I (Temprano, al despertar)
Hay un procedimiento y un proceder
ciertas reglas lúdicas mas no lúcidas
para practicar el Juego que juego.
Es mi Juego. Yo soy el Jugador.
Esta mañana ni bien desperté,
mi primer pensamiento fue para Él.
Me dije ya no queda mucho tiempo
es mejor que explique sus entrañas
los flujos invisibles que lo atraviesan.
Ya es hora, recuerdo que pensé
estando en decúbito supino:
es hora de volver exotérico lo esotérico.
Comentarios
es mejor que explique sus entrañas
los flujos invisibles que lo atraviesan.
Bravo!!
Gracias también a ti, Silenus.
Gracias a vos Estrofa por estar atenta a todas las modulaciones de este foro, en especial en un hilo tan sensible como el de la poesía. Es cierto lo que comentás, puede suceder que lo que uno haga no guste ni interese a nadie en el foro, y puede resultar desconcertante pues uno publica para que se lo lea y, en el caso de un foro, para que se lo comente, aunque sean críticas (constructivas, claro), si partimos de la actitud humilde de que siempre estamos aprendiendo y de que el texto es mejorable. Pero aunque no le interese a nadie, es bueno seguir publicando, como decís, porque no hay nada peor que auto censurarse o llamarse a silencio.
Saludos
PD: No te pierdas este concierto: https://www.youtube.com/watch?v=FP0wQxWifBY
Hay una luz que viene del jardín
y me anega por fuera
pero la negrura de la mente se resiste
a expeler en un discurso
“coherente y cohesivo” como me
enseñaron en la escuela
las reglas del Juego que juego
sin necesitar describírmelo
a mí mismo pues de alguna manera sé
qué es cómo se alimenta cuánto vale.
Podría comenzar enumerando sus
componentes como si las partes
delicadamente membretadas
sobre la mesa de disección
formaran un todo
como el que captura el misterio
de un koan apenas
terminó de decirse.
Pero algo puedo articular:
El Juego es su narración
y quien narra crea de la nada
juega el juego de las combinatorias.
Esto es hermoso, Silenus. Va tomando forma. Hay que adentrarse, volver a leer. Me va gustando cada vez más tu estilo de poesía. Vas creciendo en mi lectura. Hay que darle tiempo y mirada...
PD: El concierto no me lo voy a perder, en cuanto tenga un hueco, lo escucho :-) Gracias.
Recuerdo que el Juego en sus días tempranos
era tan dubitativo como estas palabras.
Y solo después de habitarlo mucho,
(de volverlo hábito y hábitat)
con el tiempo, tras sus correcciones
pude sentir su fluido amniótico.
O también podría compararlo
con el leve dolor en la piernas
que se siente cuando uno
recién se ha levantado
de un sueño prolongado,
esa sensación de fragilidad
en las articulaciones de los pies
como si recién se empezara a caminar.
Para que mi discurrir pierda un poco de abstracción
y tome ribetes más narrativos diré que
le he aplicado al Juego (mi ley)
varios modelos de la realidad (La Ley)
tales como el sistema de salud municipal,
la regulación de las tarifas aduaneras,
las figuras que forman las hormigas
durante sus peregrinaciones diurnas
y también el paso de la luz solar
por el territorio de mi habitación
durante todo un día, doce de mayo,
a los 34 grados sur, 58 grados oeste
de este orbe insondable.
Y en todos los casos la Realidad
pasada por el tamiz del Juego
exudó el olor de la fragancia
de la planta de maíz.
Y esa fragancia es bien real, por cierto.
Que les quede bien claro:
en el Juego
no hay un Más Allá
de lo hasta acá dicho
ni metafísicas ni improntas
místicas o míticas que puedan
subyugar el placer de
estar en el Juego.
Un presente imperfecto
un más acá del goce
un ejercicio pedestre
con chillidos de tripas
como música de fondo.
Es apenas una magia modesta:
la del jugador jugando el Juego
como la del creyente bajo el techo
de chapas de la capilla barrial.
El Juego consiste en cuatro dados
cada lado de cada cubo de marfil
consta de un color, un olor y cierta rugosidad
cuya delicada textura sólo pueden identificar
las yemas que han habitado el Juego desde el principio.
El Jugador solitario arroja los dados cuatro veces,
de la combinatoria surgen dieciséis
estados mentales posibles,
de allí podrán salir un verso, un dibujo
una melodía, un fotograma o simplemente
la excusa que el Jugador necesitaba
para quedarse echado fumando
mientras sigue los contornos
de las manchas de humedad del cielorraso
entre las volutas de humo.
En el Juego no hay ganadores ni perdedores
no hay señales biunívocas, ni certezas ni dudas.
Hay sí, sensaciones:
la de sentir los dados dentro del puño cerrado
la de escucharlos rodar sobre el tapete verde
entrechocándose, y al fin, ya detenidos en su rodar,
la de verlos formar tonos, figuras, ideas, reminiscencias.
El Juego no proyecta nada sobre el jugador a no ser
la sombra de cuatro pequeños cubos de marfil
bajo la luz cenital de las lámparas.
Relee los versos escritos durante el día
y siente que
como ese personaje de El Congreso
querer glosar el Juego
es tan inútil como querer catalogar el mundo.
Vivió en Él la mayor parte de sus días
otros también podrán hacerlo,
¿no es ésa bendición suficiente como
para no perturbar el fluir de Sus líquidos?
En la duermevela de los versos finales
bajo el sopor pringoso de los somníferos
la mente pareciera más lúcida (más lúbrica),
calmosa y tal vez ahora sí preparada
para narrar las Reglas.
Pero no.
Lo que importa es evidente:
el Juego, como dice el filósofo,
está-en-el-mundo,
se ha incrustado en la vida
como una cuña entre dos nervios.
Disculpenló que no pueda darles
mayores precisiones.
Va a apagar la luz.
Me encantó, Silenus.
Sigo tus poemas, Las reglas del Juego y su desarrollo poético.
Gracias por escribir :-)
Gracias a vos Estrofa por tus comentarios tan amables, me ayudan un montón para valorar los textos, siempre pensando en que algún día (ojalá) pueda reunir los mejor logrados en papel.
Saludos
PD.: ¿Has podido ver La doble vida de Veronika?