“Que piel tan delicada rasgarás con tus dientes. Muerte,
que labios, que respiración, que pecho dulce y mórbido
ahogas.”
Gimferrer
¡Oh! Caja de bombones como disturbios de collares de perlas caras.
Porque comer bombones es como no comer y pasar hambre.
Esa desnudez de chocolate romántica y suave
o croquer delicado.
El mordisqueo de un bombón posándose en dientes blancos de marfil será lo máximo.
Y la caja está abierta como quien lo da todo.
Leves titubeos cogiendo un mundo con papel envolvente de colores;
son diversas formas rellenas con gotitas de licor
o crema blanca
o rellenos de crocante. Devorándolos todos, sin distinción de matices.
Esas intromisiones continuadas, que dejan los bombones para luego.
Y descansa como un crimen que no es vicio,
ni tan siquiera gula: tan sólo fatalidad.
Es comulgar lo irresistible.
Ante unos bombones, todos los ojos de mujer se iluminan, o eso dicen.
Se enciende el pelo y la carne. Perdiéndote.
Pinzas de dos dedos agudos que prenden el bombón más de mujer que nunca.
Un leve mordisco si no es fatal o almendras por fuera,
irremediablemente será veneno de deseo y fuego.
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Comentarios
Gracias por compartirlo. Muy dulce.
Sonrisas