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Los Reinos Perdidos. Capitulo 1, a ver si les gusta, comenten y critiquen.

RohmanRohman Pedro Abad s.XII
editado enero 2015 en Fantástica
La unificación de los reinos cap 1

Urskoy; año 1150 Doz

Todo empezó en un invierno largo y tempestuoso. Las poderosas tormentas no daban tregua al reino de Urskoy, anegando sin remedio los patios de la fortaleza del rey Cladius hasta los lejanos campos de trigo en los territorios del norte. Parecía que el mismo Agrammonth hubiera abandonado el trono del inframundo, para comandar los vientos que azotaban estas tierras y sus habitantes. Como si no lo tuvieran difícil de por sí para sobrevivir en un mundo donde las espadas eran un bien necesario, las batallas se detonaban con tan solo mirarse a los ojos, y la magia inclinaba la balanza a favor de los seres malignos y sanguinarios que no se compadecían de los más puros de corazón. Sí, la vida en Urskoy era difícil, pero aun así, el ambicioso rey ansiaba ser el gobernante más grandioso de todos los tiempos. Su arrogancia no permitía que nadie alzara la voz en su contra, castigando con mortal severidad a aquellos que osaran contradecirle. De tanta soberbia fue apodado entre los resignados, Cladius el Arrogante. Sentado sobre sus rechonchas posaderas, le gustaba mostrar los asquerosos dientes amarillos, en una sonrisa torva y malvada, y de las penitencias de los proscritos. El tirano, parecía incluso más alto de lo que en realidad era... ¿o quizá era el temor de sus vasallos lo que le hacía parecer un gigante? En esa despreocupada vida del señor de la ciudad nunca se separaba de su apreciada espada, ni de su corona del reino. Esta joya tenía un rubí esmeralda en la frente, y justo encima, la imponente insignia de la ciudad, el águila imperial. El rey odiado por sus gentes creía severamente en la religión, reflejándose en sus vestimentas. Portaba una bonita capa de bisonte donde colgaban varias tiras de cuero que terminaban en pergaminos de Doz. Posiblemente Urskoy tenía el honor de ser la ciudad con más seguidores religiosos. Entre esas telas refinadas se podía ver la espada de unos de los hijos de Doz, o por lo menos eso se rumoreaba. El arma era de vaina muy fina algo insólito en esa época. En aquel acero liviano pero resistente, se percibían unas letras en un lenguaje antiguo que ya pocos recordaban.

Cladius se alió con el rey Koppens de la fortaleza Forthor; sabía que era un rey muy joven, debía tener unos veinte años, pero gracias a su casi vacía mina de plata, poseía uno de los ejércitos más grandes de los reinos.
Lo que más temía el rey Arrogante era a los reyes de Ergerder, debido a que uno de ellos era mitad elfo-humano. El otro rey de la monarquía dual, el joven Schulemberger, fue elegido por los primeros magos del colegio de magia. Aunque lo que más le tenía preocupaba eran los magos de esa ciudad que aunque estaban creciendo como colegio todavía eran pocos magos y jóvenes algunos (sus conjuros decantaban la batalla).

El rey Ewon el Impecable, cual apodo le perduraba de las legendarias batallas, seguía siendo un general respetado entre los suyos. Se rumoreaba, que pasaba holgadamente los trescientos años. De rostro fino, con la piel algo blanquecina y de ojos turbadores a vista humana, cuales podías ver el alma fría e inmortal de esa raza. Portaba una larga melena dorada que reflejaba la luz del sol como un espejo. Vestía una armadura forjada con el acero de su raza; liviana y dura como la roca. En sus hombros reposaban unas placas del mismo metal con ciertas formas de hojas, emergiendo cómo una flor en primavera. Del pecho un prominente relieve del rostro de un dragón emergía con todo su esplendor, mostrando la joya roja de Oryan, la prometida de Doz. Descansaba de su fina espalda una generosa capa de escamas de dracónito( una clase de dragón menor), que centellaban con la tenue luz. Justo en el centro del manto se encontraba la estrella Mirlas. Círculos y pinceladas entre sí, formaban esa creación del firmamento.
En el cinturón aguardaba una mediana daga y una espada, un apreciado regalo Loghern, rey de los elfos de Elthor. De hoja esbelta y larga; se decía que con un mero roce de la hoja cortaba árboles sin esfuerzo alguno. Esa arma aguardaba en ella varios encantamientos de su raza, siendo estos famosos por la protección.
FIN Continuara...

