No me extenderé mucho en esta primera intervención sobre el tema del perdón (donde ya han opinado Amparo y Sinrima de forma rápida porque a través de un hilo en el foro es imposible hacerlo de otra forma). Habrá ocasión de hacerlo si ha lugar.
Si es posible, me gustaría abrir un debate sobre "La pedagogía del perdón" que durante años he desarrollado y que he tenido ocasión de exponer.
Cuando desarrollé mi conferencia no hubo problemas; sin embargo, días después, recibí muchos correos coincidiendo con el asesinato vil de la presidenta de la Diputación de León entre otros asuntos terriblemente trágicos. Que yo recuerde, excepto seis personas, de más de cincuenta correos, se manifestaron contra mis argumentos: ¿Perdonar a psicópatas, violadores, sicarios...?.
Yo no juzgo a seres humanos, sólo sus actitudes. Y esas actitudes terroristas deben ser castigadas con las leyes de un Estado de Derecho. Sin embargo, las personas, repletas de complejidad, son otra historia. Y es el perdón la única forma de reintegrar la sociedad. ¿Que hay talibanes, mafiosos, asesinos a sueldo... Sí, y mantengo mi argumento igualmente.
Hablo de RECONCILIACIÓN sin remitirme a planteamientos religiosos; mis argumentos son éticos fundamentalmente.
En esa conferencia hablé de la filosofía de Gandhi y Luther King, entre otros (también hice mención de Jesús y sus Bienaventuranzas y, en una respuesta, traté la carta de San Pablo en Corintios,13). Ni Gandhi ni Luther King, fuerzas de impresionante perdón, optaron por la venganza ni la violencia
Me han escrito, "ad nauseam", hablando sobre la venganza, la justicia, el dolor de las víctimas etc. En un correo, muy reciente, se me pregunta: ¿Si una hija tuya es violada, aplicarías la pedagogía del perdón?.
No responderé a esta pregunta ahora, ni a otras muchas que se me han formulado de forma imperativa, incluso grosera.
El debate que pretendo abrir es éste: ¿Es el perdón el camino?, o atinando más, ¿el único camino?.
Comentarios
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El perdón es una luz que nos abre la caverna de nuestros prejucios y debilidades. Es un paso en el vacío; algo así como una madre que ama tanto a su hijo que no la deja dormir, ni vivir en ocasiones, pero sigue acunándolo noche tras noche.
Mi infancia fue una experiencia casi terrorífica. Odié a mis padres durante muchos años. Ya casado, con mi hija recién nacida, empecé a estudiar psicología profundamente. Tenía casi treinta años cuando pude perdonar a mis padres. No es que me enseñaran mucho en la facultad, donde sólo me metieron libros en la cabeza a golpe de martillo. Pero aprendí algo muy importante después de diversas lecturas: hasta que no perdones a tus padres estás mutilado de por vida. Así me puse a escribir infatigablemente "Mi Diario", una colección de muchísimos relatos sobre mi niñez y adolescencia, porque entonces no podía entenderme.
Una tarde yendo por senderos del bosque con la bicicleta, paré en seco. Se apareció mi madre en alguna parte muy cerca de mí como un luz; mi padre estaba con ella cogiéndole la mano, y guardaba silencio. Creí que estaba alucinando (hacía mucho que habían muerto). Me estaban esperando para hablar con ellos. Me dije: estás como una cabra, Miguel. Pero, no, allí estaban sin hablar, mirándome sin mirar nada en concreto. De pronto desaparecieron.
Entonces escribí el cuento más bello de mi vida. Un canto al perdón. Siempre llevo papel y lápiz. Me senté bajo un almendro y les dirigí la carta que tenía pendiente. Literalmente, vi a mis padres cogidos de la mano que se alejaban. Quise llamarlos pero se perdían en la lejanía ante mi frente pálida. Ese cuento lo publiqué en una revista con seudónimo; no quería que se perdiera.
Pude despedir a mis padres juntos. Y ese acto de perdón mutuo me hizo ver que todas las espinas se transformaban en besos nunca tenidos hasta ese momento. ¡ERA LIBRE!
