Entonces te vi como un punto de luz en la penumbra, el corazón del fuego, tumbada a mi lado. Ardías de dentro afuera, un trozo de carne viva y palpitante. Y no pude evitarlo, agarré tus...oh, tus...(lo diré salivando) TETAS, tetuelas, condenados bultos blandos, y aquello fue para mí definitivamente como una descarga, el beso de Dios Padre en la boca del hombre.
Apreté tanto esas tetas tuyas que acabé por despertarte: “¿Qué haces, amor?”, y yo seguía exprimiendo, no contesté, sólo amasé tus bolas blandas, tus pelotas de carne bajo la camiseta, hasta que al fin sentí la palma de tu mano en mis cojones, acariciándolos...
¿Qué sentido misterioso contiene en sí ese prensar tibio la teta blanda de la mujer hermosa? ¿Por qué no me canso nunca de apretarte y apretarte y apretarte?
La teta dulce es el símbolo del Paraíso en la tierra, su último vestigio alegre. O bien la expresión exaltada y perfecta del paisaje. Por eso las mujeres las untan de crema y les dan masajes a diario, incluso hablan con ellas como con las flores: todo el poder-mujer que la teta posee, toda su fuerza enorme depende de la atención de sus dueñas.
Dios debe tener tetas. Dios tiene que ser una Teta. Divina. Ustedes pensarán que lo digo por decir, pero lo juro: de verdad estoy convencido de que la Teta fue el Principio, con areola y pezón, también divinos. In nomine Teta et Areola et Pezón Sancti, mamén.
Mecerme entre dos tetas como una hamaca entre palmeras.
Dos tetas tirando de una carreta.
Tetambaleas (en éxtasis).
Las Cuatro Tetaciones (de Vivaldi)
En cuanto a ti, amor, a veces te quiero teta única y no mujer completa: de vez en cuando es verdad que me sobran tus labios y tus hombros, tu espalda, el tajo entre tus piernas y tu culo. ¡Sé Teta toda entera para mí, mujer, un rato cada día! Una completa falta de respeto.
Qué diseño cruel y perfecto, el pecho femenil. Me pierde. Donde hay teta, sobran las palabras. Entre nosotros: podría comerle las tetas a una mona, si las de mujer desaparecieran.
¿Y no resulta sospechoso ese canal, canalillo, zanja ardiente que queda entre las tetas? ¿Para qué está ahí, sino para albergar y dar cobijo? Imaginad: un pasadizo cálido del tamaño exacto al de una longaniza...
Un misterio lácteo, la teta inagotable.
La cuestión es: ¿cuántas veces teta hasta que la teta canse?
Todavía no sabemos la respuesta.
Comentarios
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Yo no lo veo así. :-D