Comentarios

  • Bar ImperioBar Imperio Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2015
    Mira Rohman. Mi comentario te lo dividiré en dos partes. Desconozco en absoluto las sagas del Señor de los Anillos y todo ese tipo de literatura. No porque sea mala o porque sea buena. Sino porque yo no la he leido nunca. Algo me suena de los elfos, una especie de duendes, creo, o algo así, pero no mucho más. Sin embargo debo decirte que escribes muy bien. Manejas con soltura la estructura del texto. Tienes rigor y la historia no te lleva por delante. Sabes muy bien donde poner un punto y aparte. Y también hay ritmo en la prosa. Así que tienes armas (y muy válidas) para escribir lo que a ti se te antoje. Eres un muy buen escritor, no tengo dudas.
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Buenas Bar. Gracias por pasarte por mi historia. Pues uno hace lo mejor que sabe y aprende. Tengo mucho más escrito(cerca de 300paginas) que poco a poco subiré. Sobre todo lo que intento transmitir es originalidad y fantasía épica oscura y con toques de terror. Un saludo.
  • BlocdenotasBlocdenotas Anónimo s.XI
    editado enero 2015
    Me gustó, igual no puedo decir mucho más por lo corto del texto. :D


    Quizá algo para corregir es que sentí que era mucha información junta en sólo dos parrafos
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Buenas Bloc. Es verdad que con lo poco poder opinar; hoy subiré más.
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Cladius, tenía a sus gentes aterradas, su cólera era su perdición ya que a más de un esclavo había ejecutado sin compasión alguna.

    El rey de Urskoy hizo comparecer al ejército de Koppens en su gran fortaleza, considera inexpugnable, no por sus ejércitos si no por su ubicación. Esta reposaba en un monte alto, siendo la única forma de llegar a ella, por un camino algo estrecho y franqueado por un gran precipicio hasta llegar a la puerta de la ciudad.
    Los dos reyes, Cladius y Koppens, ordenaron mandar los cuervos para llevar los pergaminos a todos los reinos. Al reino de Ergerder, al reino de los elfos de Elthor, a los reinos bárbaros del norte y los reinos de Theodric el Necio.
    El primer papiro llego al territorio de Loghern: nada más enterarse del escrito, mandaron una contestación de que ellos no atacarían, si no eran atacados primero (poco tiempos les quedaba de estar en esta región, ya que en breves, los elfos, partirían sobre las tierras de Gorgot). El siguiente pájaro del ébano llego sobre el reino sin ley, los territorios de los bárbaros del norte, del temido rey Dova el Castrador: Antes de responder, y gracias a los propios espías, ya sabían que había respondido los elfos de Elthor. La respuesta de ese cruel tirano fue ignorarlo, ni tan siquiera respondió (él solo ansiaba acabar con Ergerder, cuyo recuerdo de esa batalla todavía le perduraba en sus recuerdos). El siguiente en recibir la carta, era Theodric el Necio: él también deseaba ser el rey de los reinos, y jamás compartiría el trono con ese maldito. Su ejército era insuficiente para hacerles frente, y que tendría que esperar su momento.
    Cladius, al ver que los del norte no le atacarían a no ser que él diera el primer paso, decidió mantenerse a la espera y defenderse en su fortaleza. Sabía que los reyes de Ergerder irían a la lucha sin pensarlo en demasía. Él se veía ya señor de todos los reinos.

    Ewon recibió la carta y clamó el cielo; A sabiendas de que el norte no le apoyaría, no quería una batalla en con ese tirano, ya que intuía ser una tarea titánica.

    Los dos reyes fueron hacía Urskoy con todo su ejército, incluyendo a casi todo el colegio de magia. Era el ejército más grande jamás reunido.
    Marcharon en un amanecer triste, grandes nubarrones se amontonaban en el cielo.
    —¡Quietos! —gritó Ewon— Escuchad guerreros. Nuestra victoria pasa por entrar en por la puerta del castillo y alejarse de este peligroso sendero —miró el enorme precipicio que tenía debajo suyo, con ese río en su mas bravura.
    —¡Mi rey! —comentó el capitán mientras se fijaba en la reliquia que poseía en la frente—. Estamos listos para el ataque.
    El rey de rasgos felinos era un general muy disciplinado con sus fieles tropas bien adiestradas. De esa fila interminable de guerreros se podía contemplar a los portaestandartes de la ciudad de Ergerder que ondeaban las banderas con orgullo y honor. Los músicos tocaban las trompetas en señal de veneración hacía Doz, en busca de encontrar la paz y la serenidad para luchar con mente libre. Un poco más rezagados de la batalla se encontraban varios cardenales, para infundar fe en los momentos más difíciles de la batalla. También se podía ver en el ejército a varias pequeñas manadas de lobos, adiestrados por Taboti, el único adiestrador de lobos vivo de los reinos.

