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Pájaros

estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
editado junio 2015 en Literatura
Pájaros









«1

Comentarios

  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Escribir pájaros

    Ahora escribo pájaros.
    No los veo venir, no los elijo,
    de golpe están ahí, son esto,
    una bandada de palabras
    posándose
    una
    a
    una
    en los alambres de la página,
    chirriando, picoteando, lluvia de alas
    y yo sin pan que darles, solamente
    dejándolos venir. Tal vez
    sea eso un árbol

    o tal vez
    el amor

    Julio Cortazar





  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]Abriendo un hilo sobre pájaros, y empezando con Cortazar, he de editar aquí, y a continuación, obligatoriamente a la coleccionista de lapiceros de colores.
    Uno de los poemas dedicados a su siquiatra particular.[/OCULTAR]



    EL DESPERTAR

    a León Ostrov

    Señor
    La jaula se ha vuelto pájaro
    y se ha volado
    y mi corazón está loco
    porque aúlla a la muerte
    y sonríe detrás del viento
    a mis delirios

    Qué haré con el miedo
    Qué haré con el miedo

    Ya no baila la luz en mi sonrisa
    ni las estaciones queman palomas en mis ideas
    Mis manos se han desnudado
    y se han ido donde la muerte
    enseña a vivir a los muertos

    Señor
    El aire me castiga el ser
    Detrás del aire hay mounstros
    que beben de mi sangre

    Es el desastre
    Es la hora del vacío no vacío
    Es el instante de poner cerrojo a los labios
    oír a los condenados gritar
    contemplar a cada uno de mis nombres
    ahorcados en la nada.

    Señor
    Tengo veinte años
    También mis ojos tienen veinte años
    y sin embargo no dicen nada

    Señor
    He consumado mi vida en un instante
    La última inocencia estalló
    Ahora es nunca o jamás
    o simplemente fue

    ¿Còmo no me suicido frente a un espejo
    y desaparezco para reaparecer en el mar
    donde un gran barco me esperaría
    con las luces encendidas?

    ¿Cómo no me extraigo las venas
    y hago con ellas una escala
    para huir al otro lado de la noche?

    El principio ha dado a luz el final
    Todo continuará igual
    Las sonrisas gastadas
    El interés interesado
    Las preguntas de piedra en piedra
    Las gesticulaciones que remedan amor
    Todo continuará igual

    Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
    porque aún no les enseñaron
    que ya es demasiado tarde

    Señor
    Arroja los féretros de mi sangre

    Recuerdo mi niñez
    cuando yo era una anciana
    Las flores morían en mis manos
    porque la danza salvaje de la alegría
    les destruía el corazón

    Recuerdo las negras mañanas de sol
    cuando era niña
    es decir ayer
    es decir hace siglos

    Señor
    La jaula se ha vuelto pájaro
    y ha devorado mis esperanzas

    Señor
    La jaula se ha vuelto pájaro
    Qué haré con el miedo



    Alejandra Pizarnik


    .
    .
    .
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]La Pizarnik, los pájaros, las lilas, el seconal a granel, la autodestrucción (...)[/OCULTAR]


    PEREGRINAJE

    a Elizabeth Azcona Cranwell

    Llamé, llamé como la náufraga dichosa
    a las olas verdugas
    que conocen el verdadero nombre
    de la muerte.

    He llamado al viento,
    le confié mi ser.

    Pero un pájaro muerto
    vuela hacia la desesperanza
    en medio de la música
    cuando brujas y flores
    cortan la mano de la bruma.
    Un pájaro muerto llamado azul.

    No es la soledad con alas,
    es el silencio de la prisionera,
    es la mudez de pájaros y viento,
    es el mundo enojado con mi risa
    o los guardianes del infierno
    rompiendo mis cartas.

    He llamado, he llamado.
    He llamado hacia nunca.



    Alejandra Pizarnik



    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    Acerca del jilguero

    Para empezar el día, anoto aquí
    que de todos los pájaros que yo he visto y oído
    el más mío de todos es sin duda el jilguero.
    Cuando digo su nombre mi infancia entera
    vuelve,
    y desando el camino y de nuevo retorno
    a aquella casa blanca cuyos muros se alzaban
    en medio de los campos, en el centro
    del corazón del mundo y del verano.
    Y me veo a mí mismo en la mañana de oro
    -igual que en el comienzo prometedor de un
    mito-
    por vez primera oyendo un canto que venía
    de dónde, de qué ser maravilloso y puro.
    Escucha, escucha, niño, y acércate despacio
    al lugar del que brota sin cesar
    esa música hermosa. No hagas ningún ruido.
    Y poco a poco llegas con tus pequeños pasos
    hasta el pie de un almendro. Pero miras
    hacia arriba y no ves más que hojas verdes
    y cielo azul. Insiste. No te muevas, y observa
    con atención. Insiste. Sí, ya veo, parece
    que algo se está moviendo en esa rama.
    Por fin, por fin lo ves: es un jilguero.
    Lo ves hoy y lo has visto para siempre.
    Quién podría olvidarlo. Lo viste, sí. Y yo ahora
    lo sigo viendo aún con nitidez
    y apunto emocionado en mi cuaderno
    ese cuerpo menudo que al cantar se estremece,
    e intento dibujar también la gracia
    de su rojo antifaz y la delicadeza
    de su ropaje pardo que se adorna
    con pinceladas blancas, amarillas y negras.
    Canta, canta el jilguero en la mañana
    remota del origen. Y después alza el vuelo
    y se va por el aire. Mas desde entonces vibra
    en tu oído, en mi oído y en la verdad más
    honda
    su canto de aquel día, su milagroso canto.

