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Prisma

redred Anónimo s.XI
editado enero 2016 en Narrativa
Hola, antes que nada agradecer a todo aquel que dedique parte de su tiempo a leer este relato.
Este escrito es el principio de un relato bastante mas largo pero creo que puede servir como muestra.



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“No hay nada mejor que una cama caliente y limpia después de una buena ducha en una noche fría”

O al menos eso es lo que pensaba mientras notaba como la sangre dejaba de llegar a mis dedos mientras me arrastraba por un rio de mierda y barro con la lluvia apenas dejándome ver a medio metro de mi nariz en la jodida noche más oscura y fría que mi enfermo cerebro lograba recordar.

Nada presagiaba aquella mañana lo que ocurriría unas horas después, la misma sintonía que me despertaba cada día (y que, como siempre, me decía a mi mismo que cambiaria) a la misma hora de siempre y con la misma sensación de asco y desaliento de todos los días. Después de los 5 minutos de rigor preguntándome que cojones hacia yo allí, me levante rápidamente intentando borrar aquel pensamiento de mi cabeza, al menos, hasta la mañana siguiente.

Mientras echaba mi meada mañanera el espejo me devolvía una imagen nada alentadora de mi mismo, había tenido épocas mejores, “en mis buenos tiempos, si, cuando el mañana no era más que una oportunidad y no un día más, cuando cada noche me dormía sin pensar en que iba a hacer al día siguiente, si no en lo que había hecho aquella misma tarde” o eso me gustaba pensar para que mi existencia me pareciera menos banal.

Los primeros rayos de sol se filtraban por la ventana mientras me ponía la ropa de trabajo lo más rápido posible, ya, que como siempre, iba con el tiempo pegado al culo, un trago rápido a la botella de zumo de la nevera, me guardo la cartera en el bolsillo, cojo el móvil, las llaves y mientras bajo las escaleras del edificio de apartamentos los saludos de rigor a las mismas personas de siempre, gente con la cual llevaba compartiendo escaleras y edificio desde hacía 8 años pero de las cuales no sabía ni el nombre de la mayoría, la frase más larga que había cruzado con alguno de ellos fue aquella vez que me pararon tres tipos para contarme no se qué mierda de reunión para fomentar el buen ambiente de la comunidad.

-El mejor ambiente vecinal es cuando te cruzas a uno de tus vecinos de rellano y ni lo saludas porque no lo conoces de nada.

Aquello fue en los primeros meses después de mudarme, a partir de aquella agradable charla todo fueron sonrisas y saludos respetuosos, sin conversaciones vacías que no llevaban a nada pero que tanto gusta a la gente.

En la calle nada diferente, manadas de gente dirigiéndose a sus respectivos puestos de trabajo como buenos ciudadanos.
El fulano del kiosco de prensa y su pegajosa amabilidad con las marujas que compraban las revistas de cotilleos antes de llevar a las criaturas al colegio para así poder comentarlas con sus homónimas mientras toman un café de dos horas.
El grupo de jubiladas pertrechadas con su chándal cual deportista de elite y sus seudoperros que no levantan dos palmos del suelo pero que se revuelven como bestias del averno contra cualquier ser vivo que se acerque a menos de metro y medio de su espacio vital.

Nada nuevo excepto aquel tipo con gafas de sol y gabardina larga con manchas de agua aun cuando el sol brillaba en el cielo sin atisbo de nubes, que me observaba sentado en el banco del parque, mientras yo, sumido en mi rutina montaba en la furgoneta de reparto, lo mire unos segundos fijamente sin que el retirara su mirada de mi.

-Un psicópata obsesionado con tipos guapos como yo a los cuales rapta y encierra en un zulo construido en el sótano de su casa de las afueras, heredada de sus padres con los que convivio hasta los 45 años, que llena su vacio interior comiendo carne humana (pensé)

Ojala hubiera estado en lo cierto, todo hubiera sido mucho más fácil y agradable, pero no iba a tener tanta suerte.
Le hecho una mirada de “Que pasa tío, que estoy muy loco y si tu comes carne humana yo me alimento con hamburguesas de un euro del McDonald” acompañado de un movimiento de cabeza como diciendo “Y ojito no vaya a ser que te arranque el corazón como el tío ese de Indiana Jones y el templo maldito” mientras arranco la furgoneta y me voy sin darle mayor importancia.
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Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado enero 2016
    Hola, bienvenido:):D

    Tu relato tiene un toque de misterio y de que algo más va a pasar:eek:
  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado enero 2016
    Bueno...

    Pues esperaremos a la continuación.