    La muralla de Urskoy era de grosor notable y de gran altura, con lo que Cladius partía en cierta ventaja, ya que sus arqueros aprovecharían la altura para generar el máximo daño entre las filas enemigas.
    —¡A mi señal, lanzad las flechas de fuego! —comentaba el señor de la fortaleza, levantado el brazo para indicar las ordenes.
    Ewon alzó levemente la mirada, fijándose en a la muralla y vislumbró al rey Cladius junto al joven rey Koppens.
    —¡Atacad magos, demostradles cómo se paga desafiar a los nuestros! —dijo el rey Impecable, alzando su arma mientras se levantaba levemente el corcel.

    En ese instante un mago el más anciano levantó su báculo y lanzó un proyectil de fuego que impactó contra el muro de la fortaleza, destruyendo la roca, y donde aguardaban algunos combatientes. La bola de magia calcinó varios guerreros y cual esfera ardiente emergían varias rocas por todas direcciones.
    —¡Cuidado los de abajo! —gritó el señor de la fortaleza— ¡Rocas ardientes caerán sobre vuestras cabezas!—. El estruendo de las rocas al chocar contra el suelo, estremecía a los guardias e intentaban buenamente esquivar esas enormes masas de piedras.
    —¡No! —chilló abatido Cladius viendo como su aliado había recibido una de esas rocas en todo su rostro— ¡Curanderos, salvad a este joven!—acabó con cierta voz algo encrespada.
    —¡Mi rey! No responde…—comentó el sanador, mientras observaba horrorizado el rostro descompuesto del joven príncipe.
    —Ha pagado un alto precio por su inexperiencia en batalla —dijo el capitán a su rey.
    —Lo llevaremos aún lugar seguro, mi Lord—decía el sanador sujetando los brazos de ese joven, mientras otro sanador cogía los pies y lo trasladaban.
    —¡Lanzad una lluvia de flechas, ya!

    El mismo mago que lanzó el conjuro, volvió a canalizar los flujos de magia, para realizar uno de sus conjuros superiores. Al terminar la canalización, empezó a brotar de sus palmas un fuego candente y rojizo que por momentos crecía de tamaño. El hechicero lanzó otra bola de fuego pura, hacia la puerta de la fortaleza y esta fue destruida y sucumbida por las llamaradas.
    —¡Rápido, a por la ciudad! —exclamó el rey de orejas picudas.
    —¡Wha! —gritaban exaltados los guerreros al ver la puerta abierta.
    —¡Maldigo a toda esta calaña de asquerosos magos! —maldecía el rey de la ciudad asediada— ¡Guerreros de Forthor, no deben entrar! —gritó— ¡Como pasen…probareis mi cólera!—.

    Los ejércitos se acercaron en ese punto estratégico y parecía una cruenta batalla por controlar la puerta. En ella, la congregación de los dos ejércitos era tal que por momentos parecía una alfombra humana de hombres. La lucha en el paso era terrible, se podía notar en los rostros de los guerreros, el fervor y la tenacidad, el sudor y la sangre; guerreros a por doquier caían al suelo y eran literalmente pisados por sus propios compañeros, ya que no se quería ceder ni un metro de terreno en ese instante decisivo de la batalla. Al largo rato de luchar se abrió el camino a favor de Ewon, ya que sus guerreros fueron mejores en el cuerpo a cuerpo. El ejercito de Ergerder aprovecho para adentrarse en la ciudad y poder salir de esa trampa mortal, del temido acantilado.

    La batalla era una lucha sin tregua, se notaba que gran parte del futuro de los reinos se sellaría en esta batalla los tiempos de por venir.
    El rey más longevo, intentaba acercarse a Cladius abatiendo a todo el que se ponía en su camino, acercándose para poner fin a la batalla. Los dos reyes se encontraban de frente.
    —¡Acabemos con esto tú y yo. Deja que por lo menos la gente se valla y puedan ver un nuevo despertar! —dijo Ewon mirando fijamente a su adversario.
    —¡Morirán por mí. Sus vidas me pertenecen y morirán por su rey!—.
    En ese instante el silencio entre los dos se hizo latente, parecían observar cada movimiento que hacían, como si estuvieran estudiándose el uno al otro.

    —¡Esto ha ido demasiado lejos, tu mente perturbada es la responsable de las muertes de esta batalla! —gritó Ewon.
    —¡Cállate cállate. Escuchar tu voz me produce un intenso dolor, que solo podré mitigar con tu muerte. La insensatez de venir a mi fortaleza te costara tu vida de inmortal! —chillaba Cladius con cierta locura.
    —¡Tengo fe en mi gente, que aunque yo muera seguro que te mataran! —exclamó el rey de Ergerder mientras se preparaba para el duelo que se avecinaba, un duelo de grandes espaderos.
    —¡En mis sueños contemplo como mueres ante un guerrero de naturaleza extraña! —comentó Cladius con cierta sonrisa placentera en su rostro.
    —¡Tus sueños pueden ser errantes! ¡Comprobarás como tu reino se desmorona ante tu muerte!

