Aquel extraño ente vino cargado de amor a un universo en blanco y negro. Lo vio innecesariamente triste, por lo que decidió poner lo mejor de sí mismo y alegrarlo para siempre.
Creo los colores, uno por uno. Les dio vida para que tuviesen tonos y brillos. Los plasmó de significado y de razón de ser. Los enseñó a mezclarse y a combinarse.
Después fue con el arco iris y lo impregnó con ellos. Éste le quedó por siempre agradecido, y a modo de homenaje a aquel ser, hoy despliega orgulloso sus hermosos colores tras de la lluvia.
Llegó su turno a las flores, a las aves, a los reptiles y a los peces, los cuales escogieron los colores a su agrado, embelleciendo su estirpe.
Un día él inventó el caleidoscopio, a modo de despedida a la incipiente humanidad.
Después se fue a otro mundo que lo necesitaba, a llevar allá su amor y alegría.
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