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El Verdadero Amor

El Verdadero Amor

Por Joel Fariñez

El verdadero amor fluye como un manantial de alegría, de vida y color e inunda el corazón con frescas y bellas melodías, pintando días de una nueva y hermosa canción.

El verdadero amor hace suyas las tristezas y las alegrías del otro corazón, hace suyas el sufrimiento y el dolor y las vivencias de cada día para así vivir y sentir junto al otro como un sólo corazón.

El verdadero amor da aliento y consuelo en los momentos de dolor y confusión, brillando como una luz de paz en medio de las tormentas, construyendo nuevos sueños e iluminando con su apacible, cálido y suave resplandor.

El verdadero amor pinta un arco iris de colores de ternura, de alegría, de encanto y de una viva y dulce emoción, una emoción que es acompañada de un sentimiento profundo, bello, intenso, verdadero y sin comparación; sentimiento que permanece invariable ante las circunstancias y que no depende de una simple ocasión, así es el sentimiento del amor fiel y verdadero, así es el sentimiento del amor sin condición.

El amor verdadero cura y sana las heridas del alma con mucha ternura, con mucha paciencia y con mucha dedicación, y se deleita en la sonrisa y en el brillo de la mirada de la persona amada, se deleita en su compañía, en su alegría, se deleita en su vida y en su corazón.

El verdadero amor se une a otro sentimiento muy lindo, el cual es el agradecimiento por ese ser tan especial y tan bonito quien es una preciosa y tierna bendición; agradecimiento que se eleva como un fresco y grato incienso ante la Presencia Santa de Dios, y que es acompañado por una petición por esa persona amada para que Dios le de mucha vida, salud y amor, petición que es expresada a través de una sincera, bella, tierna y dulce oración.

El verdadero amor se entrega por entero, a ese ser tan especial, sin reservas y sin condición, el verdadero amor camina, con pasos de bondad, de fe, de esperanza y de firme convicción, al lado de esa persona amada, camina con mucha paciencia, con total entrega y dedicación, para así conducir a ese ser amado por caminos de paz, de felicidad, de dicha y de gran bendición.

El amor que no es verdadero se arraiga en una simple y pasajera emoción, dejando tras si, cuando pasa, tristeza, desencanto y una profunda decepción.

El amor que no es verdadero es como un espejismo para quienes aman la superficialidad de la belleza y desprecian la profundidad del corazón, obteniendo como resultado una dolorosa experiencia y una gran desilusión.

El amor que no es verdadero no puede dar fruto verdaderamente bueno, así es como en sus preciosas enseñanzas nos lo ha dicho nuestro Señor, por lo tanto el fruto del amor falso tiene belleza por fuera y veneno por de dentro, provocando, en quien lo prueba, amargura, frustración y dolor.

El amor que no es verdadero se viste de engañosos deleites y de una desordenada y descontrolada pasión, llevando así cautivo a todo aquel intransigente que ha ignorado y despreciado las enseñanzas y los consejos para preservar y salvar su alma y su corazón.

El amor que no es verdadero simplemente no es amor, es una emoción pasajera que, a diferencia de aquel verdadero y bello sentimiento que es el fiel y verdadero amor, no tiene arraigo ni firmeza, siendo barrido por el viento de las circunstancias o de cualquier ocasión, dejando así un vacío y una tristeza, dejando confusión y dolor.

El verdadero amor es un tesoro muy bello; es un precioso y valioso regalo de Dios. El verdadero amor es un lindo y maravilloso sentimiento, pero también es un principio el cual es el fundamento para comenzar una bella y especial relación. El verdadero amor es una Virtud Divina, por lo tanto es parte de la naturaleza y esencia viva de Dios, quien se hace vida en nuestras vidas y se hace corazón en nuestros corazones cuando le entregamos a Él nuestras almas y vidas, y dejamos así que Él escriba una historia muy tierna y maravillosa, una historia muy linda de verdadero amor y de gran bendición.

El verdadero amor siembra un canto de bellas y nuevas esperanzas, siembra semillas de alegría, de dulzura y de un lindo color, siembra un manantial de abrazos y caricias, para abrigar con mucho cariño, ternura y calor al corazón de ese ser tan especial y tan lindo quien ha escrito en el alma una nueva y dulce canción.

El verdadero amor con su perlado brillo destruye las barreras del tiempo, de la distancia, del silencio y del dolor, y ninguna barrera, llámese edad, nacionalidad o religión, puede resistir el poder intenso, inmenso e indetenible que fluye, como un fragante río, del amor. El verdadero amor ve más allá de las apariencias y valora la verdadera esencia de esa persona quien es inspiradora y causante de la vívida y perpetua existencia de ese verdadero amor.

El amor verdadero resiste al paso del tiempo, resiste la ausencia, la lejanía, el silencio y cada herida que le imprima el otro corazón, pues está revestido de perdón, comprensión, paciencia y nueva vida, para así hacer de sus hermosas y gloriosas heridas un maravilloso y viviente testimonio de su fidelidad sincera, vigorosa y sin condición.

El verdadero amor palpita con llamas de esperanzas, respira con lluvias de ternura y nunca se cansa de abrigar al otro corazón con un manto de dulzura, de cariño y de calor, para así ayudarle a resistir, en su diario caminar, la intemperie de las gélidas circunstancias que puedan lastimar o entristecer a ese otro corazón, el verdadero amor se siembra como una estrella perpetua en el otro corazón, con raíces de tersura, de constancia, de perseverancia y de convicción.

El verdadero amor valora a la persona amada como el tesoro más maravilloso, más precioso y valioso, obsequiado por el Eterno y Amoroso Dios, el verdadero amor expresa dicha valoración con un manantial de tiernas sonrisas, con un rocío de frescas caricias, con una llamarada de cálidos abrazos y con un arco iris de dulces miradas llenas de esplendor, pues a su vez esa persona amada hace sentir valioso, intenso y hermoso a ese esplendoroso, colorido y palpitante amor, pues el verdadero amor tiene el poder para hacer reflejar en el otro corazón la magia de la alegría, de la ternura, de la vida y del fiel y verdadero amor con convicción.

El amor verdadero te arrulla con un río de una magia muy bella, muy tierna y muy especial, y te llena de muchísimas cosas bellas, de nuevos motivos para vivir, reír, luchar y soñar, te llena de esa luz tan intensa y tan preciosa que como una llama esplendorosa en el corazón por siempre habrá de brillar.

El verdadero amor es como una dulce fragancia musical que envuelve al alma y al corazón, y que inunda todo tu ser corriendo como ríos de melodías que corren por tus venas, haciéndote vibrar y llorar por una alegre y bella emoción, refrescando tu alma cada día más, gracias a la perdurabilidad de su fresco e intenso verdor.

El amor verdadero es tan maravilloso, tan único, tan bello y tan especial, es un tesoro muy lindo, muy valioso y delicioso el cual hay que saber cuidar. Que Dios nos inunde con su fiel y verdadero amor para que siempre podamos brillar como los luceros que habrán de iluminar aquellos corazones que necesitan aliento y de nuevos motivos para reír y soñar, y también para que llenemos de muchas bendiciones y de muchísimas cosas bellas a ese ser tan especial que amamos tanto y que nunca dejaremos de amar.

Autor: Joel Fariñez
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