    Las hojas chocaban cómo relámpagos sin cesar. Los choques del acero eran espeluznantes y permitían contemplar como cada ataque buscaba un golpe certero en el enemigo, que de momento ninguno de los dos lograba ejecutar. Las miradas eran intensas, en busca de una mirada delatara el siguiente ataque de su oponente, algo que su maestría no mostraba ningún movimiento en falso. El rey tirano era el más fuerte y hacía uso de ello, con sus fuertes golpes de espada que su oponente contrarrestaba con su rapidez y cuerpo equilibrado de los elfos; sus ojos y peso pluma que heredó de esa raza algo desconocida y desconfiada. En rápido ataque llevado por Ewon, cambió su ángulo de ataque en busca de dar un golpe preciso y que el rey de esta ciudad logro parcialmente esquivar.
    Continuara...
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    —¡Miserable! —comentaba el Arrogante retirándose hacía atrás, mientras se tocaba la mejilla notando como la sangre se escurría entre sus fornidos dedos.
    —Ríndete ahora que puedes.
    —¡Antes prefiero morir! —espetó con rabia y lanzo varios ataques, que su oponente rechazaba. Él sabía que cuanto más tiempo pasase en el duelo, mas difícil lo tendría para vencer, ya que su oponente tenia una resistencia admirable. Su intensidad en los golpes empezaba a decaer y en pocos instantes sus estocadas ya solo eran defensivas, ni tan siquiera era capaz de lanzar un ataque dado su notable cansancio. En ese instante, ante una posible derrota, silbó fuertemente, como si fuera la llamada de un perro. Entre los muros del final de la fortaleza, unos enormes tentáculos empezaron asomar y que procedían de la espeluznante criatura, el Ocho ojos.

    Era el último de su especie, ya que la mayoría contraían enfermedades humanas hasta que morían agonizando. Este ser era un pulpo gigante, con la peculiaridad de que vivían en la tierra. En esa leve distracción el rey de la ciudad aprovecho para escabullirse del duelo de su rival.

    Esa bestia tenía la cabeza de un octópodo, pero con sus ochos ojos gigantes y de las cuales el del centro era el mas grande; decían los ciudadanos encargados de dar de comer que ese ojo nunca parpadeaba, ni en sus largos sueños. Sus dientes eran grandes y tajantes, como espadas forjadas por los mejores herreros. Debía tener al menos diez tentáculos largos y con esas amenazantes puntas afiladas en la terminación.
    A pesar de sus dimensiones holgadas era bastante ágil. Su piel se asemejaba a la de un pulpo de mar, pero algo más oscura y con unos bultos endurecidos. El gigante, solo respondía a la llamada de su amo: ya de muy joven, Cladius, se encontró al animal mal herido en una cueva. El joven príncipe, se lo llevo para cuidarlo, protegerlo, logrando una lealtad entro los dos, algo extraño en esos seres de arduo temperamento.

    La batalla parecía decantarse a favor de los reyes de Ergerder, sobre todo gracias a los magos del colegio. Los magos con su magia lograban ejecutar conjuros de gran devastación, algo que mermaba enormemente las tropas enemigas.
    —Parece mentira pero es verdad lo que se rumoreaba de la “mascota”… —En ese instante, Ewon, estaba impactado ante ese ser— ¡Guardias, la criatura debe ser destruida!—.
    Ewon empezaba a ver la victoria, hasta que su rival mandó atacar a su leal y vil guardián, al Ocho ojos.

    La mascota entro en la batalla abriendo una enorme brecha en la muralla, cerca de la exenta puerta de la ciudad. Saltaron rocas enormes, como si fueran lanzados por los mismos dioses.
    Atacó arrasando con tropas enteras de guerreros que salían volando hasta estrellarse contra el duro suelo de roca o volaban por el acantilado, algo que hacía minar la moral de los guerreros atacantes, que empezaban a ver que la victoria estaría muy cara.
    —Vuestras palabras guiaran a los corazones mas débiles —gritaban varios cardenales, mientras recitaban palabras de los libros sagrados— Señor, tú que ves la luz en donde no es bienvenida, guía estas pobres almas, para que encuentren la fe y la fuerza de su interior —las palabras reconfortaban de valor, en esos momentos de temer por sus vidas.

    El pulpo seguía exterminando a tropas de forma alarmante.
    —¡Atacad, sin piedad mis pequeñas criaturas! —chilló el adiestrador al ver que los magos estaban teniendo serios problemas con ese engendro— Recuperad vuestras mentes, pueden servirnos más tarde —terminó mirando a esos magos fatigados y estos agradecieron su valor. Los lobos se lanzaron sobre la presa astutamente y bien organizados, algo que es característico de ese animal y siendo ese uno de los motivos por los que es relativamente fácil adiestrar a un tigre, puma o similar, pero es sumamente difícil adiestrar los lobos, y que solo él era capaz de hacerlo.