Siempre he sospechado que existe algo más allá del perdonar, esa sospecha va de la mano de la sospecha que el libre albedrío no es más que una ilusión.
Sin embargo, ese estado que está más allá del perdonar, está teñido del mismo color que tiene el perdón de corazón.
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Hay un documental tutulado "Más allá del perdón", donde se trata el problema de Sudáfrica según las vidas de un negro ateo y una blanca cristiana. En el fondo, como nos enseñó el gran Nelson Mandela no existe otro camino que la reconciliación y el perdón (escribiré sobre él si ha lugar).
Efectivamente hay muy poca participación. Si percibo que es inviable el debate, pues lo dejamos y seguimos siendo tan amigos.
El tema del libre albedrío es sumamente interesante ( San Agustín, Spinoza, Shopenhauer, Nietzsche, Freud, Einstein, Karl Popper o el neurocientífico Haggard, entre otros, además de los filósofos hindúes, abrieron el debate seguramente más importante y apasionante de la historia de las ideas). Sin embargo, se escapa del debate planteado sobre "La pedagogía del perdón" tal como yo lo entiendo. Si pudieras extenderte más, relacionando la posible "ilusión de la libertad" con mi trabajo, será un placer leerte. Seguramente aprenderé mucho. Y de eso se trata.
"La pedagogía del perdón" no tiene que ver con eso al ser un PROCESO de Reconciliación. Todo asesino, tiene que ser juzgado dentro del Estado de Derecho. Si están muertos, será Dios quien los juzque".
Me da la impresión de que esto es un auto-debate. Y no tiene sentido hablar de lo hablado. No intento convencer a nadie de nada. Creo que lo mejor es hacer el hatillo y seguir caminando, siempre con los brazos abiertos a todos los seres humanos que quieran escucharme. A "vender" esperanzas a cambio de un abrazo fraternal.
Estuve un par de días con Marisa en nuestra casita de campo, pero tuve que volver por motivos laborales. Y me llevé a cuestas los correos de algunas personas que me ponían a caldo; algunos me hicieron mucho daño. Quise desconectarme de este trasto para ver el cosmos radiante con mi telescopio. Pero, ay, soy hijo de las responsabilidades ineludibles.
He intentado abrir un nuevo proyecto porque tenía una espinita clavada de los intolerantes que me dispararon a bocajarro unos días después de la conferencia; ya está curada (recuerda el atrevimiento de los poemas, donde fuiste inmensa; escribir "La historia del pensamiento" que no fue posible por los consejos de Dimiga...)
Esta vez pretendía llevar a cabo un amplio debate sobre "La pedagogía del perdón". No es posible a tenor de las respuestas.
Sigo igual de entusiasmado, como el primer día que llegué. Una sonrisa amplia cabalgando sobre las nubes regalando esperanzas.
No me siento mal porque no salgan mis proyectos. Seguramente no es momento. Sois mi familia amplia; y tú, mi hermana del alma.
Gracias por estar.
Visto lo visto, voy a escribir sobre las cabras preñadas del este europeo; asunto de un interés sobresaliente...
Hablando en serio, estoy estudiando la historia de Colón de Lamartine. Son cuatro mil páginas de las que llevo más de dos mil anotadas. Es una pasada. Veremos si Marisa no me pone las maletas en la puerta porque ya no caben tantos papeles en el estudio.
Hace unas semanas me hicieron una entrevista estudiantes de bachillerato para su revista trimestral. Querían saber mi opinión sobre la relación entre la poesía y la ciencia, particularmente sobre los científicos poetas. Creo que quedó aseada, aunque un tanto pesada por mencionar a muchos autores. No creo que valga la pena enviarla; se podrían dormir hasta los búhos por la noche.
De lo que no tengo ninguna duda es que la poesía es la luz que hace que me reencuentre conmigo mismo. Enviaré algún poema de vez en cuando.
El perdón es en cierta forma una especie de egoísmo encubierto, el perdón, en último término, beneficia más al que lo da, que al que lo recibe. Lo que sucede es que existe solo una emoción que se impone al egoismo: el orgullo.