    Eloy Sánchez Rosillo
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    La carencia

    Yo no sé de pájaros,
    no conozco la historia del fuego.
    Pero creo que mi soledad debería tener alas.

    La Pizarnik


    .
    .
    .

  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]Gracias, Quinti, por traer a la Pizarnik y demás[/OCULTAR]



    Abrí este hilo recordando un poema que pasó la barrera del encantamiento hacia más allá, al leerlo...



    Pájaros

    I

    El pájaro que se desliza de una rama...

    Quedo, casi silencioso, húmeda de limo
    la piel.

    No dice nada. Desmenuza un fruto rojo.

    Su pulso amniótico se abre; exhala.

    Come el fruto rojo hasta allanarle
    el corazón.

    Inhala lento exhala. El fruto rojo duerme.

    El pájaro que se desliza de una rama...

    No dice nada.
    Sueña con la muerte.



    II

    un pájaro
    de pecho asmático

    raquítico

    enhebrándose a una rama
    como una ajorca
    en la muñeca

    de qué sirve el parloteo
    -trino
    inveterado-

    destinado
    a erradicar
    el tácito
    silencio


    Sarasvati





  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    Yo no le veo el encantamiento, pero bueno. Gracias, estrofa.


    Trece maneras de mirar a un mirlo

    1

    Entre veinte cerros nevados
    lo único que se movía
    era el ojo de un mirlo.

    2

    Yo era de tres pareceres,
    como un árbol
    en el que hay tres mirlos.

    3

    En el viento de otoño giraba el mirlo.
    Tenía un papel muy breve en la pantomima.

    4

    Un hombre y una mujer
    son uno.
    Un hombre y una mujer y un mirlo
    son uno.

    5

    Yo no sé si prefiero
    la belleza de las inflexiones
    o la belleza de las insinuaciones,
    si el nido silbando
    o después.

    6

    El hielo cubría el ventanal
    de cristales bárbaros.
    La sombra del mirlo
    lo cruzaba de un lado a otro.
    La fantasía
    trazaba en la sombra
    una causa indescifrable.

    7

    Oh, delgados hombres de Haddam,
    ¿por qué imagináis pájaros dorados?
    ¿No veis cómo el mirlo
    anda entre los pies
    de las mujeres que os rodean?

    8

    Conozco nobles acentos
    e inevitables ritmos lúcidos;
    pero también conozco
    que el mirlo anda complicado
    en lo que conozco.

    9

    Cuando el mirlo se perdió de vista
    señaló el límite
    de un círculo entre otros muchos.

    10

    Al ver mirlos
    volar en la luz verde,
    hasta los charlatanes de la eufonía
    gritarían agudamente.

    11

    Viajaba por Connecticut
    en un coche de cristal.
    Una vez le entró el miedo,
    por haber confundido
    la sombra de su equipaje
    con mirlos.

    12

    El río se mueve.
    Estará volando el mirlo.

    13

    Toda la tarde fue de noche.
    Nevaba,
    iba a seguir nevando.
    El mirlo se detuvo
    en la rama del cedro.

    Wallace Stevens
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [SIZE=+2]Tiempo[/SIZE]
    [SIZE=+1] a Olga Orozco[/SIZE]
            • [SIZE=+1]Yo no sé de la infancia[/SIZE]
              [SIZE=+1]más que un miedo luminoso[/SIZE]
              [SIZE=+1]y una mano que me arrastra[/SIZE]
              [SIZE=+1]a mi otra orilla.[/SIZE][SIZE=+1]Mi infancia y su perfume[/SIZE]
              [SIZE=+1]a pájaro acariciado.[/SIZE]




              [SIZE=+1]Pizarnik[/SIZE]
            [SIZE=+1].[/SIZE]
          • [SIZE=+1].[/SIZE]
          • [SIZE=+1].
            [/SIZE]
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]Sarasvati: encantamiento porque para mí es un poema con magia... [/OCULTAR]

    [OCULTAR]Quinti, estás poesido por la Pizarnick : -)[/OCULTAR]



    Frío de límites



    Huyen heridas por el amanecer, laten sobre las aguas y su blancura se
    abre en ti: avefrías.

    Viajan de lo visible a lo invisible. Ya

    sólo hay invierno en las ramas inmóviles.





    ¿Es la luz esta sustancia que atraviesan los pájaros?

    En el temblor del sílice se depositan cuarzo y espinas pulimentadas
    por el vértigo. Sientes

    el gemido del mar. Después,

    frío de límites.



