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El amante sin amores

Conde WaldsteinConde Waldstein Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado agosto 2011 en Teatro

EL CURUXÍN D'ASTURIES
http://jrma1987.blogspot.com


José Ramón Muñiz Álvarez

“LA MAÑANA EN EL MERCADO” O “EL AMANTE SIN AMORES”
(JUGUETE CÓMICO-LÍRICO EN
UN ACTO)



ESTAMPA I

Típico mercado medieval. Las gentes pululan de un lado para otro, mirando los distintos productos que se ofrecen. El decorado pinta una callejuela de un pueblo castellano, hacia el siglo XVI, y las gentes visten al uso de la época.

ESCENA I

Los distintos vendedores pregonan sus productos a viva voz. Aparición de un ciego con su lazarillo por el lado izquierdo, y, por el derecho, dos señoras.

MERCADER: Traigo sedas del Oriente,
De la tierra en los confines,
Dignas de los serafines
De la aurora incandescente.
No es un género corriente
Esta tela del Nipón,
Una lejana nación
Al otro lado del mundo,
Donde el comercio es fecundo
Y ricas las gentes son.
LECHERA: Leche de cabra, señora,
Siempre el mejor alimento.
VENDEDOR: Vendo un formidable ungüento
Que el africano atesora,
La solución que mejora
La salud más delicada.
LECHERA: Compren, señoras, cuajada.
MERCADER: Telas para las mujeres
Que nos traen los mercaderes
Del rincón de la alborada…
ALDEANA: Buenos huevos de la aldea,
Que son producto aldeano,
Que el huevo es siempre más sano,
Si el tiempo no lo estropea.
La gallina cacarea
Dentro de su gallinero.
PANADERO: Tenéis aquí al panadero,
Que trae sus bollos de harina.
ALDEANA: Buenos huevos de gallina,
Puestos con mucho salero.
SEÑORA: Anda, pon media docena,
Que los días de mercado
Mi esposo está acostumbrado
A comerlos con la cena.
ALDENA: Será una docena buena,
Que cene bien su marido.
SEÑORA: Con media ya va servido,
Que es un hombre muy frugal.
ALDEANA: Pues nunca se venden mal.
SEÑORA: Dime ya lo que es debido.
ALDENA: Un escudo.
LA OTRA SEÑORA: ¿No son caros?
ALDEANA: Lo son para los avaros.
SEÑORA: Pues yo pienso que lo son.
MERCADER: Bellas telas del Nipón…
LA OTRA SEÑORA: Vaya robo.
SEÑORA: Ya te digo.
ALDEANA: A comprarlos yo no obligo,
Que me sobra quien los quiera.
LA OTRA SEÑORA: Si quieres vender, espera…
ALDEANA: Yo digo bien lo que le digo.
SEÑORA: Es ladrona la aldeana
Al pedirnos un ducado.
PESCADOR: Salmón, trucha, buen pescado…
LA OTRA SEÑORA: De engañarnos tiene gana.
Yo vine la otra mañana
A ver que huevos tenía
Y digo que los vendía
A buen precio, pero estoy
Sorprendida, al ver que hoy
Tenga ella tanta osadía.


2009 © José Ramón Muñiz Álvarez
Todos los derechos reservados por el autor.

Comentarios

  • Conde WaldsteinConde Waldstein Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado agosto 2011
    EL CIEGO: Perdón, señoras, soy ciego,
    Pido limosna a la gente.
    SEÑORA: Pues sí que hay que ser valiente
    Para pedir.
    LA OTRA SEÑORA: Desde luego.
    EL CIEGO: Si la limosna yo ruego
    Será por mi condición.
    LA OTRA SEÑORA: No tenéis de Dios perdón
    Con tamaño proceder.
    Sabemos que podéis ver.
    LAZARILLO: Amo, si tienen razón…
    EL CIEGO: Con lo mal que está la vida
    Sólo me resta pedir.
    LA OTRA SEÑORA: No os lo pienso repetir.
    EL CIEGO: Doy la cosa por perdida.
    LA OTRA SEÑORA: La que me tiene encendida
    Es la maldita aldeana.
    Viene aquí cada mañana
    En los días de mercado.
    SEÑORA: Hoy por robar se le ha dado.
    LA OTRA SEÑORA: Miserable soberana.
    SEÑORA: Si pudiera darle muerte,
    Juro que muerta estuviera:
    ¡Vender huevos como quiera,
    Y cobrarlos de esa suerte!
    LA OTRA SEÑORA: Yo misma, que estoy más fuerte,
    Mal los ojos le sacara,
    Por ser una perra avara,
    Una perra, una ladrona.
    ALDEANA: Bruja, eres mala persona,
    ¿Y si yo a ti te matara?
    SEÑORA: Y no le falta valor,
    Que quiere seguir el lance.
    EL CIEGO: Voy a cantar un romance,
    Menos ruidos, por favor,
    Porque con este fragor
    Nadie que quiera escucharlo
    Tendrá ocasión de gozarlo,
    Y no voy a repetir.
    LA OTRA SEÑORA: ¿Quién lo hubo de pedir?
    ¿A quién oyes demandarlo?