    Los lobos atacaron con saña las múltiples patas de ese ser gigante, mientras varios lobos, aguardaban su turno de ataque como si fueran un ejército disciplinado y quisieran rodear a la bestia para desorientarla. Los canes hundían sus penetrantes colmillos en esa carne gruesa. Estaban causando un cierto daño a esa criatura que se retorcía de dolor. La bestia intentaba agarrar a esos lobos para poder estrangularlos como si fuera una serpiente constrictora. El Ocho ojos atacó con sus múltiples brazos afilados como cuchillas, atravesando a varias fieras como si fueran simples tallos de flor. Los lobos seguían con sus ataques incansables, propio de su naturaleza, su tenacidad. El pulpo gigante siguió con la eliminación de los animales salvajes, que aunque le hicieron un cierto daño no parecían ser rivales. Taboti vio que de las dos manadas, solo quedaba una quinta parte, algo que le enfureció su corazón; quería esos mamíferos como si fueran sus hijos propios y sin pensárselo atacó. El ataque fue en vano ya que atravesó a dos de ellos con esos largos apéndices y lanzó a los restantes por el pronunciado acantilado. El adiestrador también tuvo un fatal destino, fue literalmente barrido por uno de esas extremidades, impactando en la tosca muralla de la fortaleza y perdiendo en ello la vida.
    La perdida del señor de los lobos era importante para el combate, ya que nadie sabía educar esos animales. Al no tener descendencia, nadie podría volver a adiestrar a un lobo para el uso en batalla.

    —¡A ver como te sientan estos rayos, por Taboti! —gritó un mago, mientras emergian rayos y chispas de las manos— ¡Maldita criatura de dios, agoniza ante mi dominio del elemento! —acabó esbozando mas rayos.
    El gigante ser parecía padecer un fuerte dolor, pero de forma súbita y con una rapidez envidiable, lanzó dos de sus tentáculos hacia el mago y partiéndolo en dos sin apenas esfuerzo.
    Otro anciano empezó a canalizar magia, recitando palabras de procedencia antigua. En ese instante empezó a brotar de sus manos un intenso fuego que poco a poco iba creciendo. La bestia se percató del posible ataque llevado por el conjurador y velozmente se acercó. El hechicero al ver que su oponente no le permitiría terminar de concentrar la totalidad de su magia, empezó a lanzar otro conjuro sobre su primera invocación. Rápidamente acercó sus manos cerca de su cara, cuales llamaradas pasaban muy cerca de su nariz y sopló. Al soplar el fuego se partió en mil pedazos; el fuego fragmentado parecía como si fuera una lluvia candente, atravesando la gruesa piel del animal. El Ocho ojos al notar las múltiples heridas en su piel, se retorcía de dolor, mientras sus chillidos se acentuaban y resonaban por las montañas altas. El octópodo de forma iracunda, cogió un guardia que yacía muerto en el suelo y lo lanzó hacia el hechicero.

    —¡Cuidado mago! —gritó el príncipe de Ergerder viendo como sus palabras se perdían en el aire, ya que el conjurador recibió un golpe mortal. Los magos aunque intentaban lanzar sus conjuros, el pulpo con su rapidez, no dejaba que se centraran en su magia, algo que les producía ciertas lagunas en su canalización de magia.
    —¡Mi señor, no aguantaremos mucho a este ritmo. Estamos teniendo demasiadas bajas, necesitamos un cambio urgente… mi rey! —finalizó uno de los capitanes de la guardia de Ergerder.
    —¿Pero cómo podemos derrotar a esta criatura? —preguntó el Impecable
    —¡Sois tan previsible… —dijo Schulemberger, como si de golpe, ese chiquillo hubiera madurado— ¡Tenéis que guiaros más por el corazón… por Ergerder! —acabó gritando y aproximándose hacía esa criatura.
    El gigante octópodo empezaba a notarse fatigado, sus movimientos eran algo más lentos y más toscos, debido a sus múltiples y tajantes cortes que tenía por todo su duro cuerpo.

    El joven príncipe aprovechó que la bestia había bajado la guardia para atacar por detrás y seccionarle uno de los brazos. El pulpo gigante reaccionó con uno de sus largos apéndices, agarrando al joven. El joven era balanceado de un lado a otro, hasta que el animal prosiguió a levantarlo, para asín poder comérselo y deleitarse con su aperitivo preferido: la carne humana.
    —¡Déjale en paz, maldita bestia! —comentó Ewon, mientras ágilmente atacó a la criatura con su espada mágica— ¡Sufre la hoja de los primeros elfos! —mientras el acero penetraba la gruesa piel y por esa hoja legendaria emanaba un fuego intenso.
    El octópodo, debido al dolor, soltó al joven rey, cayendo al suelo y provocándole el desmayo en el acto. El ser gigante empezaba a tambalearse de un lado al otro hasta que se derrumbo, como un saco de trigo limpio.