    Antonio Gamoneda (España, 1931)





  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Ana Paula Daumal
    Cerro Chaltén, Santa Cruz, 15 de Enero de 1992

    Las condiciones del pájaro solitario son cinco.
    La primera, que se va a lo más alto;
    La segunda, que no sufre compañía
    aunque sea de su naturaleza;
    La tercera, que pone el pico al aire;
    La cuarta, que no tiene determinado color;
    La quinta, que canta suavemente.

    San Juan de la Cruz
    Dichos de luz y amor


    A mil trescientos metros de altura
    Ana Paula Daumal cuelga apenas
    de las cuerdas del viento.
    Entre violines de espanto trepa Ana Paula,
    los dedos de musgo
    entrando en la pared sur del Chaltén.
    Sursum corda
    se repite Ana Paula
    y el viento dice que no, dice que no.
    Con el corazón no alcanza, dice Ana Paula
    y clava los ojos en las grietas
    y a la mirada le crecen músculos
    jadeos, sudor de luz.

    Allá abajo duermen todavía,
    como en un nido de nieve,
    tres italianos y un español.
    Uno de ellos
    -no sabe cuál -
    le ha entrado en el cuerpo
    hace apenas dos horas.
    En los muslos siente todavía
    los rastros de calor de esas manos tan desconocidas
    y tan necesarias.
    Al fin y al cabo todos los hombres son iguales
    se ríe Ana Paula
    (pero el viento dice que no, dice que no)

    Vení conmigo, vení conmigo
    había gemido Ana Paula
    debajo de los estertores del hombre
    que se vaciaba en ella.
    Pero él ya se había dormido
    sobre pequeña hoguera o pecho de mujer.
    Qué raro, pensó Ana Paula,
    los hombres vacíos pesan más,
    el deseo los hace livianos por un rato,
    pero después caen a plomo y se duermen
    o se mueren.
    Ana Paula empujó con piernas y brazos
    buscando el desahogo
    y comenzó a vestirse con lentitud de novia
    y de caballero medieval.

    La montaña es un dragón de hielo
    todavía dormido.
    Ana Paula se disculpa cada vez
    que clava acero en el lomo de hierro:
    No te despiertes, susurra Ana Paula
    sólo soy yo
    sólo soy yo
    tu Ana Paula Daumal
    trayéndote el fuego.
    Prometeo desencadenado
    en camino de regreso
    arde Ana Paula Daumal:
    confunde cóndor con buitre
    instante con llanura
    cima con eternidad
    arde Ana Paula
    se quema en el alto puente
    donde el deseo de vivir
    es como el deseo de morir.

    No me vas a matar dos veces
    dice Ana Paula
    y hunde en la nieve dura
    todos los clavos
    todas las cruces
    - sobre todo una-
    del cementerio andino
    de allá abajo
    en otra montaña
    que es y no es la misma
    que la mató la primera vez.

    Al fin y al cabo
    todas las montañas son iguales
    jadea Ana Paula
    y el viento dice que sí
    y el viento dice que no
    pero Ana Paula
    ya no escucha,
    los pies envueltos
    en una nube de luz
    que se ha encendido de repente:
    entre nubes negras
    ha venido el sol.
    Ana Paula ya no escucha el viento
    ni las voces terrestres
    que gritan
    que no
    que vuelva
    que ya viene la tormenta.

    Los ojos también necesitan respirar
    piensa Ana Paula
    mientras aprieta fuertemente los párpados
    la mirada ahogada en la nube luminosa
    que la encierra y la algodona,
    diamante de carne endurecida
    por la voluntad
    y el cardumen que el dolor
    soltó por sus músculos
    como andanada de flechas de plata.

    Pero el viento perro
    perro fiel
    muerde la nube allá arriba y la desgarra
    y Ana Paula ve la cima
    al alcance de los dedos
    y más allá un pozo de cielo
    y Ana Paula siente que cae en ese agujero
    que no puede más de azul
    y sin darse cuenta llega
    y siente que la montaña la sostiene
    y la levanta
    antorcha pagana
    sobre las oscuridades del mundo.

    Ana Paula sabe que es hora de bajar.
    Saca la foto del hombre muerto
    y la deja en un pequeño altar de roca y nieve.
    Ahora te voy a prestar mis ojos, dice,
    para que veas lo que no pudiste ver.
    Y Ana Paula mira
    y en la mirada hay el doble de brillo
    y hay un deseo doble.
    Hay silencio alrededor:
    la tormenta se ha quedado inmóvil
    como un gato antes del salto final.
    La mirada de Ana Paula
    le pesa
    y le dobla las piernas
    y Ana Paula aprende,
    mientras cae de rodillas,
    no se puede sostener a la vez
    la propia mirada
    y la mirada de los muertos
    (porque los muertos siempre piden más)

    En la belleza camino
    con la belleza ante mí camino
    con la belleza detrás de mí camino
    con la belleza encima y alrededor de mí camino

    todo termina en belleza
    todo termina en belleza (1)

    Ana Paula Daumal apenas alcanza
    a escuchar esa otra voz dentro de su voz
    mientras canta suavemente
    y se duerme.


