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Una Historia Por Rescribir

barrikadabarrikada Gonzalo de Berceo s.XIII
editado mayo 2014 en Erótica
Este relato no es estrictamente sexual, pero contiene una pincelada... Por eso lo he puesto aquí.

Una Historia Por Rescribir

Los remiendos que sostenían su corazón acabaron por soltarse tras el enésimo desengaño. Había soportado infidelidades reiteradas, mentiras piadosas, te quieros vacíos y #falsas promesas porque estaba colgado de él. Tan sólo podía odiarlo unos instantes, perdonarlo en minutos y besarlo con furia como si la vida se le escapara. Se convencía pensando en que algún día cambiaría, en que en el fondo él también lo amaba. Sin embargo, esta vez no estaba dispuesto a pasar por aquella espiral.

Salió apresurado del ático que compartían y se sumergió en la marabunta sin saber a dónde ir. No quería ver a nadie y tener que aguantar los “te lo dije”, “no te amaba”, “lo tenías que haber hecho antes”. Una vorágine de nervios estaba a punto de explotar en su mente de cristal. No pudo evitar que las lágrimas empaparan su cara, ni sentir un vacío que le cortaba la respiración.

Sin prestar atención a los pasos, se encontró en la puerta de una gran librería. La literatura se había convertido en una amiga inseparable en las largas noches en vela, capaz de aislarle de la amargura y transportarle a lugares donde el hombre aún creía en el amor. Prescindió de ese tipo de ficción y se perdió en la sección de autoayuda, en la que no había ni un alma. Quería saber cómo digerir la ruptura, cómo sembrar un poco de esperanza entre las cenizas. Absorto en un mar de títulos pintorescos, percibía calma y menguaba el dolor.

En ese momento, se percató de que alguien clavaba sus ojos en él. Devolvió la mirada y un desconocido le respondió una tierna sonrisa que por un segundo le reconciliaba con el mundo. Vertiginosamente, el sosiego se tornó en frustración al ver que de los ojos del desconocido brotaba lascivia al mismo tiempo que se masturbaba sin pudor a un par de metros de él. Huyó de la escena consternado, siendo aún observado. Visualizó la imagen de su extinta pareja incitándole a ser la presa de sus juegos, a ser un títere sin alma bajo sus brazos. Sentía una rabia incontrolable.

En un arrebato de entereza, dio media vuelta y se dirigió lentamente hacia el extraño, obsequiándole, además, con su predisposición. El fornido extraño dejó de acariciarse invitándole a que prosiguiera. Pero, en vez de apasionadas y suaves caricias, le apremió con un estrujón en la entrepierna que borró toda lascivia de un plumazo.

–Y ahora, lárgate antes de que me arrepienta –le susurró al oído poseído por la adrenalina.

Sin oponer resistencia, el desconocido salió avergonzado de la librería y él se entregó a la euforia. No tenía idea de dónde había nacido aquella valentía de enfrentarse a la vida cómo viene. Lo único que verdaderamente sabía era que ya no le hacía falta ningún libro de la sección de autoayuda. Se dirigió a la sección de guías de países extranjeros para así reescribir una vida que volvía a comenzar.
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