    2009 © José Ramón Muñiz Álvarez
    Todos los derechos reservados por el autor.
  • Conde WaldsteinConde Waldstein Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado agosto 2011


    ESCENA II

    Entra don Pedro, acompañado del comendador.

    DON PEDRO: Dichoso mal el amor,
    Si es que el amor es un mal,
    Pues su destino fatal
    Es de todo lo mejor.
    Quiere hacernos el favor
    El amor tan inconstante
    Que arranca a cualquier amante
    Que el amor triste profesa.
    COMENDADOR: El amor no me interesa.
    DON PEDRO: Pues es harto interesante.
    Nos brinda tanta alegría
    Como también su tristeza.
    Bello es cuando se tropieza
    Con su furia tan bravía.
    Negra desgracia la mía,
    Que la tengo por gran bien,
    Si el amor es un vaivén
    Lleno de melancolía.
    Que pasan tales estados
    Y sufren por el desdén.
    COMENDADOR: ¿Y os desdeña vuestra amada?
    DON PEDRO: Claro está que me desdeña.
    COMENDADOR: Vuestra mente se despeña
    De la nada hacia la nada.
    DON PEDRO: Ella es la misma alborada,
    Cuando sale el sol al día,
    Es esquiva, siempre es fría,
    Como la hora tan hermosa
    Que en el horizonte posa
    Su lucero y bizarría.
    COMENDADOR: Pues, si estáis enamorado,
    Será para vuestro mal,
    Que ese tormento fatal
    Hace mengua a vuestro estado.
    De sensato diplomado,
    Titulado en Alcalá,
    Todo el seso se os irá
    En ese amor que sentís.
    Valiente cosa decís.
    DON PEDRO: Y grande gracia será.
    En fin, como soy amante,
    No seré contestatario
    Con ese vil comentario,
    Que es el amor tolerante.
    Os absuelvo en este instante
    De decir blasfemia tal,
    Que en mi destino fatal
    Yo me tengo por bendito.
    En cambio vos de granito
    Parecéis, si no es cristal.
    ¿De la ilustre afortunada
    No queréis saber el nombre?
    COMENDADOR: ¿Será cosa que me asombre?
    DON PEDRO: Será cosa celebrada.
    COMENDADOR: La aurora será, cuajada
    De su luz y su belleza,
    Si es que vos tanta tristeza
    Debéis sentir por amor.
    DON PEDRO: Pues, sin hacerme favor,
    Os burláis con sutileza.
    COMENDADOR: Sois un hombre respetado.
    No tenéis necesidad
    De tanta pomposidad
    Ni veros en ese estado.
    No tenéis hoy concertado
    Vuestro ingenio de otras veces.
    DON PEDRO: Esas son burlas soeces.
    COMENDADOR: Finezas tan cortesanas
    No son para las mañanas.
    DON PEDRO: Pueden serlo algunas veces.
    COMENDADOR: De los dos soy el más viejo,
    Como viejo que soy,
    Este consejo que os doy
    Habéis de ver como espejo.
    DON PEDRO: No quiere el amor consejo,
    Que solo un bien lo alimenta,
    Que es ese bien que sustenta
    Toda su clara hermosura.
    COMENDADOR: Amar es una locura
    Que se sale de la cuenta.



    2009 © José Ramón Muñiz Álvarez
    Todos los derechos reservados por el autor.
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