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la aldea

JavierBeJavierBe Anónimo s.XI
editado diciembre 2015 en Humorística

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El sol se filtraba entre los árboles,ésa luz tenue del atardecer que traía consigo un aire de misterio y sinsaborescomenzó a envolver las casas artesanales hechas con paredes de barro y techosde huano. Alrededor de las casas los pobladores se apuraban en sus actividadescotidianas, pues sabían que cayendo la noche, su voluntad se alejaría haciendode la antes llamada civilización floreciente, una pobre marioneta controladapor los dioses. Seres completamente ajenos tomarían posesión de sus cuerpos sinque ellos pudieran siquiera reaccionar.

Un largo aullido se escuchó en laespesura de la noche. Entre los arboles dos grandes círculos rojos resaltaban,como llamas enormes se hacían paso entre la noche, un aliento fétido, producto de los restos de lacarne humana que había devorado con anteriormente emanaba de su boca.

Dentro de la cabaña, un ser setransformaba, por la cabeza comenzaron a salirle cuernos, unas largas patas decabra sustituyeron a sus piernas, comenzando desde las pezuñas y coronándosecon un gran priapismo. Solo logró conservar la mitad superior de su cuerpo;desesperado comenzó a buscar su copa de vino, para continuar la fiesta quedesde varias noches atrás tenía lugar en su cabaña. Habían pasado tres nochessin poder saciar toda la energía sexual que los sátiros poseen, no por gustoclaro está, solo no se había producido la ocasión.

El hombre lobo se acercó a la cabaña,un apetito voraz se apoderaba de su ser, cuanto mayor era la transformación delsátiro, tanto mayor era el hambre que en él se despertaba; Sentía el olorinundando sus narices y el instinto era cada vez mayor. No se pudo contener, lasuerte de la cabra ya estaba echada, irrumpió en la cabaña, el sátiro sesorprendió, un gran gruñido salía de la boca del lobo mientras una miradaasesina intimidaba a su presa, ahí parado en la puerta de la cabaña, el lobo derepente bajó la mirada hacia el falo del sátiro, sorprendido de que sinimportarle que su vida corría peligro, su erección no bajaba. El sátiroreaccionó, comenzó a correr dando saltos por toda la cabaña, mientras el lobobrincaba y gruñía tirando todo a su paso.

Dentro de la cabaña se oían gritos,lamentos, gruñidos, súplicas eternas que se apoderaron de toda la noche sin que nadie pueda evitar oírlas y tansolo calladas por el sol que entre las montañas comenzaba a salir. ¿Habíacorrido el sátiro la misma suerte que otros seres que fueron devorados por elhambriento lobo?
Cuando el sol del medio día estaba en su apogeolos pobladores se acercaron a la cabaña, tan solo para descubrir al agiotistadel pueblo abrazado dulcemente con el vendedor de licores, ambos desnudos, alparecer el instinto sexual fue más grande que el apetito del lobo.
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