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Toda actitud benevolente está basada en la religión; en el temor de que si no se es bueno, no se alcanza la salvación. Por alguna razón estamos programados a pensar que lo designado "bueno" es lo correcto. La idea del bien vs. el mal. Entonces, el perdón se da o se ofrece porque es lo "bueno" y por lo tanto se debe hacer, ofrecer y no cuestionar, ni darse con condiciones.
¿No es así?
En lo personal, no estoy segura de creerlo así. Que yo sepa, Gandhi y MLK basaron sus doctrinas y acciones en la religión que practicaban. No eran las personas que eran por simplemente ser "buenos". ¿Quién se cree el humano para decir si perdona o no? ¿Quién se cree el humano para juzgar si lo que alguien hace es lo bueno o lo malo? ¿Por qué se le tilda a Hitler malo y a Gandhi bueno y se le debe perdonar a uno y no al otro? Sólo eso quiero entender. Me gustaría una respuesta que no se base en argumentos indirectamente o directamente influenciados por la religión.
Ahora, tomando una de las preguntas que le han hecho a usted. Si alguien le hace daño a mi perro (ya que no tengo hijos), y me preguntan que si le perdono al malhechor, pues no. Mi respuesta es no. No tengo porqué perdonar.
¿Por qué no tengo que perdonar?
Y porque me afecta directamente a mí. Afecta mi psique porque yo amo mi perro, nada que ver conque si el otro es malo y causó daño a mi perro; tiene que ver conmigo, la forma que me afecta. Así es el "perdón". Se da a la medida que personalmente afecta al que lo da, y se da a la medida de qué tan benovolente le hace ver. Gandhi perdonó porque era parte de la imagen que ayudaba la causa ("Greater Good"), pero ojo, se perdona lo que la sociedad considera aceptable. Si usted hoy en día dice que perdona a Hitler, le garantizo que la mayoría de personas se indignaría y le llamaría pro-Hitler o pro-nazi o antisemita, y no necesariamente porque se sientan el dolor de las víctimas, sino porque ya estamos programados a pensar que todo lo relacionado a Hitler es lo malo.
En una ocasión le preguntaron al Dalai Lama: "Si por naturaleza somos egoístas, ¿qué significado tiene el perdón"?. Su respuesta fue, entre alguna sonrisa: " Si no perdonamos por amor, al menos tenemos que hacerlo por egoísmo para el propio bienestar".
Tengo para mí que sólo podemos perdonar en la medida que amamos, y ésta es la base de "La pedagogía del perdón".
Es seguro que el perdón beneficia más al que lo da que al que lo recibe porque psicológicamente es una liberación de nuestras frustaciones, al menos esa es mi vivencia y, por lo estudiado, de muchas otras.
¿Orgullo?... desde que Edmond Rostand escribió su Cyrano de Bergerac, el orgullo puede ser una cualidad de crecimiento más que un defecto moral, como han afirmado algunos teólogos cristianos (a mi juicio muy fuera de onda).
Si no recuerdo mal, Benjamin Franklin nos dijo que en polvo deben ser escritas la venganzas y los agravios; pero que si teníamos que engrandecer a alguien a través de perdón que fuera escrito sobre mármol, porque el perdón es la piedra angular del crecimiento humano.
Mi trabajo es esencialmente ético y psicológico.
Jankélévich, exquisito filósofo y musicólogo, escribió un inmenso tratado sobre el perdón desde la perspectiva moral. Hace distinciones muy acertadas: para él no es perdón el paso del tiempo, el olvido o la justificación social. Nos viene a decir que sí hay que perdonar sin minimizar la culpa.
Es cierto que Gandhi y Luther King basaron sus ideales en creencias religiosas (habría que pormenorizar mucho en la filosofía religiosa de Gandhi); sin embargo Nelson Mandela, siendo cristiano a su forma, nunca aludió a la religión. Cuando le preguntaron los periodistas sobre su implicación religiosa respondió: "La religión divide a los pueblos (...) Yo soy el amo de mi fe; el capitán de mi alma".