    Saludos

    Emilio
  • redred Anónimo s.XI
    editado enero 2016
    Gracias por tomaros la molestia en leerlo, puse solo una parte por no poner un tocho, ya que ni siquiera sabia si alguien leería este extracto, pero viendo que puede interesar a alguien pongo el primer capitulo completo.

    No tengáis miramientos con las criticas, tengo la piel muy gruesa, no me asusto de nada siempre que sean constructivas.

    [OCULTAR]



    Arranco la furgoneta, le cuesta, pero a la cuarta intentona sacando aliento de no sé bien donde, arranca con un sonido que suena al último aliento de un moribundo aburrido de la vida pero que aun se esfuerza para seguir adelante aunque no le quede ninguna gana. No le funciona el aire acondicionado, el reloj funciona pero es menos fiable que Alf cuidando una cesta llena de gatitos, los botones del salpicadero que en un tiempo pasado servían para hacer cosas guapas que yo nunca experimente ya que cuando llego a mis manos ya eran meros adornos en el salpicadero, aunque me gusta pensar que podrían servir para activar el masajeador de culo que proporciona una sensación agradable a la vez que inquietante mientras conduces o los misiles tierra aire con detector de gilipollas.

    Pero aun tiene algo que funciona, la radio, eso sí, no se puede cambiar de canal (solo encuentra un canal de noticias 24 horas con olor a humedad) y el sonido no se puede subir o bajar, suena siempre ha todo carajo. Como no soy una compañía agradable la conecto para escuchar las mil mierdas que pasan en el mundo, la voz del locutor viejuno irrumpe de forma desagradable en la cabina.

    “…..el alcalde niega toda relación con la cabra y sus crías. Además hoy se han conocido los datos de inmigración los cuales desvelan una subida del numero de inmigrantes ilegales procedentes de países del este debido a los difíciles momentos politicosociales que afectan a las economías de estos países no hace mucho emergentes….”

    Como siempre el trafico es malo, demasiados coches y aun peor, demasiadas personas, las ciudades cada vez se parecen más a un perro que ya esta esquelético por consecuencia de su mala vida pero que aún tiene ejércitos de garrapatas que se reproducen y chupan la sangre indiscriminadamente al pobre chucho sin saber que su voracidad acabara con el infeliz perrete y por consecuencia con los propios parásitos.

    La agradable niebla de polución inunda el ambiente debido a la sequia que asola estos lares, casi ya no recuerdo el olor a tierra mojada, los cortes de agua que al principio eran puntuales se han normalizado y ya son diarios, al principio la gente estaba indignada por no poder llenar sus piscinas o no poder lavarse el sobaco a la hora que le dé la gana, pero con el tiempo la gente se acostumbro y ya se ve casi con normalidad, supongo que si somos capaces de ver normal que la gente muera de hambre y asco en países varios o que cada vez queden menos fuentes de agua dulce sin contaminar por el bien del progreso nos podemos llegar a acostumbrar a cualquier cosa y si además nos dicen que es inevitable y nosotros con una actitud muy cómoda y fácil lo tomamos como dogma, todo es posible.

    Sigo feliz mente mi itinerario diario por una de las principales avenidas de la ciudad y mientras reprimo mis ganas de atropellar a las personas que se cruzan en mi camino sigo escuchando la radio sin imaginar que mi oscuro futuro está a punto de atraparme.

    “……Y nuestra bloque de ciencia, un estudio publicado en la revista científica Planet intenta demostrar que la realidad que percibimos como individuos puede ser diferente según quien la experimenta, así las diferencias pueden llegar a ser pequeños detalles insignificantes o llegar a percibir situaciones de forma totalmente diferentes, esto explicaría de cierta forma las diferentes reacciones humanas, en la que en una misma situación, por ejemplo de peligro, algunos individuas tienden a huir mientras que otros optan por afrontar este de forma más agresiva, los expertos discuten si esto no es por la diferencia de caracteres o personalidad como hasta ahora se pensaba, si no que se produce por las diferentes realidades que pueden llegar a percibir………”

    Esta parte se vuelve borrosa en mi mente, pero recuerdo un sonido estridente, aunque para ser sinceros, con el volumen de la radio a todo volumen y distorsionando en los viejos altavoces cascados de la furgoneta quizás fuera debido a alguna interferencia de la misma radio, aunque el golpe fuerte y seco que hizo volcar y dar vueltas de campana a la furgoneta no pudo ser debido a la mierda de radio, lo último que recuerdo antes de perder el conocimiento es ver al psicópata de la gabardina mirándome desde el otro lado de la calle y el sabor a sangre en la boca.

