Llueve en el paisaje de la tarde que miramos...
Llueve en el paisaje de la tarde que miramos.
Nos gusta el silencio que va cayendo a jirones
con cada hilera de gotas. Imagino este silencio como un
telón de fondo al que van abriendo virutas afiladas de agua.
Y los encuentros, siempre son salvajes,
queriendo profundizar en aquello donde chocan,
entrar tan adentro sin importarles provocar su propia muerte
en el intento.
Pienso en si la lluvia
no será el suicidio de un elemento llamado
agua.
Entonces, tendríamos que estar muy tristes ahora,
tanto que no lo soportaríamos. Nos hundiría el peso
de contemplar tal cantidad de
ausencia repentina.
Vemos las desapariciones a cámara lenta,
los segundos son esas gotas
resbalando de unas manecillas
que despedazan la tierra, la mojan,
la visten del barro que alojan las suelas de nuestros zapatos.
"La lluvia es hermosa, aunque tiene algo de lúgubre",
sentenciamos mientras llegamos al umbral de la puerta.
Entramos en casa.
Empapadas nuestras ropas, acabamos desnudos
junto a ese silencio
astillándose de muerte acuosa en los cristales.
Comentarios
Hay tantas expresiones preciosas y logradas que me cuesta elegir entre ellas!
Te pongo un ejemplo: "el silencio... cayendo a jirones", o" virutas afiladas de agua", o la lluvia como suicidio del agua...
Felicidades, compañera.
Muchas gracias, Francesca, por el comentario tan bonito ^_^
Tienes razón, amparo, se torció con uno de mis finales ¡cachis, he cortado la libido de sopetón!