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La primera y la última palabra

BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado junio 2015 en Narrativa
LA PRIMERA Y ÚLTIMA PALABRA


La enfermera se acercó a la cama del enfermo terminal de alzheimer para cambiar la bolsa del suero. El hombre que yacía inmóvil en la cama tenía muchos años, demasiados… cuando paso de los 90 perdió la cuenta. En ese momento se despertó, extendió la mano suplicante y pronunció la única palabra que recordaba:

- ¡Mamá!

La enfermera sonrío con tristeza y ternura mientras agarraba la mano suplicante, acerco sus labios al oído y dijo susurrando:

- Duerme, mi niño.

El hombre apretó la mano de la enfermera con las últimas fuerzas que le quedaban, sonrió y se durmió placidamente para siempre.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado marzo 2015
    No estaba tan perdido:rolleyes:
  • BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2015
    amparo bonilla escribió : »
    No estaba tan perdido:rolleyes:

    Gracias, Amparo, nuestra fiel lectora. Este micro relato esta basado en hechos reales. Muchos se acuerdan de su madre cuando agonizan.

    Un abrazo cordial.
  • ENEASENEAS Pedro Abad s.XII
    editado junio 2015
    Hola, Benedicto.

    Es posible que la vida sea un ciclo que se repite. Es posible que el anciano vuelva a despertarse y que su primera palabra sea otra vez mamá. Creo que la enfermera estuvo muy acertada: duerme ni niño.

    Saludos. Hasta pronto.
  • PipelinePipeline Pedro Abad s.XII
    editado junio 2015
    Bonito microrrelato, una historia condensada en apenas cien palabras. En realidad, la hermosa (por imposible) muerte de una anciano que se cree en brazos de su madre.
  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2015
    Benedicto:

    Precioso relato, te felicito.

    Me ha hecho recordar uno que leí hace mucho tiempo
    de un soldado que estando en el frente, le hacen que
    regrese ya que su padre está a punto de morir en el
    hospital.

    Se presenta allí, y despues de muchas horas de estar con él,
    sale y le dice a la enfermera que el paciente que de esa habitación
    acababa de fallecer.

    La enfermera le dió las condolencias.

    No era mi padre dijo, pero me cogió la mano, me dijo hijo...
    y yo no lo pude abandonar.

    Saludos

    Emilio
  • BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2015
    ENEAS escribió : »
    Hola, Benedicto.

    Es posible que la vida sea un ciclo que se repite. Es posible que el anciano vuelva a despertarse y que su primera palabra sea otra vez mamá. Creo que la enfermera estuvo muy acertada: duerme ni niño.

    Saludos. Hasta pronto.


    Es posible que retornemos al lugar donde estábamos antes de nacer, resulta lo más lógico. La palabra "mamá" puede ser la primera y la última en el pensamiento. La enfermera no pudo atender mejor a su paciente.

    Gracias por tu amable comentario.

    Saludos desde Madrid.
  • BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2015
    Pipeline escribió : »
    Bonito microrrelato, una historia condensada en apenas cien palabras. En realidad, la hermosa (por imposible) muerte de una anciano que se cree en brazos de su madre.

    No hace falta mucha imaginación para escribir este sencillo relato. Creo que esta historia, con pequeños variantes, ha sucedido y sucederá muchas veces.

    Gracias por tu amable comentario. Saludos desde Madrid.
  • BenedictoBenedicto Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2015
    evilaro escribió : »
    Benedicto:

    Precioso relato, te felicito.

    Me ha hecho recordar uno que leí hace mucho tiempo
    de un soldado que estando en el frente, le hacen que
    regrese ya que su padre está a punto de morir en el
    hospital.

    Se presenta allí, y despues de muchas horas de estar con él,
    sale y le dice a la enfermera que el paciente que de esa habitación
    acababa de fallecer.

    La enfermera le dió las condolencias.

    No era mi padre dijo, pero me cogió la mano, me dijo hijo...
    y yo no lo pude abandonar.

    Saludos

    Emilio

    Gracias por el relato que nos citas. Creo que los dos relatos, el del soldado y el de la enfermera, son muy verosímiles. Todos desearíamos partir agarrando una mano amiga.

    Saludos desde Madrid.
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