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Destellando con fiera negrura
se alza infinita tu voz única.
Como nuevo plenilunio
de luz y albayalde esperanza....
henchida de espacios y nuevos hemisferios
refulge la llama incontenible de tu palabra
que pronuncia y alcanza el nombre secreto
de todas las herméticas y ocultas estancias.
Ciega y torpe dialéctica se desmorona,
y cede ante tí
toda su arcana confusión agotada.
Sólo el expedito y triunfal cataclismo
de tu libertad siempre y sólo tuya
es la vivificante paradoja fértil de cada mañana.
¿Quién conoce el misterio que calla desmedido
atroz y tierno en todas las ciegas miradas?
¿Quién puede transmutar su mente en simple silencio
para ofrecerlo como ilimitada dádiva,
como inconclusa y abierta entrega?
Inefable el destino,
que requiere nuestro paso, que ofrece del yo su riqueza
a sólo aquellos esclarecidos que lo desprecian.
Imposible, ahora y aquí, cada instante
si en su propia inmensidad
no se desanuda y descifra,
si no trae la lluvia fresca
de la inagotable audacia
de tu fulgurante,
continua e iluminada, mágica ofrenda.
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