Por otra parte, si usted condena a Hitler está condenando el arquetipo de Mal, (según las tesis de Jung que creo literalmente), algo que hacemos todos los humanos de buena fe.
Todos nos hemos levantado, cuando éramos pequeños, a aplaudir en el cine cuando cogían "al malo". No es venganza; se trata de la justicia que todos llevamos dentro.
Kafka o Camus, pongo por caso, nos recuerdan la experiencia de la culpa que, de alguna manera, tenemos que superar. Nos vienen a decir que el ser humano no tiene que eternizar la culpa, sino liberarnos de ella (Camus llegaría a ser "extremista" en su solución). Es un planteamiento moral. No hablan de perdón literalmente, pero lo buscan.
Hay un soneto de Shakespeare precioso que habla del perdón como la lluvia que cae y es recibida.
Lo que intento manifestar en mi tesis sobre "La pedagogía del perdón" es que hay que llamar al ser humano para realizar un cambio radical en su interior.
Y le digo, querida amiga, con palabras del poeta Miquel Marti i Pol, que todo está por hacer y todo es posible.
Cuando le preguntaron a Viktor Frakl sobre su libro "El hombre en busca de sentido", al rechazar que estamos programados por el contexto, respondió: " A un hombre le pueden robar todo menos la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancia".
Espero haber respondido a su preguntas.
Decir que desde el amor se perdona me parece bastante religioso, utilizando el significado etimológico de la palabra, ligar, reunir, reconciliar.
En este punto creo que es necesario hilar fino, pues el amor puede resultar en cosas muy distintas, según las circunstancias, los instintos pueden ser muy sutiles y confundir al mejor.
¿De que hablas cuando de refieres al amor?, ¿amor al ser humano?, ¿al dios que habita en él?, ¿amor a quien es parecido a ti?. En fin, la clase de amor al que te refieres es clave para entender de donde viene tu perdón.
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Efectivamente el perdón del que hablo está basado en el AMOR AL SER HUMANO. ¿Connotaciones religiosas?... Claro que las hay. Soy católico (aunque todo hay que decirlo; un católico bastante peculiar al ser anarquista y anticlerical). Sin embargo no he hecho ninguna mención de los evangelios (por ejemplo "La parábola del Hijo Pródigo", la más clara ilustración del perdón por amor). ¿Por qué no menciono los evangelios en este tema puntal?... Normalmente hablo para todo el mundo; y, de hecho donde más se me invita a hablar es en foros libertarios, en comunidades de base cristianas.. (la jerarquía eclesial y yo disentimos en muchos planteamientos).
En todo caso mi planteamiento es eminentemente pedagógico y ya se aplica en algunas escuelas con metodologías que los mismos profesores elaboran. Soy un teórico y regalo mis ideas a quien las quiera recibir. Por supuesto, me encantaría que todo el mundo, creyentes, agnósticos o ateos, pudieramos compartir el sueño de una sociedad más libre, más justa y más solidaria a través de saber y querer perdonar (me es igual que sea desde un punto de vista moral, religioso, filosófico...). Entiendo que sin perdón la sociedad está momificada.
"Nunca llegarás a conocer a una persona hasta que no conozcas su punto de vista y aprendas a repensar con él"
"No se puede conocer a un hombre hasta que no se han calzado sus propios zapatos y caminados con ellos".
He hablado ya, aunque tangencialmente, de RECONCILIACIÓN. Es la EMPATÍA la otra pierna. No podemos perdonar si no somos capaces de ponernos en el lugar del otro.
Tenemos que aprender a perdonar, pero antes hemos de aprender a no ofender.
Esta lección que nos da Atticus es muy importante en el contexto que vamos ubicando el debate.
Gracias por las respuestas de un par de usuarios. La próxima vez, mejor; sin prisa. Poquito a poco hila la vieja del copo.
Repito mi agradecimiento.
Hay gente que no entiende esto, aunque haya vivido toda una vida.