    Al abrir los ojos un fogonazo de luz me ciega, una vez que mis pupilas se acostumbran a la claridad producida por los cientos de neones del techo intento tranquilizarme y recordar que cojones ha pasado, el golpe, las vueltas que el mundo dio a mi alrededor, un accidente de tráfico, pero no se con que o quien, quizás esto sea el hospital, la luz blanca encaja, lo que no encaja es que este tirado en el suelo y me sienta como un gato atropellado al que un hijo de puta ha dejado moribundo después de pasarle por encima con su mierda de utilitario mientras va a recoger a las criaturas al colegio.

    No sé cuanto tarde en juntar las suficientes fuerzas y valor para levantarme a duras penas y echar un vistazo a la habitación en la que estaba tirado, supongo que el hecho de no haber escuchado ningún ruido o persona en todo este tiempo me imprimió valor para hacerlo.

    Mas que una habitación era una especie de barracón bastante grande, las paredes bastas de hormigón oscuro al igual que el suelo no la hacía especialmente acogedora, el techo alto y cruzado por vigas de acero le daban una sensación de amplitud que en nada ayudaba a tranquilizarme, allí en medio, con un codo dolorido y dos dientes menos me sentía vulnerable como una cría de ñu en la sabana africana esperando que en cualquier momento un depredador hambriento escondido tras un matorral saltara sobre el sin tiempo ni de cagarse en sus muertos.

    Al menos los fluorescentes hacía visible todo el barracón, vacio en su totalidad, lo único visible era una puerta verde calabacín en uno de sus laterales, al darme cuenta que solo había esa puerta, ninguna ventana, un escalofrío recorrió mi columna vertebral al pensar que si por algún motivo se apagaban las luces aquello iba a estar más oscuro que el ojete de Chewaca.

    Mi primer y desesperado impulso fue acercarme a la puerta, con mi legendaria suerte seguro que estaba abierta y al otro lado habría tres enfermeras buenorras y muy profesionales dispuestas a atender todas mis necesidades, pero por extraño que parezca nada de esto ocurrió, la puerta estaba cerrada a cal y canto.
    Mi segundo y desesperado impulso fue llamar a la puerta, tres fuertes golpes y el socorrido pero poco original “HAY ALGUIEN AHÍ” gritado a pleno pulmón, no esperaba ninguna respuesta, por eso casi me cago en los pantalones cuando escucho un fuerte sonido de un cerrojo y a continuación la puerta abriéndose lentamente.

    Con más miedo que vergüenza retrocedo lo más rápido posible, la verdad es que si hubiera habido donde ocultarse no hubiera dudado ni por un segundo en esconderme como una valiente rata de cloaca, pero a falta de escondite mis opciones eran hacerme el muerto como una zarigüeya de pantano o mantenerme firme frente a la puerta con una cierta pose digna mientras intentaba controlar mi esfínter, en un rápido estudio de la situación opte por esta última.

    Los segundos parecían eones, la espera de ver quien aparecía por esa puerta verde se me hacia insoportable, es esos escasos segundos de espera mi mente en pleno colocon de adrenalina empezó a hacer suposiciones posibles de que podría pasar en ese momento, desde que entrara un misterioso tipo de traje oscuro al estilo Men in black y me flasheara el cerebro, ver pasar el umbral de la puerta al sicópata de la gabardina, que un tigre de véngala rabioso entrara con intención de cenar o que todos mis amigos aparecieran con globos y una tarta de chocolate diciendo que todo era una fiesta sorpresa por mi cumpleaños, esta era la más inverosímil ya que odio el chocolate.

    Al abrirse por completo el contraste entre la iluminación de luz blanca proporcionada por los fluorescentes contrastaba con la penumbra que lograba divisar mas allá del umbral, por unos instantes pensé que nadie estaba esperándome al otro lado, ese pensamiento por raro que pueda parecer hacia aun mas perturbadora la situación.

    Justo cuando me anime a dar el primer paso hacia aquella puerta abierta que bien podría guardar tras su muro de oscuridad mi salida de aquel pabellón vacio pero aterrador o esconder la peor de las pesadillas, a esas alturas ni si quiera me interesaba saber cómo había llegado allí, solo quería irme a cualquier otra parte, pero no, en ese preciso momento una figura humana surgió de entre las sombras.

    Me miro a los ojos y con una sonrisa amable me soltó con toda normalidad en un tono de voz suave y sin ningún tipo de hostilidad.

    -Hacia tiempo que te esperábamos, es difícil dar contigo, pero por fin vas a entender muchas cosas sobre ti.


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