Observo cómo me transforma el paso del tiempo:
Ahora mi cuello es zona de guerra, tierra muerta, salvo cuando revivo tu aliento en él.
Mis oídos parecen haber perdido el descodificador de los sonidos que me rodean:
vuelven, una y otra vez, obsesivamente, a reproducir el ronco murmullo
de tu voz entre las sábanas.
Una violenta sacudida me arranca del sopor: tu aroma,
verdad entre las verdades,
único, casi tangible,
me hace evocar tu cuerpo en lucha con el mío
Extiendo los brazos:
mis manos buscan
tu piel
suave y húmeda
Una fantasía: tu boca,
el sabor de tus besos, largos, intensos
Te sueño: potente, dominante,
amo dulce,
tu imagen quema mi retina
Me reduces,
siento tus dedos recorrer mis piernas;
me doblego.
Mi avaricia no tiene límites: solo soy ansia de ti
cuando tus labios acarician mi vientre
Estás dentro de mí.
Me arrastras lejos del mundo,
pierdo la noción del tiempo y del espacio
Solo tú eres la vida,
¿qué me queda en tu ausencia sino languidecer y morir?
Comentarios
¿que decir ante la intensidad expresada?
La vida misma habla en ti sus palabras
Intenso. Apasionado. Visceral.
Has conseguido expresar muy bien las emociones.
Muchas gracias, Ifigenia, por la lectura y por tu bonito comentario.
Me alegro de que te haya gustado.
Un afectuoso saludo.
Me quedo con la última frase:
Solo tú eres la vida,
¿qué me queda en tu ausencia sino languidecer y morir?
Me ha gustado tu poema, Soledad