¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

El barco de los locos

Tinta de escribirTinta de escribir Anónimo s.XI
editado septiembre 2015 en Narrativa
Fue como el viento en un tiempo que aún no existía. Pero vi el mar antes de que sonaran las campanas.
<<Dong>>
<<Dong>>
Nos llevarían lejos; clavé los dedos de los pies descalzos en la arena seca, y cuando una bandada de palomas grises alzó el vuelo allá con la última campanada las cadenas sonaron; los guardias empujaron a los primeros presos de la fila y empezamos a caminar. La mujer que iba delante de mí con un pañuelo sucio cubriendo la cabeza rezaba en tono bajo. Debía de tener la edad de mi madre, y la voz más grave.
Suspiré, intentando controlar la respiración para no sentir dolor, porque los grilletes en los tobillos me hacían tropezar, y la soga apretada en mis muñecas delgadas me iba dejando la piel mugrienta en carne viva.
Recorrimos el camino que llevaba al puerto por la calle de piedra que separaba las casas de los pescadores de la rula, y bajando por una cuesta resbaladiza los guardias nos dividieron en grupos pequeños llenando los botes de madera; El galeón podía verse a lo lejos, anclado con las velas recogidas junto al islote del castillo.
Era el barco de los veintiún locos, eso dicen, porque en el mundo solo existen veintiún locuras. Sé que robar y beber eran algunas de ellas. Lo había oído decir a alguien, pero desconocía el resto. También había oído las historias del barco; que nos llevaban para curarnos, que nos tirarían por la borda en alta mar, que nos dejarían en la isla. Supongo que nadie sabía la verdad.
Yo iba a descubrirla; me encajaron en el bote entre dos hombres enormes que aplastaron mi pecho contra sus espaldas. Otro de ojos negros no dejó de mirarme, pero lo perdí de vista cuando nos hicieron subir al barco, en donde quedé oculta entre la marea de personas desorientadas, que eran más de veintiún y de cien. Tropecé sin querer con una anciana pequeñita de ojos translúcidos, y apoyándome contra un mástil me entraron ganas de llorar.
Agarré las manos a las cuerdas que lo rodeaban, mientras mi soga rozaba contra ella, ensuciándola de sangre; un marinero me apartó golpeándome en costado con algo duro, y encogida sobre mí misma me dejé mover cuando los guardias volvieron a dividirnos en grupos mayores a ambos lados de cubierta.
Izaron las velas, que se ahuecaron con la brisa fría, y notando el sabor del sal empezamos a movernos. Sentí el escalofrió del viento que soplaba con fuerza mientras la costa iba quedando cada vez más lejos, hasta que los edificios se convirtieron en hormigas diminutas y la línea de tierra, que nunca había visto de aquel modo, quedó ahogada bajo el horizonte azul.
Ahora aparecerían los dragones en un abismo de fuego.
Pero todo a nuestro alrededor siguió siendo agua.


+*. He compartido este mismo relato en https://historiasdeloco.blogspot.com .*+
¿Te ha gustado? ¿no? cuenta, cuenta....

Comentarios

  • avedonavedon Pedro Abad s.XII
    editado septiembre 2015
    Empieza bien, quizás algo atropellado. Tienes algunos deslices, como por ejemplo: "notando el sabor del sal " y la historia parece interesante, pero has puesto muy poco texto para opinar mas ;)
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com