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La dulce esposa de las cerillas

LegendarioLegendario Fernando de Rojas s.XV
editado diciembre 2014 en Negra
[FONT=Times New Roman, serif]Ella era la dulce y bella esposa con la que todos anhelamos casarnos algún día.[/FONT]
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[FONT=Times New Roman, serif]Su marido era un tanto travieso, pero nada del otro mundo.[/FONT]
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[FONT=Times New Roman, serif]Un día ella encontró huellas de lápiz labial en la ropa de él.[/FONT]
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[FONT=Times New Roman, serif]Enseguida del descubrimiento, ella lo llamó con toda la dulzura de que era capaz:[/FONT]


“[FONT=Times New Roman, serif]¡Maridito!: ven por favor a ver esto!”[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]Él llegó al cuarto de baño justo cuando ella arrojaba, sobre la ropa impregnada de gasolina de su marido, una cerilla encendida. En un par de segundos no quedaban más que cenizas de aquella lujosa vestimenta pecadora.[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]Tres años después, el escuchó:[/FONT]


“[FONT=Times New Roman, serif]¡Amorcito!: hay algo que quiero que veas!”[/FONT]
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[FONT=Times New Roman, serif]Él llegó a la cochera para ver como su Jaguar XKE era devorado por las llamas. Prefirió quedarse callado, sabiendo que su nueva amante había perdido un arete en alguna parte.[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]Dos años después, el marido ardía en llamas retorciéndose del dolor. Ella lo miraba quemarse con una dulce y cínica sonrisa, mientras le preguntaba:[/FONT]


“[FONT=Times New Roman, serif]¿Te sientes bien, cariño?”[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]El fiscal asignado al caso del marido quemado prefirió no presentar las pruebas del asesinato, pues tenía familia que mantener.[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]El juez, aun teniendo claros los hechos, prefirió no condenar a esa peligrosa dulce dama de bella y tímida sonrisa.[/FONT]


[FONT=Times New Roman, serif]Ella guarda, en su alhajero de filigrana, una caja de cerillas que le proporciona los más agradables recuerdos imaginables. [/FONT]
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