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Primero, dar las gracias, a esa adolescente repleta de reflexiones, Luz Vie, por su interesante planteamiento, aunque inconcluso.
Cielito dice que "el perdón no es el camino; el camino es evitar el daño". ¿Qué significa evitar el daño, algo consustancial al ser humano? ¿quién no ha hecho daño alguna vez?...
Carlos plantea unas cuestiones de máximo interés.
A los tres os contesto.
Víctor Hugo pasó gran parte de su vida preguntándose qué era el perdón. Al final llegó a escribir: " Intento comprender para poder perdonar".
Nietzsche, casi al borde de la locura, repetía: "Todo hombre debe liberarse de la venganza". En el fondo, necesitaba perdonar y perdonarse.
Edgar Morin, en su inmenso tratado sobre "Ética", nos habla del perdón de una forma majestuosa: es un acto límite, individual, necesario para seguir avanzando.
He mencionado a otros autores anteriormente, pero quisiera dejar constancia, en esta primera parte, a Hobbes ("el hombre es un lobo para el hombre", que por cierto tomó la cita de Plauto). Hobbes, que jamás tuvo en cuenta el perdón como acto ético, afirmó sin pelos en la lengua: " ¿El perdón?... Hay que castigar. El fin del castigo no es la venganza sino el terror"
Podría mencionar, alejado de planteamientos religiosos, a un sin fin de autores agnósticos y ateos que ven en el perdón la única salida de la crisis ideológica, empezando por los demócratas griegos (lo haré más adelante si ha lugar).
Es muy importante distinguir entre perdón y clemencia, Luz Vie. El perdón es un acto individual lleno de compasión nacido en el Alma (si se me permite la mayúscula); la clemencia es un acto político-racional nacido en la Razón (Kant nos habló de ello en otro contexto).
"Amnistía, pero no amnesia" nos dijo Adam Michnik.
Escribiré sobre esto, y más cosas, en la segunda parte porque se me pierden los escritos por el tiempo empleado.
El olvido, Carlos, es psicológico ( yo mismo soy psicólogo) y las reglas cognitivas nos alumbran para definirnos como seres humanos. No conozco ninguna cultura que sepa olvidar.
Cuando hablo de perdonar me refiero a la generosidad que todos llevamos dentro y que necesitamos expresarla; para que nos podamos perdonar de una vez todas las tropelías que hemos cometido.
La paz entre palestinos e israelíes, por ejemplo, nunca se podrá lograr sin el perdón, porque no es un mecanismo jurídico.
Todos estamos sumergidos en innumerables culpas; sean personales, familiares, políticas...
Escribí hace algún tiempo sobre Hannah Arendt (creo que lo comenté de pasada) y su tesis sobre "la banalidad del mal". Ella era judía y sus compatriotas no la perdonaron por no machacar con sus artículos al asesino Eichmann, como quien pisa a una mosca: sin embargo para ella lo más importante era encontrar la verdad. La mayoría de los judíos, que yo sepa, la han perdonado; pero ninguno ha olvidado. En este caso, el olvido y el perdón podrían ser antagónicos, pero no es así. No olvidar no significa no perdonar.
Yo soy activista de Amnistía Internacional y no puedo olvidar las masacres a los derechos humanos que se cometen a diario. Sin embargo, dentro de lo más profundo de mi ser, hay un pájaro dulce que aletea entre tanta estatua de sal, como escribió Aute. Si no manifiesto mi perdón, aunque me cueste lágrimas, estoy muerto. ¿Romanticismo?... Es posible si se mira desde una óptica eminentemente racional. Pero la razón es uno de los caminos: no podemos dejar de lado el sentimiento y la espiritualidad.
Podría haberte evitado el discurso solamente gritando: ¡AMPARO!
Alguna vez sí he perdonado y, con el tiempo, he olvidado la ofensa o al menos la he escondido para que no salga de mi inconsciente.
Me gustaría citar algunas frases sobre el perdón que me parecen acertadas:
"Sólo aquel que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar" Gandhi
"Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo" William Blake
"Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él"
(y no me enrollo más)