    (1) Yeibichai (El Camino de la noche) Cántico navajo


    Poemas pertenecientes a "Crónicas de muertes dudosas"
    Bruno Di Benedetto





  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    Pájaro azul

    hay un pájaro azul en mi corazón que
    quiere salir
    pero soy duro con él,
    le digo quédate ahí dentro, no voy
    a permitir que nadie
    te vea.

    hay un pájaro azul en mi corazón que
    quiere salir
    pero yo le echo whisky encima y me trago
    el humo de los cigarrillos,
    y las putas y los camareros
    y los dependientes de ultramarinos
    nunca se dan cuenta
    de que esté ahí dentro.

    hay un pájaro azul en mi corazón que
    quiere salir
    pero soy duro con él,
    le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
    hacerme un lío?
    ¿es que quieres
    mis obras?
    ¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
    en Europa?

    hay un pájaro azul en mi corazón
    que quiere salir
    pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
    a veces por la noche
    cuando todo el mundo duerme.
    le digo ya sé que estás ahí,
    no te pongas
    triste.

    luego lo vuelvo a introducir,
    y él canta un poquito
    ahí dentro, no le he dejado
    morir del todo
    y dormimos juntos
    así
    con nuestro
    pacto secreto
    y es tan tierno como
    para hacer llorar
    a un hombre, pero yo no
    lloro,
    ¿lloras tú?

    Charles Bukowski
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [FONT=Verdana, Arial, Helvetica][OCULTAR]Fragmento de una obra teatral de Camilo José Cela, María Sabina, inspirada en la celebrada mujer de conocimiento mazateca. Fue escrita en 1965 y publicada en 1967. [/OCULTAR][/FONT]




    María Sabina
    Soy una mujer que llora
    Soy una mujer que escupe
    Soy la mujer que mea
    Soy una mujer que ya no da leche
    Soy una mujer que habla
    Soy una mujer que grita
    Soy la mujer que vomita
    Soy una mujer asquerosa pero sé luchar contra la muerte y contra las yerbas que crían el veneno
    Soy una mujer que da la vida
    Soy una mujer que ya no pare
    Soy una mujer que flota sobre las aguas
    Soy una mujer que vuela por los aires
    Soy una mujer del aire
    Soy una mujer que bebe el humo
    Soy una mujer que bebe la sangre de los corderos
    Soy una mujer que bege la sangre de los muertos
    Soy una mujer que bebe la sangre del león
    Soy una mujer que bebe la sangre de los niños
    Soy una mujer que bebe la sangre de los mozos
    Soy una mujer que bebe el humo
    Soy una mujer que bebe el humo
    Soy una mujer que bebe el humo
    Soy una mujer de luz
    Soy una mujer que anda sola
    Soy una mujer que anda sola
    Sou una mujer derribada
    Soy una mujer pura
    Soy una mujer hambirenta y sedienta
    Soy una mujer sin memoria
    Soy una mujer de trapo
    Soy una mujer que no miente
    Soy una mujer que tampoco miente
    Soy una mujer metida en un baúl estrecho
    Soy una mujer que come flores
    Soy una mujer que come peces vivos y saltamontes
    Soy una mujer capaz de pasar hambres
    Soy una mujer que pasa hambres
    Soy una mujer que pasa muchas hambres
    Soy una mujer que no recuerda haber comido jamás
    Soy una mujer al que cocieron en chocolate
    Soy una mujer calva
    Soy una mujer a la que dejaron calva rociándole la cabeza con chocolate
    Soy una mujer sin lengua
    Soy una mujer de palo
    Soy una mujer con ojos que ni miran ni brillan
    Soy una mujer que ve en la tiniebla
    Soy una mujer que palpa la gota de rocio posada sobre la yerba
    Soy una mujer a la que asesinó el marido hace ya muchos años
    Soy una mujer que murió en la cárcel porqué fue acusada de haber asesinado a su marido
    Soy una mujer que efectivamente asesinó a su marido
    Soy una mujer valerosa y que no tiembla
    Soy una mujer que duerme sola
    Soy una mujer de arena
    Soy una mujer que vela eternamente
    Soy una mujer que tiene un agujero en la garganta
    Soy una mujer que mastica lacre ardiendo
    Soy una mujer de carne ruin
    Soy una mujer que tiene molleja de gallina
    Soy una mujer de plumas de gallina
    Soy una mujer hecha de polvo y vino aguado
    Soy una mujer que sueña mientras la atropella el hombre
    Soy una mujer que siempre vuelve a ser atropellada
    Soy una mujer que no tiene fuerza para levantar una aguja
    Soy una mujer condenada a muerte
    Soy una mujer de inclinaciones sencillas
    Soy una mujer que cría viboras y gorriones en el escote
    Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco
    Soy una mujer que cria musgo en el pecho y en el vientre
    Soy una mujer a la que nadie besó jamas con entusiasmo
    Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca
    Soy una mujer que no tiene dientes
    Soy una mujer con dos filas de dientes
    Soy una mujer con tres filas de dientes
    Soy tina mujer a la que nacen dientes en el paladar
    Soy una mujer que come tierra
    Soy una mujer que se cura las llagas con tierra
    Soy una mujer que no salta con alegría por encima de los tejados
    Soy una mujer sin pezones
    Soy una mujer con seis tetas como las perras
    Soy una mujer a la que enterraron viva
    Soy una mujer que gozó al ser enterrada viva
    Soy una mujer que bebe el semen del padre en la flor de la mandrágora
    Soy una mujer que fuma yerbas aromáticas en una pipa hecha de vértebras de martir desangrado
    Soy una mujer casi ciega
    Soy una mujer casi sorda
    Soy una mujer casi muda y paralítica
    Soy una mujer que ronda los urinarios y los desmontes
    Soy una mujer a la que canta el vientre
    Soy una mujer que ignora el pecado
    Soy una mujer que se desnuda y se viste con libertad
    Soy una mujer que ríe sin motivo
    Soy una mujer fiel
    Soy una mujer respetuosa
    Soy una mujer indecente
    Soy una mujer que cría ranas y culebras de agua en el lavabo
    Soy una mujer envuelta en un sudario de colores
    Soy una mujer con las uñas quebradizas
    Soy una mujer que se está quedando sin uñas
    Soy una mujer que ya ni recuerda cuando perdió las uñas
    Soy una mujer que no sabe solfeo
    Soy una mujer que alimenta pulgas por caridad
    Soy una mujer de aliento fétido
    Soy una mujer gorda y poco sana
    Soy una mujer a la que cosieron el sexo y el ano
    Soy una mujer a la que nadie mira de frente
    Soy una mujer que se cobija donde puede, por ejemplo bajo los puentes o en la cama de los leprosos
    Soy una mujer que ama el fuego
    Soy una mujer que lleva el fuego de un lado para otro
    Soy una mujer incapaz de escupir fuego


