....y también mi habitación
con el camastro empotrado
y su techo desconchado
con el trozo de alerón.......
y todas las cosas bellas,
creadas por tí, Señor
pero sobre todo "el sol"
la más reluciente estrella..........
¡El sol¡ Masa incandescente,
que nos da vida y calor,
que surge con esplendor
y amanece por oriente.
Que al descender por poniente
a las nubes bermellea
y en el agua se recrea,
con luces multicolores,
rompiéndose con primores
mientras sube la marea.
¡El sol¡ Cuando amanecía
mi habitación calentaba
y en mis huesos alentaba
fuerzas para el nuevo día;
que llega sin alegría
porque triste, sin visión,
lo siente mi corazón
pero no lo ven mis ojos,
pinchados con los rastrojos
que cerecan mi habitación.
¡Oh, Dios¡ Apelo a tu infinito poder
para que tu luz radiante,
tan sólo por un instante,
mis ojos ciegos puedan ver.
Mira, Señor, que flaqueando
está mi fe constantemente
y ya me siento impotente
para, sin luz, seguir luchando.
Mi lamento al fin llegó
a lo más alto del cielo
y pude hallar el consuelo
porque mi Dios me escuchó
y de mi ceguera borró
el negro y tupido velo.
Y entre las nubes potente
vi el sol radiante,
y el agua de la fuente.....
y vi mi casa al instante
y las montañas de enfrente,
los pájaros y las flores
de múltiples colores....
y la corriente del agua
que desemboca en el mar
y la belleza sin par
del fuego de la fragua.......
y sobre todo vi ¡el sol¡
que da luz y que da vida,
y la verdad tan querida
detrás de todo. ¡Mi Dios¡
Gracias, Señor Misericordioso,
que me has devuelto la fe,
pues ciego es el que no cree,
mas, yo ciego, soy dichoso.
Aquella visión se me ocultó luego
pero estoy seguro, aún siendo ciego,
que fue cierto aquel hechizo.
Hoy con más ansia quiero vivir
y hasta el fin de mis días repetir,
que vi el sol, porque Dios lo quiso.
Soy nueva en este foro, recién los conocí ayer y el planteamiento de tu historia me gustó así que espero que no sea tarde para aceptar el reto de la prosa. Aquí les dejo mi relato haber que les parece.
Saludos,
Viannka
Sintió el viento sobre su rostro y le resultó más refrescante que otras veces, escuchó con atención la suave música de aquel oscuro y dulce entorno, a su corta edad había aprendido a mirar a través del alma, su ceguera no era más poderosa que su voluntad. Desde muy pequeño comenzó a soñar, animado por las fantásticas historias que su madre le contaba, sabía de genios que salían de lámparas dispuestos a cumplir deseos, también de hadas que con sus hechizos transformaban cualquier realidad, y por supuesto; sabía de Dios, sólo que a este último no lo entendía.
Nunca antes había sentido este fuego que provenía de lo más profundo de sus vísceras, la conformidad lo acompañaba desde siempre pero parecía que hoy lo abandonaba, ¿cómo sería el cielo?, ¿cómo serían los colores?, ¿por qué la oscuridad en presencia de la luz?, ¿por qué a él?.
Uno, dos, tres… caminaba mientras contaba los siete pasos que lo separaban de aquél rincón en donde su madre acostumbraba rezar. Dudó por un instante, pero no, decidió proseguir, lo había pensado mucho como para desistir. Juntó todas sus fuerzas y tembloroso, más por rabia que por miedo, se arrodilló frente al altar.
- ¡creaste el cielo y la tierra!,- gritó- ¡hiciste la luz y te olvidaste de dármela!, ¡te llevaste a mi padre!, ¡dime por qué!. Dios: ¡si tú eres bueno y poderoso sólo una cosa te pido!: permíteme ver tu más bella creación, permíteme ver… el rostro de mi madre.
El llanto ahogó sus lamentos, y haciendo acopio de valor respiró profundamente para contener la ira y el remordimiento súbito por haber afrentado a Dios. Mucho más valor necesitó la madre para sofocar su llanto. Sigilosa había observado la escena, en ella no había rabia si no dolor, un dolor agudo, intenso, taladrante. ¿Cuántas veces ella había recriminado al creador?, ¡con qué alegría se sacaría los ojos si con eso su pequeño pudiera ver el sol!, ¡cuánta impotencia! ¿Cómo complacer el deseo tan sublime de su hijo?...
Uno, dos, tres… contaba mientras recorría el pasillo hacia el comedor, la cena estaba servida, el olor a panecillos recién horneados inundaba el ambiente, con cuidado el pequeño jaló la silla de madera y lentamente se sentó, el sabor del chocolate caliente le pareció más delicioso que nunca y aquellos panecillos rellenos de miel que su madre con tanto amor había preparado parecieron aliviar sus penas.
La noche era fría casi gélida, la madre vistió al pequeño con un pijama de franela y se recostó junto a su niño, le dio un tierno beso y acarició su cabello mientras lo invitaba a soñar contándole esas maravillosas historias de genios y hadas, solo que esa noche ella era la protagonista de los cuentos, en el mundo de la fantasía, ella era un hada bondadosa que combatía la oscuridad con panecillos mágicos.
Tres días más tarde hallaron los cuerpos inertes. Yacían uno junto al otro fundidos en un cálido abrazo, la expresión facial denotaba tranquilidad, había paz en el rostro de la madre, la paz que provoca la misión cumplida. La sonrisa dibujada en el pálido rostro del pequeño daba cuenta de que tal vez, ese dulce veneno sabor miel había logrado cumplir su más ferviente anhelo.
Viannka