¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Mi amigo Tomas

Julian CaraxJulian Carax Anónimo s.XI
editado julio 2016 en Narrativa
Si bien esa no ha sido la noche más fría de mi vida, para ese entonces lo era, me di cuenta que nunca valore lo poco que tenía y que incluso despreciaba, el orfanato por terrible y odioso que fuera me brindaba un techo; ahora sólo y con un frio que me calaba los huesos me daba cuenta de ello.

Apresure el paso, para buscar un lugar donde refugiarme, lo mejor que pude hallar era un puente algo bajo, que me proveería resguardo por al menos esa noche, tome la manta, y me enrolle en ella, estaba a punto de dormir cuando una voz me dijo de manera cortés.

-Fría noche ¿no le parece?

Era un viejo vagabundo al cual no había notado debido a que estaba oculto en la sombra que el puente proyectaba.

-Así es- Convine un tanto desconcertado, debido a que desconocía las intenciones de mi nuevo acompañante.

-Venga tome un poco, le calentara el cuerpo- sentencio mientras esboza una sonrisa carente de dientes y me extendía una bolsa que contenía lo que aparentaba ser una botella.

Acepte por amabilidad pero aun con un poco de recelo. Tome un pequeño sorbo de lo que parecía ser vino, pero debido a su sapidez podría haberse considerado como vinagre. No pude evitar hacer una cara de disgusto debido al sabor, a lo cual mi compañero rio y me dijo.

-Vamos no sabe tan mal, y créame uno termina acostumbrándose con el tiempo. Mas cuénteme usted su historia, ¿Cómo es que un zagal ha venido a parar por estos lares?

Le conté mi historia, alterada obviamente, de cómo me habían expulsado del orfanato, la cual escuchaba atentamente, y con una sonrisa en los labios, al finalizar se compadeció de mí y empezó a narrarme su historia, aunque yo tenía una pesadez producida por el sueño y apenas sentía mis extremidades como consecuencia del frio, lo escuche con la misma afabilidad que él lo había hecho. Resultaba ser que el señor simplemente había tenido peor suerte que yo, nunca fue muy estudioso, por lo que nunca aprendió a leer ni a escribir, ya que según su padre eso sólo lo hacían los que no tenían trabajo que hacer, trabajo arduamente para poder comprar un pequeño terreno y una casa, y lo obtuvo, tenía una familia constituida de su esposa y una hija pero su pareja murió de tifus un frio invierno cuando a su hija aun le corría la inocencia por las venas; cuando la luz de sus ojos creció encontró a un joven abogado con quien contrajo matrimonio, pero que era frio y maligno como el diablo según la descripción mi interlocutor, ya que abusando de su analfabetismo y del amor que la joven le tenía, urdió un plan con el que logro quitarle sus propiedades y dejarlo en la calle. Demasiado viejo para poder trabajar nuevamente según él y con el alma hecha trizas debido a la felonía de su hija, se instaló en las calles de Barcelona esperando que la gente se apiadara de él o que la muerte se lo llevara.

-Le agradezco que me escuchara un rato, en algunas ocasiones lo único que quiere un viejo como yo es que oigan sus historias, eso nos regresa la vida, aunque se por un momento.

-No hay por qué agradecer, si en este mundo no nos ayudamos entre nosotros, quien más lo hará.

-Para ser joven tiene usted una mentalidad sensata en demasía.
Vimos como el cielo empezaba a cambiar de tintes y como el sol iba emergiendo del horizonte.

-Por cierto mi nombre es Soto ¿Cómo se llama usted?

-Mi nombre es Tomás

Estire la mano, el copio el gesto, las estrechamos y sonreí, me sentía ilusionado, ya que al parecer había encontrado un amigo donde menos lo había pensado.

Comentarios

  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado mayo 2016
    Julian:


    Está bien, y podría continuar...


    Anímate.


    Emilio
  • Julian CaraxJulian Carax Anónimo s.XI
    editado mayo 2016
    Muchas Gracias =D
  • Night SunNight Sun Anónimo s.XI
    editado junio 2016
    [FONT=Arial, sans-serif]"Nada es absoluto, todo es relativo", dijo el genio alemán.[/FONT]


    [FONT=Arial, sans-serif]Sí, nos podemos afligir por el jóven aislándolo en su propia situación, luego más por el viejo comparando. Ninguno se merece algo así. Nadie.[/FONT]


    [FONT=Arial, sans-serif]Soto y Tomás, ahora amigos unidos por la desdicha de sus vidas. ¿Amigos?[/FONT]


    [FONT=Arial, sans-serif]"Nada es absoluto, todo es relativo”. [/FONT]


    [FONT=Arial, sans-serif]Estoy pensando, Julián.[/FONT]


    [FONT=Arial, sans-serif]Saludos[/FONT]
  • PerplejoPerplejo Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2016
    Borrar, borrar, borrar. Siempre limpiar.



    Fue la noche más fría de mi vida. El orfanato, aunque terrible y odioso, me brindaba un techo. Nunca lo valoré hasta esa noche.


    Busqué un lugar donde refugiarme: un puente bajo. Me enrollé en la manta y cuando estaba a punto de dormir una voz me dijo:

    – Fría noche, ¿no le parece? –
    Era un viejo oculto en la sombra.

    – Así es...

    El viejo me alcanzó una botella envuelta en una bolsa.

    – Venga, tome un poco, le calentará.


    Acepte por amabilidad aunque con recelo. Tomé un pequeño sorbo de lo que pretendía ser vino aunque sabía a vinagre. No pude evitar hacer una cara de disgusto. Mi compañero rió.

    – Vamos, no sabe tan mal, y créame, uno termina acostumbrándose... Cuénteme, ¿cómo es que un zagal ha venido a parar por estos lares?

    Le conté la historia de cómo me habían expulsado del orfanato, la cual escuchaba atentamente y con una sonrisa. Cuando acabé, empezó a narrarme la suya. A pesar del sueño, también le escuché. Resultaba que el señor simplemente había tenido peor suerte que yo, nunca aprendió a leer, ya que según su padre eso sólo lo hacían los que no tenían nada que hacer. Trabajó arduamente para comprar un terrenito y una casa. Tenía una hija y una esposa pero ésta murió de tifus un invierno, cuando a su hija aun le corría la inocencia por las venas. Cuando su niña creció, contrajo matrimonio con un abogado, tan frío y maligno como el diablo. El joven, contando con que su esposa estaba enamorada y aprovechándose de la ignorancia de su padre, urdió un plan con el que logró hacerse con sus propiedades y dejarlo en la calle. Demasiado mayor para poder trabajar nuevamente y con el alma hecha trizas debido a la felonía de su hija, se instaló en las calles de Barcelona esperando que la gente se apiadara de él o que la muerte se lo llevara.

    – Le agradezco que me escuchara un rato, en algunas ocasiones lo único que quiere un viejo como yo es que oigan sus historias.

    – No hay por qué agradecer.

    – Para ser joven es usted sensato.

    Vimos como el cielo empezaba a cambiar de tintes. El sol emergía por el horizonte.

    – Por cierto, mi nombre es Soto. –dijo el viejo – ¿Cómo se llama usted?

    – Tomás.

    Nos estrechamos las manos y sonreí, me sentía ilusionado. Al parecer había encontrado un amigo donde menos lo hubiera esperado.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com