    (...)


    .
    .
    .
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    “Nos sobrevuela / nos sobrepasa / nos sobrecoge / sobresalta / ese pájaro atormentado // Nos traspasa / nos trasciende / nos traspone / es imprevisto pájaro // nos despoja / desalienta / distorsiona // Nos aplaca / nos acuna / nos aroma / para terminar al fin / abandonándonos // Ese discreto pájaro // nos declina / nos decanta / nos desdice / ese precipitado pájaro // Ese pájaro precipitado / que es la vida”


    Arabella Salaverry




  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    VI

    No soy de la estirpe
    de pájaros que anidan,
    me acompañan mi plumaje
    mi vuelo de águila
    y los bailes rituales
    para los apareos;
    ojo certero para la presa
    y una inconmensurables ganas
    de migrar al este
    siguiendo al sol,
    siempre al sol,
    mi vida eterno día
    hasta que se quemen las pupilas
    y mi esqueleto emplumado
    se detenga en un museo
    de historia natural.


    Dinko Pavlov (Argentina, 1943-2010)



  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    Los cisnes son las alas de las almas

    Los cisnes son las alas de las almas,
    las alas de las alas,
    las alas de las almas de las alas,
    los álamos del alma,
    las almas de los álamos,
    las alas de las almas de los álamos
    las almas de los álamos del alma,
    las almas de las almas,
    las alas en las alas de las alas,
    las alas en las almas de las alas,
    las olas de las almas,
    las olas desoladas de las almas,
    las olas de las alas,
    las olas de las alas de las almas,
    las alas de las olas de las alas,
    las alas de las olas de las almas,
    las almas de las olas de las alas,
    las almas de las alas de las olas,
    las olas de las olas,
    las alas,
    las olas,
    las alas.

    Juan Eduardo Cirlot
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    [OCULTAR]http://www.poesi.as/reci0105.htm[/OCULTAR]


    ADÁN Y EVA (IV)



    —Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?

    Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquilany tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

    ¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?

    Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.

    Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.

    Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

    ¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.




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    Jaime Sabines

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Arriba, en la azotea...


    Arriba, en la azotea,
    dibujan círculos
    alrededor de los tinacos,
    como buscando prolongar
    el vuelo que los une,
    pero la inspiración se ha ido.
    No volverán como vinieron.
    Hay un dicho entre los pájaros:
    la parvada que te lleva
    no es la misma que te trae.
    Y a veces no hay parvada de regreso
    y cada cual, como lo supo Ulises,
    vuelve solo y como puede.
    Y debe de haber pájaros
    que se resisten a dejarse ir en una
    y luchan por no ver ni oír
    un cielo que se surca
    por gusto y no por hambre,
    y, si las ven pasar,
    se quedan a cubierto,
    entre las hojas y las ramas,
    sin acudir a su llamado.
    Les hablan de una Troya que no han visto,
    no creen en la existencia de los Cíclopes
    y no han probado qué se siente
    cuando de pronto se vacían los nidos,
    se enciende un vuelo sin un fin preciso
    y cada cual mide su ser de pájaro sin árbol,
    de pájaro entre los pájaros,
    un árbol de puros pájaros, sin ramas.



    Fabio Morábito




  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    El viejo sonido de los Mirlos

    Santiago del Cusco:
    Cumbia tristeza y un borracho llorando frente al cementerio.
    ¿Puedes creerlo? Comer vale menos que matar al gusano.