    El rey de la ciudad asediada podía contemplar entre lágrimas como la apreciada criatura había causado estragos entre las filas enemigas, pero su muerte fue un dolor en su corazón que jamás podría aliviar.
    Ewon no se rindió y siguió luchando, aun sabiendo que la batalla parecía pérdida, ya que el ejército de Ergerder había sido reducido de forma alarmante por la criatura gigante y por el desfiladero generando muchas mermas de combatientes.

    La lucha era frenética y el fervor de los líderes por tener la moral alta de sus soldados era palpable.
    —¡Todavía hay luz! ¡Podemos ganar la batalla, por nuestra ciudad que si hoy perdemos, nuestros seres más queridos caerán con ella!—. Quedaban escasos magos en la batalla; Un anciano hechicero del colegio de fuego. Otro viejo del mismo colegio, y quedaba a un niño aprendiz del colegio de los cielos, y que sus conocimientos por los vientos de la magia eran gratamente sorprendentes.


    Continuara
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Cladius se veía amo y señor de los reinos hasta que se escuchó un ruido estridente y muy agudo, tan agudo que hizo vibrar el muro de la fortaleza. En ese instante el silencio cortaba la tensión, mientras un intenso miedo se apoderaba de los corazones de los guerreros. Los combatientes de los dos bandos se giraron, pudiendo contemplar a Ineth, una criatura casi extinta en esta época.
    La extraña bestia procedía de las primeras creaciones de Doz. Se decía en leyendas que salía de las profundidades de los ríos para destruir a aquel que osara menguar sus aguas o contaminara los cauces.
    Este ser milenario era muy alto y a la vez delgado. Su extraño rostro era de facción muy estirada y con algo más de grosor en el la parte superior de la cabeza, como una apreciada almendra. De esa particular cabeza, emanaba un haz de luz azul claro que no dejaba ver si poseía ojos o boca. De cada lado del cuello le salía una punta larga que sobresalían un poco. El cuerpo estaba cubierto por una piel de color verdoso azulado y se asemejaban a las burbujas de agua, como si fuera un cuerpo gelatinoso y relleno de agua con pompas. Los brazos eran finos y largos, sobrepasaban las rodillas. Las manos eran algo más grande, resaltando de su extraño cuerpo. Las piernas eran también acordes a su cuerpo delgado, más holgado desde la cadera hasta ser mas ancho en los pies. Aunque su aspecto no era terrorífico, sus dotes de destrucción eran legendarias.
    Los dos bandos se retiraron hasta el final de la muralla ya que temían a esa criatura antigua.
    —¡Cladius! Debemos apartar por un momento nuestras indiferencias y luchar juntos contra este ser —expuso Ewon mirando fijamente a su rival, que parecía indiferente— Escúchame. ¡Mi pueblo ha luchado desde tiempos pasados con estas criaturas y con consecuencias nefastas para nuestra raza!
    —¡Maldita sea —gritó el rey la fortaleza— Mis dioses me han abandonado justo en le momento de mi dulce victoria!—acabó con voz abatida.
    —¡No decaigas en este momento. Te necesitamos más que nunca. Podemos abatirle, si luchamos con valentía!—.
    —¡Me rió yo de vuestra valentía —clavó la mirada hacia Ewon— aceptó vuestro absurdo pacto…!—.

    La criatura con sus manos, más concretamente de sus palmas, le brotaba unos chorros de agua caliente que hasta levantaban la piel. En ese instante la criatura zig-zageo con sus brazos en el aire, con lo que se formo una cortina de agua saliendo de sus extremidades. El tapiz de ese elemento acuoso fue hacia las tropas, introduciéndose entre los agujeros de las armaduras, y dejando a los guerreros con quemaduras de piel muy profundas. Los soldados gritaban de dolor por la piel levantada, con resultadas horribles y que diezmaba las tropas como si fueran cartas de naipes.

    La bestia del agua al ver que destrozaba a los enemigos, soltó un fuerte chillido, siendo este rugido más fuerte y agudo que el anterior bramido, como si fuera una provocación hacia sus rivales.

    —¡Hussmar enséñanos que eres capaz de hacer! —dijo el rey de orejas picudas, fijando una mirada de esperanza sobre ese joven mago.
    Acto seguido y con algo de dificultad, lanzó varias palabras de poder en el aire, cuales parecían resonar en algún vacío que había creado ese joven y hábil conjurador. Del báculo del hechicero salió de repente una bocanada de viento mágico, siendo este de una celeridad pasmosa y llegando al instante sobre esa criatura, impactando fuertemente en el pecho. La corriente era tan rápida, que se pudo notar como cortaba, ya que brotaron varios flujos azules de la bestia. En ese instante el niño mago cayó en el suelo por su propio hechizo, fue tal esfuerzo, que agotó su mente hasta la extenuación.

