Se oyen gritos fatales
el silbido de balas por el aire
el mundo esta fuera de sus cabales
y los soldados miran con desgaire;
cada uno debe defender su bando,
pero no el mundo, que es por donde yo ando.
Sangre mancha la tierra
y el soldado ha de morir o matar
pues esa es la realidad de la guerra,
el matar sueños que no han visto el mar.
El combatiente el sueño no concilia
por apiolar, por ver a su familia
y piensa en el mañana
si despertará oliendo todo a hiel
si acabaría su vida temprana,
si le abandonaría el miedo fiel.
Tanto pensar se le hizo madrugada
llegó la hora de su última cruzada.
Así fue a la batalla
pues no hubo tampoco posible huida
y supo a que sabia la metralla
al verse despojado de la vida.
Se arrepintió de guerras conocer
pues, a su hijo, no volvería a ver.