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Rosendo

JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
editado septiembre 2015 en Narrativa
Rosendo

Llegaste por sorpresa, como todo lo bueno para sorpresa de uno que gastaba ser más perro que gato. Con dos ojos azules de dibujos japoneses, exagerados, por resaltar lo que no se tiene y que tú luces naturales. Con el genio salvaje, la primera noche, acurrucaste la fiereza en mi pecho, algo más te llevó ser aristócrata de caja y arena y refinar las maneras de cagar y mear donde le venía en gana a tu real genio arrasando mi paciencia.

Pasaste a aprender a escalar mi cuerpo, disimuladamente, como el que no quiere molestar pero no ceja en su empeño, mientras yo a lo mío andaba por la jungla de seis cuerdas, sin darme cuenta podía tocar horas y tú dormido a lo ancho de mis hombros sin dar un ruido. El temor a una escoliosis según amasabas peso, te exilió de la cumbre y te hiciste director de ceremonia entre los truenos desde el calor del amplificador. Pero mi ropa nunca ha dejado de ser un muestrario de pelos blancos.

Luego aquellas noches, donde no parabas de maullar al oler a aquella gata en celo en mi cama, yo al principio, ingenuo, pensando que eran los celos por usurpar el trono que habías erigido para reinar entre mis piernas y sin más, resultó ser el despertar del instinto irrefrenable del pajillero adolescente. Hubo que tomar medidas y cortar por lo insano, tú te quedaste castrado con dos dedos en la frente y yo, a la espalda cargando la eterna duda de si no hubiera sido mejor que siguieras buscándote líos en las calles, a ver si había gato en la ciudad que te tocara los cojones.

La angustia, el día que por la tarde con billete en mano me posara en Estambul y por la mañana, decidiste saltar la escalera dejando un colmillo en pago por tal proeza. Yo poniendo sobre aviso a la veterinaria y tú bajándole los humos al no tomar en serio la advertencia de tu genio. Dejaste la clínica como un Vietnam devastado por el napalm.

Y aunque sigues dando cabezazos para levantar mi mano exigiendo lo tuyo, como el buen vino, te ha ido endulzando el carácter el tiempo. Ahora, ya no montas fiestas en el veterinario, quizás, para compensar haber compartido mis amarguras y no pensar que es el peso de los años. Y me has ido entregando una a una tus siete vidas, como un buen amigo, sin pedir nada a cambio.

JLFRIAS

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado septiembre 2015
    Ahh los gaticos, tengo dos gatas preciosas y saltarinas:)
  • GadesGades Garcilaso de la Vega XVI
    editado septiembre 2015
    Precioso. Mientras leía no he podido perder de vista a mis gatos y sonreír con el muestrario de pelos blancos. Muy tierno el relato y muy bien escrito a mi humilde parecer.
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