    Sí, tengo un gusano bailando aquí dentro.
    Dios lo llama dolor;
    Dolor es el premio de consuelo.
    Lo he perdido todo
    menos el dolor de dientes que no me deja pensar.
    ¿Pensar en qué? ¿En quién?
    ¿Acaso no ven al buitre?

    Lleva siguiéndome cuatro días
    mañana caigo mañana
    caigo entre vendedores ambulantes, ropa usada,
    pandilleros peleando por una hembra.
    Marianita tiene un culo demiúrgico,
    santo cielo cultivado en la tierra.
    Nalguitas listas para rebanar,
    cuerpito poema revolucionario cuerpito de selva
    lastima que estoy tan borracho como para reconocerte en el baratillo,
    y golpear a los pirañas que te manoseen mientras pasas
    ayudando a tu padre que busca un martillo
    para clavarte a su casa
    para prohibirte salir a mi sexo, bailar aquí dentro
    junto al gusano que me ahorca,
    cumbia gusano
    buitre gusano
    cuatro días gusanos
    mañana caigo mañana
    caigo en manos de tu padre por hacerte el amor en el baño del colegio,
    por meterte el dedo todas las noches
    mientras esperamos que la Metalera nos llame para chuparnos unas cañas
    frente al hospital de los pobres (dónde me sacaran la muela) o
    frente al cementerio de los vivos (dónde me extirparán por fin al gusano).

    Ahora lloro porque estoy solo y el buitre me ha sacado los ojos.
    Ahora lloro porque veo todo como realmente es:

    negro negro negro negro negro

    negro negro negro negro negro

    negro negro negro negro negro

    negro negro negro negro negro

    Nadie me habló de esto. Nadie me advirtió que podía ser gusano
    en el estómago del mundo,
    si sólo hallara esa tumba, esa paz de la que hablan los suicidas
    no tendría que escapar más y más, cada vez más lejos,
    con mi cumbia, mi tristeza, mi buitre
    en el espejo interno un gusano agoniza
    he quedado solo, al fin solo, llorando frente al cementerio.


    Willni Dávalos

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    El cementerio de los pájaros

    Arribé al islote
    enfermo
    fatigado el remo
    buscando
    el descanso de un árbol.
    No vi tierra
    sino huesos.
    De orilla a orilla
    huesos
    y esqueletos de aves,
    plumas calcinadas,
    hedor
    de muerte,
    moribundos
    pájaros marinos,
    graznidos
    de agonía,
    trinos tristes
    y alguna
    trémula
    osamenta
    aún erguida
    con el pico
    abierto al viento.

    Con débil brazo
    moví los remos
    y di la espalda
    al cementerio
    del canto.



    Pablo Antonio Cuadra




  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    TV Color (cuando los pájaros se van)



    Con la huída de los últimos pájaros
    la ciudad perfila su destino sombrío
    Es mucho más el cielo en apariencia
    aunque se colme de ondas invisibles
    de cables y de verbos
    La sinfonía plumífera ha cesado
    Las antenas
    Como una acupuntura cósmica
    pulsan la medida azul del aire
    Un licor sonoro
    emborrachante
    va descendiendo en el declive de la noche
    y el ruido y el pájaro
    inmolados juntos
    se llevan los secretos
    del quinto día creativo
    para que en la atmósfera intrascendente
    de algún living
    los pichones del hombre
    duerman su sueño eléctrico.
    A Ray Bradbury



    Eduardo Espósito (Argentina, 1956)




  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    El poeta se despide de los pájaros


    Poeta provinciano,
    pajarero,
    vengo y voy por el mundo,
    desarmado,
    sin otrosí, silbando,
    sometido
    al sol y su certeza,
    a la lluvia, a su idioma de violín,
    a la sílaba fría de la ráfaga.

    Sí sí sí sí sí sí,
    soy un desesperado pajarero,
    no puedo corregirme
    y aunque no me conviden
    los pájaros a la enramada,
    al cielo
    o al océano,
    a su conversación, a su banquete,
    yo me invito a mí mismo
    y los acecho
    sin prejuicio ninguno:
    jilgueros amarillos,
    tordos negros,
    oscuros cormoranes pescadores
    o metálicos mirlos,
    ruiseñores,
    vibrantes colibríes,
    codornices,
    águilas inherentes
    a los montes de Chile,
    loicas de pecho puro
    y sanguinario,
    cóndores iracundos
    y zorzales,
    peucos inmóviles, colgados del cielo,
    diucas que me educaron con su trino,
    pájaros de la miel y del forraje,
    del terciopelo azul o la blancura,
    pájaros por la espuma coronados
    o simplemente vestidos de arena,
    pájaros pensativos que interrogan
    la tierra y picotean su secreto
    o atacan la corteza del gigante
    o abren el corazón de la madera
    o construyen con paja, greda y lluvia
    la casa del amor y del aroma
    o jardineros suaves
    o ladrones
    o inventores azules de la música
    o tácitos testigos de la aurora.

    Yo, poeta
    popular, provinciano, pajarero,
    fui por el mundo buscando la vida:
    pájaro a pájaro conocí la tierra;
    reconocí dónde volaba el fuego:
    la precipitación de la energía
    y mi desinterés quedo premiado
    porque aunque nadie me pagó por eso
    recibí aquellas alas en el alma
    y la inmovilidad no me detuvo.


