La creación de este hilo pretende responder la siguiente pregunta: ¿qué libro te llevarías (o has llevado) al Camino de Santiago? El motivo es que en un mes voy a emprender tal maravilloso recorrido y quiero llevarme un libro pero... ¿cuál?
Teniendo en cuenta las siguientes variables:
- Ha de ser pequeño para que no pese demasiado.
- Ligero en su contenido, la intención es leerlo en los pequeños descansos o al llegar al albergue. El cansancio físico impedirá que sea algo más denso.
¿Cuáles son vuestras propuestas?
Comentarios
Por otra parte, también puedes mirar qué otras cosas llevar en la mochila aquí: https://viajecaminodesantiago.es/mochila-en-el-camino-de-santiago/
A pesar de ello no puedo evitar intervenir por varios recuerdos propios.
He hecho dos veces la parte final del camino, esa que te permite llevarte a casa la compostela entre Sarria y Santiago. En ninguna me llevé lectura pero en la primera, en la primera parada en Portomarín compré "Crónica de una muerte anunciada" Nada que ver con el camino salvo el nombre del protagonista (Santiago). No lo terminé. Las experiencias diarias y compartirlas con otros caminantes me atraía más. Pero en aquella ocasión coincidimos con Mike. Hablaba poco español (nosotras nulo inglés, un desastre comunicativo). El comenzó su camino en Francia. Traía consigo una novela en español (perdonad que no recuerde el título, tampoco es lo importante). Era un libro manejable, pero tenía alguna peculiaridad. Lo había encontrado en los primeros días de recorrido, perdido en una cuneta, y con el final truncado. Al libro le faltaban las páginas finales. A pesar de ello, al llegar cada jornada al albergue, Mike sacaba de uno de los mil bolsillos de sus pantalones la novela y un pequeño lapicero y se sumergía con gran dedicación en ese otro camino del que apenas entendía nada y del que nunca conocería su final, llenándolo de marcas y anotaciones.
Yo terminé "Crónica de una muerte anunciada" años después (abandoné el libro al regresar). Quizá Mike logró encontrar esa obra completa y pudo llegar a su fin algún día. Creo que en ninguno de ambos casos lo importante era la meta.
En la segunda ocasión la lectura ni se me pasó por la cabeza, pero sí llevaba un cuadernito rojo y un pequeño bolígrafo donde anotaba mil cosas, mil detalles mil pensamientos en momentos de paz.