Me duelen tus palabras, pequeña. Y quizás no debería decirlo, conociéndote como te conozco.
No quiero que estés triste. Tu tristeza la padezco como mía, elevada al infinito por el cariño y la impotencia. Pero, sería peor, infinitamente peor, no saber; que no compartieras conmigo la causa de las nubes que empañan tu mirada.
Tú lo sabes, desde siempre te lo he dicho: no se puede luchar contra los sentimientos. Sólo cabe aceptarlos; tantos los propios como los ajenos. Desconfía de quien afirme lo contrario: o te engaña o jamás ha sentido. Ni tú ni nadie puede comprometer sus sentimientos para el futuro, por la simple razón de que son indisponibles para el que los alberga.
Aunque esto es bastante fácil de entender, hay quien contrae compromisos como el de amar a otro “hasta que la muerte los separe”.
¿Por qué lo hacen? No lo sé. Probablemente por inconsciencia.
Supongo que si se hubieran parado a pensar, se habrían comprometido a “vivir con...”, “ser cuidados por...”, “responder de los gastos de...”, “formar una comunidad de bienes rentable con...”, y un larguísimo etcétera.
No creo que te sorprenda encontrar personas que calificarías de “inteligentes” que han contraído compromisos similares y que, puestos en la tesitura de justificarlo, salen -como no podía ser de otra manera- “por los cerros de Úbeda” .
Sé que hasta aquí no te he dicho nada nuevo. Y que el meollo de tus pesares no se limita a esto, sino que es bastante más difícil de desenredar.
¿Cómo es posible amar a alguien que, no solo no cumple con tus expectativas, sino que incluso puede llegar a avergonzarte con su comportamiento en público?
Querida niña, yo te contestaría simple y llanamente que de ninguna manera.
No, no es acertada la que intuyo sería tu respuesta : “Tú misma has dicho que no se puede luchar contra los sentimientos...”
Lo mantengo: no podemos luchar contra nuestros sentimientos. Pero, sí podemos calificarlos con objetividad.
¿Qué sientes por él? Desde luego, no es amor.
Cuando amamos, el otro es uno mismo. No se anula nuestra capacidad crítica. Lo que se anula es la facultad de discernir los límites entre el otro y tú. Lo que no es posible, cuando amas, es no sentirte inmersa en cualquiera de sus impulsos, de sus deseos, de sus empresas; de sus estados de ánimo, de su/tu/vuestro devenir.
Tranquila, pequeña. Ni te merece, ni sientes amor por él.
Créeme. El tiempo lo cura todo. Y con mayor rapidez estos dolores ocasionados por un simple espejismo.
Pero, no dejes de enviarme noticias mientras tanto. Son el aire que respiro.
Recibe todo mi cariño.
Comentarios
me encantó tu texto,me resulta duro y muy triste,pero no por ello deja ser tan real como este frío que esta calando los huesos de mi ciudad...
un beso.
Qué más quisiéramos que la realidad siempre fuera cómoda, ¿verdad? Pero, al menos hemos aprendido que de nada sirve ignorarla.
Un abrazo
Los sentimientos no son nuestros enemigos. Con lo que hay que trabajar en estas dolorosas situaciones es con los pensamientos. Ellos si pueden ser nuestros peores enemigos (cito a Budha). La destinataria de la carta encontrará la serenidad cuando aprenda a quererse más y a descartar lo que no le conviene, con convicción.
Saludos,
Shaianti
Interesante comentario, Shai. Gracias por partida doble.
Un abarazo
Me caló hondo este relato, de verdad.
Windumanoth