    Pablo Neruda




  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado diciembre 2014
    El pájaro ciego

    Soy un pájaro, ciego de nacimiento,
    vuelo bajo el cielo abierto,
    la tristeza en los ojos se asentó como polvo.
    Pero veo: como la luna se quiebra en trozos,
    en la melancolía plana del agua,

    oigo: las afluencias y el derrame de los amaneceres,
    y los frutos del resplandor lejano,
    y los ojos atigrados de los relámpagos cercanos,
    y cómo se separa el día de la noche,
    y cómo los pedacitos de las nubes
    aspiran a conservar el sol poniente,
    y cómo se turba la tarde sin fondo.

    Yo sé:
    cómo la lluvia nocturna juzgará el calor del mediodía,
    cómo enfurece el viento salvaje,
    extinguiéndose y encendiéndose de nuevo,
    y cómo la hoja, jinete verde
    sabe montar este viento.
    ¿Qué ven ustedes a través de su cordial espejo?

    El mundo es un espejo, en él, solo pasó rápidamente
    la sombra del imponderable pájaro grisáceo,
    pájaro, ciego de nacimiento,
    de la extraña barnizada apariencia del mundo.

    Por eso - yo elijo:
    mi vuelo solitario,
    mi altura, mi voluntad,
    mi grito, la fiesta, la sinrazón,
    ¡mi mejor canción no fue cantada!

    De nuevo un falso mezzosoprano…

    Shajriza Bogatyreva
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado diciembre 2014
    Observaciones relacionadas con la exuberante actividad de la "confabulación fonética" o "lenguaje de los pájaros" en las obras de J. P. Brisset, R. Rousel, M. Duchamp y otros


    a. A través de su canto los pájaros
    comunican una comunicación
    en la que dicen que no dicen nada.

    b. El lenguaje de los pájaros
    es un lenguaje de signos transparentes
    en busca de la transparencia dispersa de algún significado.

    c. Los pájaros encierran el significado de su propio canto
    en la malla de un lenguaje vacío;
    malla que es a un tiempo transparente e irrompible.

    d. Incluso el silencio que se produce entre cada canto
    es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento
    del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.

    e. Para la naturaleza no es el canto de los pájaros
    ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio,
    el que convertido en mensaje tiene por objeto
    establecer, prolongar o interrumpir la comunicación
    para verificar si el circuito funciona
    y si realmente los pájaros se comunican entre ellos
    a través de los oídos de los hombres
    y sin que estos se den cuenta.



    NOTA:
    Los pájaros cantan en pajarístico,
    pero los escuchamos en español.
    (El español es una lengua opaca,
    con un gran número de palabras fantasmas;
    el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).


    Juan Luis Martínez
    (Chile, 1942-1993)




  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    .

    .

    Hoy
    la tristeza es capicúa
    se encierra en una torre consumista
    llena de garabatos,
    su tiempo de deshoras
    es la llamada
    del silencio,
    es la mujer que llora
    abriendo su vientre
    de pájaros negros,
    es el andén
    y los pasos que fueron,
    es la sonrisa obligada
    y los árboles viejos,
    el empeño por vivir al desvivirse,
    iniciar cada día
    una pirámide inversa
    que se llena de mar
    que se ahoga.
    Esta tristeza
    lleva piernas largas
    y abre senderos
    en las manos del olvido.
    No quiero hoy
    que llegues a casa
    con un rastrojo lánguido
    de lo que fue ayer
    de la tibieza que no hubo
    de los besos que olvidamos darnos.
    Hay demasiada tristeza, hoy,
    demasiada arquitectura
    de lo que nunca será.

    Aída Acosta Alfonso, (Cáceres. 1976-)

    .
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    .
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado diciembre 2014
    YO TENÍA

    Yo tenía un amigo
    que sin mediar palabra, lentamente
    una tarde, tomó la ruta de los pájaros.

    Yo tenía un jardín lleno de estrellas,
    donde cada mañana
    anidaba el rocío entre las rosas.

    Yo tenía un laurel alto y hermoso,
    bajo cuyas ramas buscaba
    su fresquísima sombra en el verano.

    Yo tenía un amor que decidió aniquilarse
    bajo el frío polar de una tarde de invierno.

    Yo tenía una isla, un rayo de luz irrepetible,
    dos corazones adornando mis bolígrafos,
    mis rotuladores… mi pluma…

    Yo tenía… un corazón,
    la suavidad del tacto cuando se aceleran los latidos,
    una mirada tierna,
    la sonrisa más fresca e inocente…

    Ahora no sé si tengo algo,
    y recurro fiel a la esperanza
    con la que a diario ilumino
    la vida que se me presta.


    Juana J. Marín Saura.

