Mañana será un día normal, uno de esos en que el sol sale desde oriente y no se detiene hasta que la noche domina la ciudad. Porque esta ciudad es más grande que muchos mundos. Tiene el poder de crear encuentros fortuitos cada segundo, miles de escenas dramáticas tan solo a las ocho en punto de la mañana, cuando las señoras van a dejar a sus hijos al colegio y se detienen en medio de la calle, para que sus hijos no tengan que caminar mucho, no sea que les haga daño tanto movimiento repetitivo de piernas y brazos tan temprano. Detrás del auto hay una fila de veinticinco coches, todos con un chofer dentro. Una furia de claxons inunda el aire que todavía conserva la frescura que le heredó la madrugada. Un café puede ayudar en esos casos, porque contiene propiedades antisituaciones del tipo dramáticas. También es bueno y hasta a veces necesario comprar el diario local que se ofrece en las esquinas y los semáforos de las avenidas. Pronto, el sol pegará de lleno en las caras de los niños que se trepan sobre los cofres buscando limpiar un parabrisas. Siempre hay un BMW que le toca pararse exactamente en el carril izquierdo de la calle cuando la luz indica el rojo, o puede ser también un Ford, pero nunca un Volkswagon, a menos que sea de edición especial, todos los demás tienen sus lugares reservados en las filas posteriores. Casi nada cambia de lunes a viernes, pero mañana, las palomas que pasean por el parque de la catedral murmurarán de forma distinta, algunas emprenderán un vuelo corto y se posarán en algún tejado, con ojos de vigilantes diurnos atestiguarán la ridícula danza de los hombres y mujeres que se apresuran para no perder el compás de la pieza. Tal vez mi proyección de luz rebote en uno de esos globos oculares, en caso de que no tome un atajo y prefiera cruzar por el mismo lugar donde crucé los últimos cinco años, mirando escueto el lugar donde se bajan los estudiantes y con el aire libre de estridencias, pero siempre con un café en la mano para sobrevivir a una mañana más...
Comentarios
Saludos
Es que lo escribí un viernes en la noche. Los sábados son diferentes en mi ciudad, no hay clases en los colegios y no hay embotellamientos , pero yo sí tengo que trabajar. Gracias por pasar , leer y comentar !