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Mariachi: una situación de amor

MiguelJ14MiguelJ14 Anónimo s.XI
editado febrero 2014 en Fantástica
El mariachi caminaba con su traje de mariachi(las botas hacían un arco de V a cada paso que daba. Tiene pie plano) por la Alameda Central en compañía de una amiguita.

—Pero ¿sabe, chiquilla?—decía haciendo uso de un excelso lenguaje corporal: manos, cara, el bigote de mariachi también se movía—. La literatura es muy linda: Kobo Abe, Brautigan, Calvino, Raymond Carver. Genios. Si me viera, Yo me paso leyendo libros… ¿Qué tal? ¿Qué tal me está saliendo? ¿Sí estoy pareciendo de los intelectuales?—confirma levantándole las cejas. Domina ese movimiento: arriba abajo las cejas.

—Mmm...

La amiguita del mariachi no sabe de lo que está hablando el mariachi y dice extrañada «Mmm...» viéndolo raro. Me Reservo mi Opinión. Aunque en realidad está apenada y mucha vergüenza de no saber de lo que habla un simple mariachi.

—El libro, reina. Traer un libro es decir que se es culto. «¡Oh, oh, llevo un libro en la mano, soy culto!». El Máster de los Libros cargando un libro que puede ser fácilmente «Cómo aprender a leer la mano sin mano». La Vida en la mano. Pero si tú, reina, citas el programa de televisión «El Príncipe Mariachi» lo tienen a uno como un naco. Bueno, la verdad es que si hablas de «El Príncipe Mariachi» debes ser todo un naquillo. Guión mío. Nadie lo conoce. Incongruencias—dice el mariachi animando a la amiguita tocando hombro con hombro.

La amiguita ha encontrado cierta papeleta en su mente que dice «Te están haciendo la plática. Habla».

La amiguita entiende la papeleta.

—¡Oh, ¿escribes?!—dice interesada. La papeleta lo mencionaba atrás. «Muestra interés».

—Sí, cuando quiero crear una historia o componer una canción. Y tengo ganas de inventar algo especial. El Mariachi Imaginativo. Mariachi que sentado en su cama, a altas horas de la noche piensa y va escribiendo situaciones creativas—el lenguaje corporal del mariachi es digno de un conferencista que sabe de relaciones humanas y ahora, en la vida, nunca le da pena nada. Es lo que llaman Poder-exitoso.

«¿Qué estás haciendo, Mariachi?—se cuestiona el mariachi mientras la amiguita va a responder, dice «Qué padre»—. Solo dices puras estupideces. ¿Por qué agradarla? Debe querer a un Mariachi por lo que es. Y la reina Ni entiende su humor absurdo de comedia británica».

El mariachi camina viendo hacia el frente. Se cuestiona lo estúpido que es al creer que debe escucharse lo que dice. «No soy el más interesante», piensa consciente. «De los mariachis, claro». La amiguita no sabe lo que ella hace ahí. «Creí que era otro mariachi. Un Mariachi Maduro. Soy una tonta», dice decepcionada viendo hacia la izquierda y hacia la derecha. Estaban cerca de la Torre Latinoamericana y King Kong empezó a perseguirlos. No vacilaba en atraparlos.

—Acompáñeme, reina—dijo el mariachi tomando de la mano a la amiguita y llevándosela para esconderse de King Kong.

Corrían por Bellas Artes rebasando y esquivando a las personas. «Es a nosotros. Nos quiere a nosotros», decía asegurándose el mariachi cuando volteaba hacia atrás para estar al tanto de la situación. «¿King Kong El Original o King Kong La Botarga?», piensa deteniéndose. «No hay tiempo», lo jala la amiguita y siguen en la huida.

King Kong suelta un !AAAAAAAAGHHGJHHGGHJJ! y con sus manos se empieza a golpear el pecho como King Kong.

«Y si salimos de esta, la reina no me volverá a llamar para que nos veamos. He sido un idiota—dice el mariachi dejándose llevar por la amiguita. Ahora ella tiene el control—. Iré a tocar con mis compañeros mariachis. No sabré qué decir, ¡les gusta tanto El Ser Mariachi! Solo es mariachi, solo eso. Jugaré Mario Kart en mi NINTENDO 64 y ellos pedirán que vaya a cantar, que deje el videojuego. Lo dejaré. Solo es mariachi».

«Aquí estamos bien», dice la amiguita agachando al mariachi para esconderse. Se resguardan en una de las obras de arte al aire libre del Palacio de Bellas Artes.

—¿Lo perdimos?—pregunta el mariachi a la amiguita girando lentamente su cuello para ver algo.

—Parece. No lo veo—dice la amiguita.

—Mire esa patrulla, reina—señala el mariachi al vehículo que se encuentra por el Palacio de Correos—. Déjame que vaya a pedir ayuda. Valiente como todo Mariachi.

—¿Y yo, me quedo aquí...?—pregunta la amiguita con un tono tierno.

Dos policías aparecen de repente con sus pistolas apuntándoles.

—¡A ti te estábamos buscando!—dice el oficial señalando al mariachi.

—¡AAAAAAGGGGHHJJJHG!—suelta King Kong apareciendo en escena dándose de golpes en el pecho.

—¡Hagan a un lado a ese maldito King Kong!—dice harto el oficial.

—Sí, oficial. Cómo no, oficial—dice el otro policía que aún no es oficial.

—¿Usted es el Sr. Mariachi?—pregunta el oficial checando de lejos el acta que tiene en sus manos(Ya no ve bien)—. Venga conmigo, por favor. Tengo una orden del Departamento de Ayuda al Hombre que No Sabe. Por tratar de agradar demasiado a una mujer, se está esforzando demasiado. Hace mucho esfuerzo. Es peligroso.

—Pero...—inquiere el mariachi.

—¡Vamos, no pasa nada!—dice comprensivo el oficial.

—¿En verdad te intereso?—quiere saber la amiguita—. ¿Dices todas esas tonterías porque te gusto?

—Sí, reina...—contesta apenado el mariachi.

—Vamos. El tiempo para eso ya pasó—dice el oficial llevándose al mariachi con ayuda del policía que aún no es oficial.

El policía abre la puerta de la patrulla y agachando la cabeza del mariachi lo ingresa a ella.
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