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  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2015
    DEDICATORIA

    A la taxista de Madrid
    que después de una noche
    de juerga y de pecado
    intenso me condujo hasta el hotel
    y hablaba de sus hijos y llevaba
    un jersey con pelusas y unas gafas
    antiguas y una trenza
    de amor sobre la espalda;
    a la taxista que decía
    que aparcaba a las ocho
    y se iba para el piso
    del barrio de San Blas
    a hacer el desayuno; a la taxista
    que no volveré a ver y que a la hora
    en que las azoteas de Madrid
    se teñían de rosa y algún pájaro
    mostraba en el reverso de sus alas
    un rosa aún más intenso
    sin duda proveniente
    del lado de la aurora; a la taxista
    que vio mi vida entera
    desfilar por mis ojos
    en el retrovisor de la mañana,
    la vida que salvó,
    la mía, aquí le dejo.


    Antonio Praena Segura

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    La morada

    1

    No trates de hacer tu cama sobre el frío, que los gorriones dolerán:
    yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
    si es que tienes frío: y las jaulas torcerán sus barrotes sobre mi cara
    si es que no te prevengo, si es que yo no te tapo con un trozo de pan.
    Sobre un gorrión dormido en la estrella polar, yo no haré mi cama,
    y no me haces caso. Tú no me sigues y caes sobre el viento,
    y le mendigo a la noche un pedazo de cobija. Y te vuelves morado.
    Le mendigo a los perros un trozo de piel para no ver tus dientes.
    No trates de hacer tu cama sobre el frío ¡No estaré para lavarte!
    No estaré para darte el vapor en la frente, leyéndote las aguas.
    No estaré para contarte la saga de mis padres que un día partieron
    a la aurora boreal -más allá de estos pastos- con zapatos de hielo.
    Yo tengo en mi casa unas jaulas con gorriones y se morirán todos
    si es que yo me olvido y no fundo los zapatos que tú te pusiste.


    Pedro Montealegre (Chile, 1975-2015)




  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2015
    Pueblo encendido
    Verso, o nos condenan juntos,
    O nos salvamos los dos!
    José Martí

    Los niños en mi pueblo lloran
    porque los pájaros ya no cantan.
    El sol nos asta entre
    toros o muertos que aún no descansan.
    La luna ayuda al enemigo
    en el terrado
    o en la era.
    La broca
    juega con los granos
    que en las espaldas se encrespan
    como riscos en las alturas.
    El campesino llora o ríe con el verano
    o quizá tiembla con la lluvia
    hasta ver destruir o crecer su siembra.
    El gusano seca al plátano.
    Las papayas lloran por la cebolla
    que crecen silvestremente como ellas.
    Los hijos y los padres
    sonríen en sus tazas
    hasta afrontar el agua sin leche.
    Las polillas nos comen las costillas
    deseando pringar el corazón más débil.
    Más que alegre
    mi pueblo ríe con el cerro
    prolongando rigor y sentencia
    de ver cómo pocos roban sus sueños.
    Lima tu letargo hermano
    ingéniate en aplastar
    polillas de toda laya.
    Haz de tu alforja un lugar sin fondo
    donde tu dolor azote el hambre de los que,
    con lastre hicieron llorar tu nombre.
    Más que alegre
    para no ver sus carnes de forma lastimera
    mi pueblo trabaja
    con la libertad o el sueño.


    Roger García Clavo es poeta peruano.

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    Lamento por el uteró de Mecha Vaugham

    mecha vaugham vivió la mayor parte en su uteró
    lejos de otros ruidos del mundo o mundanales
    y conoció paisajes raros llenos de pájaros nerviosos
    y conoció paisajes

    "oh bichos" decía dirigiéndose a los bichos
    que poblaban su cuerpo y mucho más su sueño
    aleteando picoteándole el alma
    "oh bichos que me despiertan la voz"

    decía mecha vaugham callándose de pronto o intentando volar
    "¿qué es esto que me pega al piso?" decía
    zangoloteando chapoteando
    con gran horror o fastidio de los vecinos del 3

    "pies que piesan en vez de alar o cómo /
    sería el mundo el buey lo que se hija /
    si no nos devoráramos /
    si amorásemos mucho" decía mecha vaugham

    "si fuéramos o fuésemos / como rostros humanos /
    empezando de a dos /
    completos en el resto" decía mecha derrumbándose
    finalmente en el suelo

    un día pasó lo que sigue:
    pájaro de voz tenor que la amoraba mucho
    antes de ser devorado del todo
    plantó un arbolito en su alma

    mecha vaugham devoró al pajarito pero
    el arbolito creció creció
    empezó a cantarle de noche
    el tenorino

    no la dejó dormir
    no la dejó vivir y cuando mecha vaugham murió
    salió otra vez volando del árbol
    el pájaro ese pájaro

    a mecha vaugham le alfombraron la tumba
    con pedacitos de su mismo uteró
    todos los pájaros del mundo al atardecer picoteaban allí o aleteaban
    todos del mundo menos uno


    Juan Gelman





  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2015
    MUTACIÓN

    Diariamente me fugo
    :::::::::::::::::::::hacia la nada

    un grito de luz
    origen de herrumbre
    el aire es un cristal rojo
    difuminado entre dos lunas
    (dos manos que se estiran)

    ante el nuevo enigma
    soy el pájaro anidado
    en la curvatura del silencio



    Fernando Carrera es poeta mexicano (1983-)

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