    Los guerreros de cada bando estaban siendo arrasados de forma pasmosa y ni los pocos magos que quedaban se veían capaces de eliminar esa terrible criatura, ya que sus mentes estaban exhaustas.
    —¡Cargad contra esa criatura. Lanzad flechas miserables o probaréis mi cólera! —dijo Cladius amenazante.
    La criatura empezaba a decaer; ya no brotaba ni la mitad de esa agua candente y sus movimientos eran algo predecibles, debido a la acumulación de daño, cortes y demás. Los dos líderes atacaron con todas sus fuerzas, consiguiendo herir a ese coloso rival. El rey de Ergerder empezaba a perder sus fuerzas. Hizo su último ataque con su arma clavándola en el pie derecho de la criatura. La espada se hundió medianamente en la extraña piel de Ineth. La bestia de agua le atizó una ardua patada, arrojándolo contra una estatua del rey de esta ciudad y cayendo al suelo sin sentido.
    Cladius en un acto de valentía cargo con todas sus fuerzas con su espada (un arma de uno de los hijos de Doz que tiene la facilidad de generar magia dañina). Atacó a la criatura con esa divina hoja, cortando primero una pierna y luego le abrió una gran herida en la otra extremidad. De pronto, de ese pie entreabierto empezó a brotar un líquido viscoso azul. Ineth agonizaba de dolor. Mientras la bestia rugía de dolor, golpeó con esos largos brazos en la cadera del Arrogante, dejándolo fuera de sí. Fue un golpe terrorífico. Se escuchó un ruido del interior del cuerpo, pareciéndose partir en mil pedazos la columna, como si se hubiera agitado un tarro de ricas avellanas.
    El rey por momentos sacudía de su interior sangre espesa, notaba que era su fin.

    El mago anciano que quedaba en pie sacó un objeto arcano y prosiguió a leerlo; al acabar de leer el escrito salió una bola de fuego que impactó contra el gigante, desintegrándose.
    Las bajas fueron abrumadoras, pocos eran los afortunados que podían seguir vivos para ver un nuevo amanecer de esperanza entre los reinos.
    Ewon junto al mago, se acercó hacia el caído y dijo mientras el mago curaba como podía las heridas:
    —Cladius tu valentía nos ha salvado de una muerte —pronunció entre alguna lágrima.
    —No quiero morir…—dijo el Arrogante con dificultad.
    —Ni los dioses desean morir.
    —Ewon —dice Cladius mientras sujeta fuertemente la corona de su reino, que yace en el costado— Solo te pediré una petición antes de morir y se que tú eres hombre de palabra —fijó su mirada en esos ojos perturbadores— Mi hijo es un gran príncipe y según los monjes es bendecido por los dioses. Nombra a mi heredero, rey de los reinos—.
    —Cladius, esto que me comentáis no es tan sencillo.
    —Siento meterme pero desde los cardenales de Ergerder como los de Urskoy, sabemos que este niño es especial, es un regalo de Doz —expresa un grueso pastor de dios.
    —Pero podría revelarse contra nosotros.
    —Podría, pero al ser tan joven es muy manejable. Además la santa iglesia nos comprometemos en sacar el mayor potencial del joven, tanto espiritual como ser uno de los nuestros. Tampoco tenéis que tener miedo, ya que Cladius fue peligroso gracias al ejército de Koppens.
    —Cierto cardenal. Vuestras dotes de control no las negare. Confío en vuestros haceres —finaliza.
    El mago vio que la muerte del rey era inminente y llamaron a su jovencísimo hijo, Peter para que se preparaba para una ceremonia de fiesta en todos los reinos y que se haría cada año en Urskoy, en el mismo día de invierno, justo la cuarta semana de cosecha de arroz.

    En la larga celebridad vinieron todos los reyes de los reinos, exceptuando el rey Theodric. Este rito era para entregar la corona del rey de todos los reinos y para recordar que batallas entre reinos solo crea muerte y dolor. Fue un acto de recordatorio a todos los valientes guerreros que lucharon por el bien de estas tierras. Desde la primera ceremonia Peter, fue renombrado como Lord Peter y rey de estos reinos.

    En esa batalla que perduraba en las leyendas, se forjo los reinos nuevos, los nuevos pactos de lealtad entre los reinos y la ansiada paz de sus gentes.

    FIN CAPITULO 1
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    No me di cuenta y puse la versión menos mejorada...todo por culpa del límite de palabras que abrí la versión menos pulida...xDD
  • HaskozHaskoz Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2015
    Muy buenas Rohman!!

