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Como la postrera sombra
que huye ante la luz del día,
trémula, convulsa, despavorida,
también yo he de abandonar mi alcoba
Mis deseos se van con la negrura.
¡Tirano Sol, cruel enemigo!
¿Tu odio eterno ha de ser mi sino?
¿Por qué trocas tu luz en amargura?
Vesme aquí harto pesaroso,
bajo el imperio de tu ley esclavo,
a salir de tu égida no alcanzo
y sólo verla me sume en la congoja.
Destino fatal, cruel paradoja,
soñar con mi desconocida amante
con sus besos y suspiros anhelantes;
no poder verla me asume en la congoja.
Quisiera poder ser ave milana
y cada amanecer salir volando,
como Dédalo al cruel sol desafiando
para poder posarme en tu ventana.
Comentarios
Porque el poeta imagina a la mujer como la obra de arte más bella del Creador; por eso cuando se canta a la mujer, aunque sea desconocida, vive en el alma del verso.