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De autores y editores

Lo que me gusta de esta comunidad es que en ella se presentan y tratan de darse a conocer autores “indie”, término que se utiliza con demasiada soltura hoy día. La comunidad les da una posibilidad de presentar lo que han escrito, ya que no cuentan con la correspondiente editorial detrás que se haga cargo de esas acciones. Son autores de Amazon, sobre todo, aunque imagino que habrá quien ha probado Bubok u otros sistemas de autoedición.

La autoedición tiene sus ventajas, en muchos aspectos, frente al negocio que podríamos considerar convencional, y tiene sus desventajas, sobre todo el exceso de trabajo que supone para el autor y la visibilidad que mencionaba antes. Las editoriales tienen... bueno, tienen sus cosas.

Hablemos de ellas. Esas que están ahí para ayudar al autor y que tienen la gran responsabilidad de hacer criba entre los autores publicando buena literatura y dejando atrás el resto.

Todos los años, surgen autores que publican su primer libro. Una tirada normal para una primera edición de un autor desconocido del gran público suele rondar los mil ejemplares, dependiendo claro de la editorial en cuestión. Según datos de la Federación de Gremio de Editores de España, el 94% de los autores nuevos no agota su primera edición. Eso supone varias cosas, entre ellas, el aumento de la dificultad de vender una segunda novela, pues la editorial suele perder la confianza (el nivel de pérdida de confianza es directamente proporcional al tamaño de la editorial), para frustración del autor que veía platos de sopa caliente en la mesa pagados con las regalías de ese libro.

Sin embargo, esos tienen suerte, porque la mayoría lo único que recibe de las editoriales es silencio, alguna palabra amable (en su mayoría de respuestas tipo, no personales), que te pidan dinero para publicar o un rechazo contundente.

Suele ocurrir que los editores ni siquiera leen los manuscritos que reciben. Claro, no tienen tiempo ilimitado. Y en muchas ocasiones se atreven a valorar un manuscrito leyendo del orden de una a diez páginas, como si fueran dueños de la cultura y pudieran hacer un juicio semejante con una lectura tan escueta, cosa que no es así (salvando grotescas excepciones).

Comentarios

  • Por mi experiencia, los editores son en general vagos. Prefieren confiar en autores conocidos que buscar nuevas promesas con el riesgo que eso supone. Incluso aunque las publicaciones de esos autores sean en algunos casos mediocres; sí lo he dicho: mediocres. Una buena campaña de publicidad, un buen porcentaje para Casa del Libro, Fnac, Corte Inglés... para que el libro esté bien visible según entras y ponemos a Carlos Ruiz Zafón una vez más en el más vendido. O La Chica del Tren, o Sombras de Grey, o tantos otros. Cuidado, no digo que los best seller sean malos, todo lo contrario. En muchos casos sus ventas hablan por ellos, en otros lo que habla es la publicidad que hay detrás.

    Por eso me gustan lugares como éste. Autores de Amazon los hay a montones, cierto, y la velocidad de publicaciones aumenta año a año. Muchos no se preocupan de cuidar suficiente su trabajo, ni revisan todo lo que deberían, pero otros sí lo hacen, y he tenido la oportunidad de sentirme satisfecha y feliz al llegar al final de alguna de esas novelas por la que he pagado nada menos que 2,99. Muy lejos de los 13 euros que pide la editorial por la futura versión en kindle de la tercera parte de la saga de Ken Follet, que se inició con Los Pilares de la Tierra (12 y algo por un libro que no tiene gastos de distribución, ni de producción y que son, desde cualquier punto de vista, injustificables más allá de perdurar el formato papel que les engorda los bolsillos).

    Así que al final esto es una entrada para dar ánimo a todos esos autores “indie”. Hay vida más allá de las editoriales, no os frustréis por querer llegar hasta ellas, incluso los ejemplares gratuitos son éxitos. El objetivo es que os lean, para hacer dinero ya está la política.  

  • Estoy de acuerdo. El trabajo del editor es no leer. 
  • Y no veas la prepotencia con la que lo hacen. Hasta he escuchado a algunos decir que podían valorar una novela de 1000 páginas por sus tres primeras frases. 
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