    Qué alegría verte por aquí. Hacía mucho que no me pasaba por este blog, pero mientras no solucionen ciertos problemillas jajaja.

    He visto que has pulido muchísimo ese primer capítulo y, sin duda, te quedó de puta madre. Te dije que eras un gran escritor y lo sigo manteniendo. No lo dejes nunca y dale caña para avanzar en la historia.

    Nos leemoos compañero!!
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Buenas Haskoz. Un gusto volver a verte. Un saludo y esperando ansioso tu escrito ehh! Xd
  • KerenKeren Anónimo s.XI
    editado enero 2015
    Hola Rohman:

    esta es mi primera intervención, y como lo mío es la literatura fantástica, me he detenido a leer tu relato. De momento, llevo los dos primeros capítulos.
    En general está bastante bien, tiene un inicio fuerte y dinámico, que enseguida te pone en situación. Además las historia promete, y es imaginativa. Has optado también por ser un narrador que toma descaradamente partido, y no relata con neutralidad los hechos. Eso contribuye a dotarlo de esa fuerza que te comentaba.

    Varios contras que me gustaría comentarte. No sé hasta qué punto quieres trabajar el texto, pero si quieres dejarlo pulido revisa la ortografía y corrige algunos acentos. También vigila el abuso de los paréntesis. En las novelas no abundan precisamente, y es una licencia que se toman algunos autores muy puntualmente para hacer un inciso. Te aconsejo que o bien expliques el inciso de otra forma, redactando de nuevo, o bien uses guiones largos, los mismo que en los diálogos. Yo personalmente prefiero la primera opción, pues cuando menos cortes al lector con incisos que tenga que leer, y que al fin y al cabo le supone una interrupción a la historia, mejor.

    Más puntualmente, recuerdo expresiones como "detonar una batalla" o "debajo suyo". Quizás soy demasiado purista, por eso te comenté hasta qué punto quieres trabajarte el texto, pero el verbo "detonar" tiene un significado muy concreto, y aunque entiendo que lo usas como metáfora, me suena bastante raro. En cuanto a lo otro, "suyo" es un posesivo, y no puede usarse en ese contexto. Sería debajo de él o debajo de ella. En tu relato, concretamente yo diría en ese caso simplemente "debajo". También he visto algún gazapo, así por encima, con "infundar fe" en lugar de "infundir" (aunque tampoco tengo claro que infundir vaya bien con fe).

    En fin, buen trabajo y enhorabuena, tienes talento para la narrativa. Te animo a que sigas trabajando y puliendo el texto, te compensará :-D

    Saludos!
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Buenas keren. Gracias por leerme y comentar. La verdad que lo que intento mostrar es originalidad y épica, algo que veo haber conseguido. Lo que me equivoque con el texto y subí una versión menos mejorada en todos los sentidos...xD. Un gusto y ya te pase los capítulos.
  • KerenKeren Anónimo s.XI
    editado enero 2015
    Sí, el texto tiene un aire original, dentro de lo trillado que es una batalla, y tiene pinta de ser de carácter épico, por lo poco que he leído. Eso está bien, porque la épica es la temática favorita entre los lectores de fantasía. :-D

    Ya leí parte de tu material y te respondí por correo.

    Saludos!
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Ya te miré el mail y gracias por tus comentarios que siempre ayudan a mejorar. Sobre la estructuras y faltas, es mi punto débil que buenamente voy corrigiendo( y un amigo en su día ayudará xD) Tienes razón del primer capítulo, es un poco cargante pero tampoco es definitivo. Si te lees los siguientes veras que son mucho más dinámicos y con descripciones justas. Un saludo y gracias por comentar.
  • KerenKeren Anónimo s.XI
    editado enero 2015
    Los capítulos ulteriores pueden ser la bomba, pero si el primero no atrapa, no sirven de nada. Yo recibí en su día buenos consejos sobre eso, porque tendía a empezar muy descriptivo. Hay que enganchar al lector desde el primer párrafo, sino puede ser que lo pierdas. Ya te lo dije: el lector medio hoy día es impaciente. Si te lo ganas pronto es muy posible que te abandone :-D

    Yo te recomiendo que sigas trabajando lo que te he dicho. La historia es importante, pero una prosa pulida, elegante y sin faltas ayuda pero que mucho. Ya sabes el dicho: a veces no basta ser bueno, también hay que parecerlo!

    Ánimo y sigue trabajando, que vas muy bien!
  • RohmanRohman Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Por cierto y cambiando de tema, ¿ tienes algo tuyo escrito para leer? Un saludo.
  • KerenKeren Anónimo s.XI
    editado enero 2015
    Sí, tengo algo. Ahora mismo un manuscrito mío está en proceso de publicación por la editorial Amarante. Cuando esté editado, pondré por aquí el link.

    Saludos!
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